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'Mahmud o el Señor de las Aguas' es, que sepamos, el primer libro que se traduce al español de Antoine Wauters (Lieja, 1981), algo que, después de leer esta novela en verso ―–el propio autor ha señalado la porosidad entre poesía y novela–, nos resulta inconcebible, aunque no nos cabe la menor duda de que tal anomalía será subsanada muy pronto. Wauters es autor de una vasta obra que incluye la poesía –con títulos como 'Os' (2008), 'Debout sur la languem' (2008), con el que obtuvo el premio Emile Polak, de la Academia de la Lengua y la Literatura de Bélgica, 'Ali si on veut' (2010) y en colaboración, 'Poesía , homenaje a Aimé Césaire', 'Estados provisionales del poema XIII' (2013) y 'Poesía para Cy Twombly' (2012)– y novela,―la primera data de 2014, 'Nuestras madres' con la que recibió el premio RTBF Première, el premio SGDL Revelación y fue finalista del Premio de los Cinco Continentes de la Francophonie. En septiembre de 2018 publicó dos novelas simultáneamente: 'Piensa en las piedras bajo tus pies' y 'Yo, Marthe y los demás'. También frecuenta el guion cinematográfico. Compagina la escritura con su trabajo como editor.
El protagonista de este libro es Mahmud, un exprofesor de literatura y escritor sirio ya anciano («¿Es esto envejecer? / ¿Ver mejor el ayer que el hoy? / ¿Ver mejor el entonces que el ahora?»), aquejado de un cáncer casado con Sarah –en segundas nupcias–, poeta y ... traductora de poesía rusa. Estos dos personajes, principalmente Mahmud, tratan de simbolizar el poder de la palabra como testimonio y denuncia. Siria y las trágicas circunstancias que el país vive desde hace unos años es el tema principal sobre el que reflexionan estos versos. Mahmoud Elmachi recuerda su pasado a bordo de un barco y sumergiéndose en el lago de la presa de Tabqa (construida por Hafez El-Assad): «Me coloco el tubo. Ajusto la luz frontal. / Y aleteo despacio con el cuerpo en vertical. / Aspiro fuerte, hondo, Y todo lo que conozco y me hace huir, / todo lo que ya no soporto, pero persiste, / todo lo que se nos viene encima sin haberlo pedido nunca, / lo dejo atrás», que, con la crecida de las aguas, se tragó la casa de su infancia: «El agua fría a pesar del sol, / y la corriente cada día más violenta. / Pronto desaparecerá todo esto».
Título Mahmund o el señor de las aguas
Autor Antonine Wauters / Traducción: Borja Mozo Martín
Editorial Editorial Demipage.
Páginas 178
Precio 20,00 €.
Se sumerge en las aguas para sumergirse en el pasado y recordar otros tiempos también convulsos, no exentos de tragedias íntimas: la muerte de su primera y joven esposa, de su hijo, la cárcel –allí «no tenía ni papel ni pluma. / Así que escribí en las parades / con el dedo mojado en saliva»–―, la tortura: «Clavarme astillas en las uñas, meárseme encima. / Tres años», pero también esperanzados con la llegada de Bashar, tímido y discreto culto y afable en sus tiempos de estudiante de oftalmología en Londres, que detesta el poder pero que lo asume cuando fallece su hermano: «De inmediato, Bashar el londinense, / Bashar el de la mirada de tiburón loco, / Bashar el tímido, el tierno, el hombre / que nunca tuvo confianza en sí mismo ni en nadie más, / regresa a Siria para asistir a las exequias». Mahmud se pregunta entonces: «¿Quién iba a imaginarse lo que vendría?». «Bashar regresa al país y se convierte en otro. / La noche se llena de monstruos». El viejo poeta desconfía: «Yo no era más que un pobre viejo, y ya sabes que la edad nos vuelve menos propensos a dejarnos engañar por los cantos de sirena y los sueños de libertad».
La escritura se convierte así en un testimonio impagable de las atrocidades que cometen los esbirros del gobierno. «Existo en la memoria de las cosas», escribe. Como si quisiera quitarles mérito, achacarlas a los desvaríos de la edad, dice que estas son solo las palabras «de un viejo en una barca», las palabras del poema: «Polvo para el polvo. / Los poemas que recuerdo planearán en el aire. / Y perderán su importancia. / Ya no habrá nadie para escucharlos», porque sus poemas «no son poemas. / Son versos cargados de miedo / y de rabia y de pena», sin embargo, tal vez en un arrebato, acaba reconociendo que si ha sobrevivido ha sido «gracias a ellas, / a las palabras». Las imágenes que componen estos versos narrativos poseen, sin embargo, una descripción eminentemente lírica que recrea con un lenguaje muy cuidado, lleno de simbolismo, un paisaje marcado por el lago, con sus algas y sus gaviotas, con el soplo del viento, pero Mahmud evoca los ciruelos, el sol, el molino de aceite, los camellos, los albaricoques, la menta, el queso fresco, todos ellos capaces de suscitar unas emociones imperecederas en las que prevalece la nostalgia por lo perdido. Asistimos a los últimos días del poeta conmovidos por la furia y la violencia que han destruido su país, un país, Siria, que lleva más de diez años en una salvaje guerra civil y del que todos parece que nos hemos olvidado.
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