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Por culpa de El Diario Montañés y de su amable director, Íñigo Noriega, voy de mazo en calabazo, de mal en peor, de la memoria suspendida a la memoria expandida, del camaranchón de Madrid, que así lo bautizó Andrés Trapiello, a la plazuela de Pombo, que así bauticé yo a mi plazuela de Sotileza, ese prodigioso islote de El Diario Montañés del que saco, además de un estipendio por artículo, una discretísima reserva futura de cama con gotero en Valdecilla. Para colmo de males parece ser que los lectores de la plazuela se ríen con mis gracias de conejo a salto de mata. Voy a acabar gracioso y bienmal: a fin de cuentas, como dice George Bernanos al final de su novela del cura rural alcoholizado desde niño, «todo es gracia». La densidad papirofléxica de El Diario Montañés empieza por el absorbente papel gríseo en que está impreso. El efecto sensorial (a la vista, al tacto y, si cabe, al gusto) como una masa quebrada de Frypsia recubre el universo desde Colindres a Trump. Y ahora gracias a una fantástica gigantomaquía incalculable de Ana Patricia Botín colegueando con Donald Trump quien la dice (laísmo), «conozco muy bien tu estupendo Banco de Santander tan clevermente (espanglish) llevado ahora por ti». Sucedió esto en Davos. Un gran salto: de la discusión de un crédito de una junta vecinal del Ayuntamiento de Colindres con motivo de una solicitud al Banco de Santander, a la reunión del Foro Económico Mundial de Davos, que es por cierto el mismo Davos Platz del sanatorio antituberculoso de 'La montaña mágica' de Thomas Mann que inmortalizó las curas de reposo de los enfermos del pulmón, cosa que él mismo también era.
Un poco de reposo sí que me vendría bien a mí también. Instalado quizá provisionalmente en el sanatorio del Doctor Madrazo, que no existe ya, cuesta de Lope de Vega arriba. Asomándome mucho a la ventana porque nunca he acabado de estar ni del todo grave ni del todo leve. Una medianía a Dios gracias. ¡Ah, excelentísimo señor presidente de los Estados Unidos, el deslenguado pelirrojo presidencializado por dos veces con cuatro años de suspensión-John Biden entre las dos, ah presidente Donald Trump, ojo con Ana Patricia! ¿Acertará el presidente Trump, un hombre desmesurado, a llevar a cabo, con prudencia y mesura las soluciones que requiere su propia patria y nuestra propia patria y todas las patrias del mundo? ¿Dejará de ser alarmantemente estrepitoso para convertirse lo más que pueda en benevolente y atinado y certero? Esto es absolutamente necesario y, por consiguiente no es inverosímil y no es imposible. ¡Presidente Trump, ojo con Ana Patricia Botín-Sanz de Sautuola O´Shea!
Por cierto, he oído decir en la plazuela que el presidente Jimmy Carter vino a Santander con motivo del centenario de la Caja de Ahorros. ¡Seamos turulatos, pues, Álvaro Pómbez, y preguntémonos qué pasaría si a sí mismo se convidase o convidásemos nosotros mismos al propio Trump este verano a Santander! La conferencia de bienvenida en el Palacio de La Magdalena, en una breve versión, podría darla yo mismo en inglés. Sería electrizante. No se cabría en palacio y habría que poner tiendas todo alrededor cara al mar con mesitas y camionetas de lavabos, a lo largo y a lo ancho de todo el parque del palacio. El gran despropósito propagandístico de este año santo encabezado por el más locuaz y saltimbanqui e insuficiente Pombo de la historia. Y requeriría toda la sabiduría práctica de una Ana Patricia Botín-Sanz de Sautuola O´Shea para templar gaitas y pisar baldosas sin caernos nadie de narices, ni siquiera el propio Trump. Una descomunal explosión de luz y de color a cuenta de una travesía golfística en la motora del Marítimo del Muelle al Golf de Pedreña. Los más brillantes dieciocho hoyos del golfismo mundial. ¿Y después qué? ¿Cuándo hablaría Trump? Aparte de parlotear todo el rato, discursearía entre seis y diez veces frunciendo los santanderinos ceños. A los montañeses nos aburren los discursos, los políticamente incorrectos inclusive. El Diario Montañés informaría puntualmente de todas las retóricas diabluras del presidente Trump y de todas nuestras comedidas intervenciones montañesas, pasiegas, intereseras, peseteras, geniales. Excusen las lectoras y los lectores santanderinos de este artículo toda la captatio benevolentiae de su coletilla final. La culpa de todo lo anterior la tendría así, obviamente, Ana Patricia Botín-Sanz de Sautuola y O´Shea, que Dios guarde.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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