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Del oso al jaguar
Episodios regionales

Del oso al jaguar

El fuero de Brañosera inicia en 824 en antiguas tierras cántabras una expansión repobladora, que no se detendrá hasta la aventura colonial americana y su final en 1824

Viernes, 11 de octubre 2024, 07:16

Brañosera (la antigua Braña Osera, 'Branna Ossaria', de transparente nombre) acaba de celebrar el acto conmemorativo del 1.200 aniversario de su fuero. Otorgado el 13 de octubre de 824 (faltan dos días para la efeméride exacta) por el conde Munio Núñez y su esposa Argilo en nombre del rey de Oviedo Alfonso II, reconoció una serie de derechos a los pobladores y a quienes se avecindasen en aquellas laderas meridionales de la sierra del Híjar, en Campoo. Por este motivo, se considera a Brañosera, en la provincia moderna de Palencia, como primer ayuntamiento de España.

En las ceremonias intervino también el alcalde de Guarromán (Jaén), pues, si la localidad palentina obtuvo el primer fuero, las nuevas poblaciones colonizadoras de Sierra Morena recibieron el último de la historia, el de 1767.

Al evento de Brañosera acudió una importante representación autonómica: las presidencias de los parlamentos de Cantabria, Asturias y, lógicamente, Castilla y León, más el vicelendakari segundo vasco, junto a alcaldes campurrianos, el presidente de la Federación de Municipios de Cantabria y alcalde de Mazcuerras, y ediles palentinos. Una presencia oficial cuya justificación nos lleva a algunas de las raíces más hondas de lo que luego ha sido España. Pues la zona de Brañosera sin duda pertenecía al ámbito de la antigua Cantabria de tiempos clásicos, y después al ducado visigótico que la reorganizó tras conquistar Amaya el rey Leovigildo en 574. Pero con la invasión musulmana de 711 ese espacio se difuminó y desplazó: Tarik toma Amaya en 712 y toda la cuenca que recorría la vieja calzada romana de Astorga a Burdeos queda en peligro total.

Alfonso II 'el Casto' era bisnieto de nobles visigodos: Don Pelayo y el duque Pedro de Cantabria. Sus padres eran Fruela I, hijo de Alfonso I 'el Católico' y sobrino de Favila, el del oso de Cosgaya, y de Munia, hija de un notable vascón de Álava. Por tanto, el segundo de los Alfonsos no solo era rey asturiano, sino también cántabro y alavés (Álava entonces incluiría Vizcaya), además de galaico por alcance de su mando: en su largo reinado de medio siglo se 'descubre' la tumba del apóstol Santiago en Compostela.

La repoblación de Amaya en 860 por el conde Rodrigo de Castilla bajo órdenes del rey asturiano Ordoño I marca un hito de desplazamiento del viejo corónimo 'Cantabria'

Alfonso consolidó un reino cantábrico desde las Rías Bajas por el oeste hasta los montes Obarenes y los de Oca por el este, cuya principal preocupación era frenar las incursiones islámicas. Los Alfonsos y Fruelas repoblaron primero la franja costera: Asturias, Primorias, Liébana, Trasmiera, Sopuerta, Carranza. Pero luego estaba el reto de las faldas meridionales de la cordillera y las llanuras adyacentes.

Es aquí donde cobra relevancia la política que el rey impulsa en 824 en Brañosera: dar ventajas, vía carta-puebla, para el asentamiento de habitantes en una zona más expuesta al enemigo. Es probable que esos cinco primeros pobladores y los que luego llegaron procediesen del territorio cántabro de la franja entre cordillera y costa. Notemos que no será hasta 860 cuando sea poblada de nuevo Amaya, pocos kilómetros al sur de la actual Aguilar de Campoo, o poblado León.

En ese momento ya no hay referencias a la 'Cantabria' visigótica, nombre desplazado hacia la Rioja alta y media. 'Asturias' y luego 'León' ocuparán con sus nombres las partes orientales de la Cantabria clásica, y 'Castilla' buena parte de las otras.

El repoblador de Amaya es el conde Rodrigo (regnante Roderico comite in Castella) por indicación del rey astur Ordoño I. Rodrigo no tenía jurisdicción sobre Trasmiera, y por tanto cabe pensar que el condado de Castilla llegaba desde Brañosera y Aguilar por occidente, hasta las inmediaciones de Puentelarrá, atravesando las Loras y las merindades burgalesas, pero no en un inicio a las zonas litorales. Ya para entonces existió la abadía del Puerto (Santoña) y un partidario del rey Nepociano (que no aceptó que Ramiro I fuera el sucesor del Alfonso II), de nombre Rebelio, se apoderó de la Iglesia de San Juan de Castillo, a la que hubo posteriormente de renunciar en 863, al perder los nepocianistas la guerra civil.

El fuero de Brañosera fue ratificado en tres ocasiones posteriores: Gonzalo Fernández en 912, Fernán González en 968 y Sancho García en 998. Es el único documento que permite reconstruir la genealogía de un personaje tan relevante, guerrero y enredador político, como el conde castellano González.

El historiador Gonzalo Martínez la dibuja de modo que este conde es bisnieto de Munio y Argilo. Una hija de Fernán González y Sancha de Pamplona, Fronilde, casó con un conde de Asturias de Santillana y fundó un monasterio en Miengo.

Entre el fuero del siglo IX y el del XVIII hallamos estos conceptos: el plus ultra del retorno a la meseta norte y el del control de la meseta sur; un impulso hacia el mediodía que llegará a Canarias y a América, en colonización y encomiendas, pasando del oso al jaguar y generando el ciclo Reconquista-Conquista entre 824 y 1824 (declaración de independencia de Bolivia y cierre de la emancipación del grueso de las colonias); la apertura con Carlos III no solo de espacios ibéricos, sino también de puertos como el santanderino al comercio americano, base de la prosperidad de Santander y su 'hinterland' de meseta durante siglo y medio.

El episodio de Brañosera, si lo combinamos con la repoblación posterior de Amaya, supone una recuperación de la antigua zona cántabra, aunque ahora sin ese nombre, porque otros se sobreponen al territorio, como capas de experiencia nueva después de trastornos realmente abrumadores. Se podría decir que es un fuero cántabro por serlo históricamente la zona y genealógicamente el monarca ovetense; o castellano porque en aquel tiempo ya se había esbozado entre alto Pisuerga y alto Ebro una zona de torres defensivas ('castella'); o asturiano, porque tal era el reino de Alfonso II. Más difícil sería caracterizarlo como vascón, pero no pocos Munios y Munias hubo por allí (la madre del casto Alfonso, sin ir más lejos), de quienes vienen nuestros Muñoz y Muñiz.

Rodrigo 'in Castella' nos permite acotar la difuminación-orientalización del corónimo 'Cantabria' entre principios de VIII y comienzos del IX.

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