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«Una parte de mí escribe palabras desde los kilómetros vividos; otra, desde los pocos que me quedan por vivir». El suyo es un testamento vital escrito desde el umbral de la muerte. Destila serenidad, se sitúa en la distancia prudente y mira tanto hacia ... atrás como hacia delante, lo conocido y lo que no tiene nombre, con idéntico poso humano, con la misma rotundidad de lucidez y sentido personal. Es despedida y aceptación, meditación y construcción de un relato cuya final es sabido. El periodista y escritor Ramón Lobo (Lagunillas, Venezuela, 1955- Madrid, 2023), ante todo un contador de historias, se contó a sí mismo cuando la enfermedad acechaba, cercaba su tiempo y anticipaba su final. «Ahora escribo, medito y sueño en busca de materiales que me permitirán esculpir algo parecido a un epitafio. Somos solos eso: una frase, un párrafo corto: el resto es artificio».
Autor Ramón Lobo
Editorial Ediciones Península. 2024. Colección Biografía y Memorias. Literatura.
Precio 19,90 euros
El fruto de esa mezcla de optimismo y meditación se plasmó en un libro: 'Pensión Lobo' ('Habitación número 13') (Ediciones Península). Más que un testimonio, una confesión, una sucesión de sensaciones, lo que se desprende de su iluminada proyección es una diáfana consciencia de lo inevitable mutado en viaje: «Rescato imágenes, voces, memorias en busca de un orden que complete el rompecabezas. Quisiera tejer un tapiz que abarque mi existencia, poder verla extendida ante mí para valorar lo conseguido sin encelarme en lo que quedará sin hacer. Padezco una enfermedad grave que me va a matar en unos meses, aún no sé si en dos, tres o cinco. La suerte está echada. La percepción de la inminencia del final ilumina el camino andado, le da sentido».
«Puedo digerir el riesgo y el dolor extremo, pero me cuesta manejar la incertidumbre. (...) Después encontré un nuevo ritmo vital dentro de lo extraordinario»
«Me afecta emocionalmente tanto quiebro. Me defiendo desde el humor británico. No es fácil mantener la entereza, pero no se me ocurre otra alternativa»
«Prefiero guiarme por mi brújula vital, que se mueve imantada por la realidad. Es la única forma en la que supe vivir, la única en la que quiero morir»
«¿Por qué asumo los cánceres y la elevada posibilidad de morirme en unos mese sin enfados ni rebeldías? ¿Estoy preparado para irme sin más?
El periodista y el escritor funden experiencia y claridad, la hondura de una narración que implica gravedad y trascendencia y esa crónica sin tregua que no busca ornamentos ni artificios, sino esa escritura que disecciona con todos los matices y aristas posibles la palabra muerte. «Pasé de la insolencia de estar sano a la realidad de dos cánceres avanzados, simultáneos e independientes. Fui expulsado del País de los Inmortales, forzado a vagar por desiertos y cruzar fronteras hasta llegar al País de los Mortales. (...) Mi nueva ciudad aún carece de nombre y de un lugar en el mapa, para que mis amigos sanos puedan pensarme lejos, de vacaciones o perdido en una selva. Sea cual sea, no será poético», escribe Lobo. El autor de 'El héroe inexistente', 'Isla África', 'El autoestopista de Grozni y otras historias de fútbol', que ejerció como enviado especial a numerosos conflictos en África, los Balcanes, u Oriente Próximo, se hace preguntas, escudriña las señales que se ocultan en los pliegues del pasado y radiografía su historia final.
Reportaje biográfico, memoria con muchas voces, la escritura de 'Pensión Lobo' certifica esa cristalina precisión, ese brillo y resplandor de la comprensión en lo oscuro. Un libro de aprendizaje, puede ser, pero sobre todo una voz que utiliza sus medios más transparentes para adentrarse en el tiempo y en la falta de él, Hermosamente irónico, eco de referentes literarios, Lobo no evita la alusión a su enfermedad, a sus tratamientos, a sus caídas y fogonazos de esperanza. Y, por supuesto, a esa mirada sobre la vida desde la inminencia de la muerte con la visión periodística inherente a su ADN: «Me siento periodista, no escritor. Me cuesta escribir fluido si no siento en la nuca la presión de una fecha límite de entrega. Es lo que los periodistas llamamos deadline, una palabra que pasada por el barniz del humor negro se ajusta como un guante a mi situación. Ahora sí que tengo un buen deadline». El libro fue la última entrega de Ramón Lobo cuando apenas le quedaban unos días de vida. En su raíz se planteó como un ensayo para mutar luego, para satisfacción del lector, en unas memorias que son, en realidad, una edificación de emociones en un adiós en el que laten los restos de la pasión de vivir.
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