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El escritor cántabro Luis Mario, nacido en 1992 publica la gran apuesta literaria de Reservoir Books. DM
Donde nunca sale el sol y los relojes se detienen
Cantábrico

Donde nunca sale el sol y los relojes se detienen

'Calabobos', la carta de presentación del escritor cántabro Luis Mario en las grandes editoriales, retuerce los géneros clásicos para sumergirnos en un viaje heroico a la vez punk y rural, de pronóstico reservado

Viernes, 28 de marzo 2025, 07:23

Por más que cantase Pedro Guerra aquello de que «la lluvia nunca vuelve hacia arriba», existe un lugar donde puede llover hacia arriba o de lado, pero nunca dejar de caer. Y ese lugar no es un poema de Ledo Ivo, sino una novela de Luis Mario. Y una novela de Luis Mario es un tiempo detenido, un reloj parado en una geografía abrupta donde las montañas de pronto se convierten en acantilados que se asoman al Cantábrico. Y el Cantábrico… el Cantábrico en una novela de Luis Mario deja de ser una masa de agua indómita y se convierte en fecundador y fuerza motriz de una historia mágica en la que el paisaje y el paisanaje se fusionan hasta resultar casi indistinguibles.

El libro

El libro
  • Título: Calabobos

  • Autor: Luis Mario

  • Editorial: Reservoir Books, 2025.

  • Páginas: 176.

  • Precio: 18,90 euros.

La trama: Mariuca ha desaparecido, y en mitad de la tormenta su hermano debe salir a buscarla por los alrededores del pueblo. Un joven furtivo que no nos dirá su nombre, pero que no dejará de hablar a lo largo de casi doscientas páginas, y mientras lucha contra los elementos y recorre el escenario monumental y brutal de la costa cántabra irá desvelando no solo quién es Mariuca –con problemas de movilidad y cognitivos, pero con capacidades especiales que casi parecen superpoderes, como predecir los desastres atmosféricos– sino la propia tragedia familiar, una sucesión de pérdidas jalonadas por… No, no les vamos a estropear la diversión de descubrirlo por sí mismos.

Aunque el verdadero descubrimiento, en este caso, no sea argumental, sino estilístico, pues ahí es donde vuelca sus esfuerzos el autor de la novela, Luis Mario (1992), un cántabro cosecha del noventa y dos, que ya contaba en su haber con tres novelas previas: 'El rastro que dejan las gotas' (autopublicada, 2019), 'Cadencia de estornino' (Salto de página, 2021) y 'Bello trozo redondo de mar' (Sr. Scott, 2023), y cuyas notas biográficas casi darían cada una para otra novela; «Reside en cualquier lugar de los dos hemisferios con conexión inalámbrica a Internet adonde su trabajo le lleve, con la única intención de trabajar para poder escribir», dice nuestra favorita, la de la segunda novela. Pero no se pierdan ninguna, léanlas todas, por favor.

La ficción y el mito se incardinan en la vida cotidiana hasta confudirse con la realidad y la fuerza de la tradición

Lanzada en las últimas semanas como la gran apuesta literaria de la temporada de Reservoir Books –un subsello de Penguin Random House que, a la manera de las editoriales independientes, funciona a la manera de un ariete para propuestas rompedoras–, 'Calabobos' es la carta de presentación de Luis Mario en las grandes editoriales.

A medio camino entre la novela lírica, los apuntes del natural y la odisea homérica, si el autor no fuera tan joven casi podríamos buscar un guiño ochentero a este 'buscando a Mariuca desesperadamente', porque en realidad el libro se convierte en una particular 'road movie' violenta y arrebatadora, que deslocaliza lo que creíamos urbano y retuerce los géneros clásicos para sumergirnos en un viaje heroico a la vez punk y rural, de pronóstico reservado.

Mundo en desaparición

Dedicada «a la madre que me parió», la novela es una suerte de paseo por el lado salvaje, que arranca con una gestación mágica –es el propio Cantábrico el que fecunda a la madre de Mariuca– y discurre por un territorio cada vez más despoblado, sobre todo de afectos, pero en el que la ficción y el mito –del hombre pez a los venenos vegetales– se incardinan en la vida cotidiana, hasta confundirse con la realidad, confundidos con los prejuicios y la fuerza de la tradición, en un mundo inconsciente tanto de su crueldad –«los hermanos mongolos», llamaban en la escuela a Mariuca y el narrador– como de su belleza, pero que se niega tozudamente a cambiar.

Claro que es difícil cambiar cuando la lluvia lo empapa todo constantemente, porque en la novela de Luis Mario el este no existe porque por allí «es por donde sale el sol».

Aunque lo que el autor nos transmite no es ese mundo sino sus ecos y reflejos, y lo caracteriza a través del arma más poderosa: la palabra.

Pero no en sentido genérico, sino concreto. Entre lengua y habla, Luis Mario escoge el habla y deja que sea la voz de su narrador la que redondee y rellene los huecos de una historia que solo se entiende tamizada por esa personalidad que se debate entre permanencia y cambio, como el propio entorno, sumido en un proceso incierto de aculturación. Un mundo que no quiere acabarse… pero se acaba, porque es imposible sobrevivir a la globalización.

Un equilibrio imposible que sin embargo hace malabares, y con la muleta del habla. El habla cántabra –que no el idioma 'cántabru'– es en la que se desenvuelve el narrador, en la que maldice y crucifica a la sarta de enemigos pero que es también la de los sueños y los afectos.

Porque, por muy «duro» que sea –así les ven los forasteros, cada vez más numerosos, que en las vacaciones les invaden desde la meseta–, esa máscara no hace sino esconder sus debilidades, la única forma de supervivencia en ese infierno grande que son los pueblos pequeños. Y cuya esencia consigue captar Luis Mario con un texto violento y bello a la vez, como la mejor poesía.

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