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Ahora que los grandes proyectos en Santander de infraestructuras culturales tienen en el arte su ecosistema común –museos, colecciones, fondos, archivos– bueno es reivindicar los espacios expositivos privados que han supuesto significativas aportaciones en el tiempo. No ya en la construcción de una educación de la mirada, sino como espejo de la evolución de artistas clave en la historia de la comunidad. Sur, Simancas, Mouro, Velázquez, Carmen Carrión, Trazos, Aes, Puntal 1 y 2, Rúa, Santiago Casar, Besaya, Cervantes, Nuble/José de la Fuente, Zoom, Pablo Hojas, Índice, Espi, Cantil, Siboney, Fernando y Juan Silió, Del Sol St, La Caverna de la luz, Espacio Garcilaso....en un itinerario que llega hasta el presente con mayor o menor huella histórica. Y Manuel Arce, Manuel Pérez, Sánchez Crespo, Santiago Malo, Coco Piris, José Ramón Saiz Viadero, Fernando Zamanillo, Juan Riancho, Mónica Álvarez Careaga, entre las decenas de galeristas de diversas generaciones implicados en este relato. En muchos casos personalidades que se han significado hasta nuestros días por su activismo cultural, agitación o divulgación.
En los setenta, periodo fundacional de ambas, coincidieron durante un tiempo, las galería Puntal 1 y 2. La primera ubicada en la Cuesta del Hospital y nacida en diciembre de 1972: Isabel Garay, Sedano, Piris, Úrculo, Campano, Vázquez… fueron algunos de los muchos artistas que participaron de una galería comprometida, «vigilada por la policía». De igual modo Puntal 2 dio cabida a nombres que daban sus primeros pasos como Uslé, Palazuelos, Izquierdo, Avecilla, Pilar Cossío. La poeta y escritora Gloria Ruiz, una de las artífices de este espacio comentó sobre el proyecto en una evocación pública: «Yo sí sé por qué hicimos la galería: era una contestación al estado del país».
Un fragmento clave de estos trayectos, al margen del precedente histórico de Sur, la galería/librería del poeta y escritor Arce, es por su fecunda labor el caso de Puntal 2. Ahora con motivo del cuarenta aniversario de su cierre, el espacio de Torrelavega será evocado en una colectiva prevista en la Sala Mauro Muriedas de la capital del Besay desde el próximo día 1 de diciembre.
Entre los años 1970 y 1983 la sala abordó una intensa actividad. Fundada por José Ramón Saiz Viadero en 1970, a partir de 1977 la dirigieron Gloria Ruiz y Luis Alberto Salcines. Su programación, diversa en cuanto a géneros y técnicas, tuvo desde el comienzo la intención de atender a los artistas de Cantabria en dos direcciones: por un lado, los de las primeras generaciones, un tanto olvidados; por otro, dar la oportunidad a los creadores que se iniciaban en el mundo del arte. Al cumplirse 40 años de su cierre el proyecto quiere recordar su trayectoria con una exposición, bajo el epígrafe 'Ayer soñé que volvía a Manderley. 40 años del cierre de Puntal 2'. En ella se pretende «contraponer una obra de las que hacían los artistas en aquellos años, con otra de ellos mismos realizada en la actualidad o muy próxima. La idea es ofrecer una muestra de la evolución de su creación plástica en este intervalo temporal, que en cierto modo, refleja la evolución general del arte en Cantabria.
Algunos de los artistas incluidos son: Pedro Palazuelos, Joaquín Martínez Cano, Berta Fernández Abascal, Ángel Izquierdo, Faustino Cuevas, Carlos Limorti, Pedro Zubizarreta, Carmen Van den Eynde, Xesús Vázquez, Fernando Lucas, Juan Uslé, Viki Civera, José Gallego, Joaquín Cano, Manuel García Seco, Marisa Bueno Miñambres, Domingo Sarrey, Fernando Lucas y José Gallego.Algunos de ellos expusieron por primera vez en su trayectoria en la galería de Torrelavega. De hecho, estarán representados por una obra de aquella exposición. Hasta el 5 de enero de 2024 podrá verse la muestra histórica. Lógicamente, en estas décadas muchos artistas que estuvieron ligados a la galería han fallecido: Miguel Vázquez, Isabel Garay, Julio Sanz Saiz, Cecilio Testón, Pablo Hojas, Ángel Doreste, Pío Muriedas, Manuel Calvo, Luz de Alvear, Jesús Avecilla, Miguel González, Ángel de la Hoz o Manuel Domínguez… Luis Salcines, que mantiene como entonces, su activismo cultural intacto, colaborador también ahora de El Diario, como articulista, sintetiza la mirada atrás de este modo: «Mucha dedicación, mucho esfuerzo, mucha ilusión supuso la aventura de Puntal 2. Queda el recuerdo de haber disfrutado, pese a los malos momentos, de un proyecto con el que crecí intelectualmente, maduré como persona y establecí unas relaciones personales enriquecedoras que me han acompañado después en la vida».
Esta exposición conmemorativa viene a paliar lo que hubiese supuesto un proyecto finalmente truncado. Hace 30 años, coincidente con la celebración del centenario de Torrelavega, el historiador y poeta Juan Antonio González Fuentes, hoy director general de Cultura, propuso al Ayuntamiento, presidido ese año por José Gutiérrez Portilla la publicación de un libro que recogiese la trayectoria del espacio. 'El mundo de la cultura en la Torrelavega de la Transición: La aventura de Puntal 2'. «Un estudio histórico (estudio por tanto crítico, basado en el mayor número de fuentes posible y enmarcado dentro de un preciso contexto) durante el periodo cronológico que en toda bibliografía se conoce como Transición española a la democracia, estableciendo para lograrlo un elemento de referencia ineludible, elemento que no es otro que el conjunto de personas y actividades que se relacionaron con el proyecto, o, en otras palabras, el mundo de Puntal 2», rememora Salcines. En septiembre de 1978 Gloria Ruiz y el propio Salcines comenzaron a desarrollar la programación de Puntal 2. Ramón Viadero, que la había inaugurado en 1970, se la ofreció unos meses antes. Estaba situada en el número 10 de la calle Juan XXIII, frente al Hospital de la Cruz Roja. El diseño fue del arquitecto santanderino Miguel Ángel Sainz de Varanda. Tenía dos plantas. En la de abajo se encontraba la librería, con estanterías adosadas a la pared y los libros con la cubierta de cara al público. En el altillo superior, al que se accedía por unas escaleras al fondo de la planta baja, se encontraba la sala de exposiciones propiamente dicha.
El logotipo de la librería lo hizo José Luis Casado Soto, quien mantuvo una relación muy estrecha con el espacio interviniendo en varias ocasiones en sus proyectos. Desde el primer momento pensaron que la programación que llevarían a cabo no sólo serían las exposiciones de artistas, estarían complementadas con una serie de actividades paralelas: recitales poéticos, musicales, conferencias, publicaciones… Se trataría de crear «un lugar de encuentro en torno a la cultura, un espacio abierto al debate, a la comunicación, tratando al mismo tiempo de apoyar a los artistas». En algunos sectores de la sociedad de Torrelavega «fuimos acusados con diferentes calificativos que iban desde comunistas rojos aún se decía, o de estar al servicio de algún partido. Ninguno estaba en lo cierto. No militamos en ningún partido político. Es cierto que teníamos una ideología que podríamos considerar progresista, crítica, pero nunca ejercimos censura ideológica alguna a la hora de programar las actividades».
La programación la realizábamos por trimestres y los días de Navidad, Semana Santa y verano la interrumpíamos aunque la librería estaba abierta. En todo caso, mostrábamos una colectiva con los fondos de la galería.
Es difícil valorar la importancia de las exposiciones que se realizaron en Puntal 2. «Cada una de ellas tuvo una importancia sentimental muy grande. Con la mayoría de los artistas nos unía una fuerte amistad. Con los nuevos, a los que conocimos, se estableció a partir de ese momento. Había una complicidad muy grande. La pena es que las ventas eran muy escasas y sentíamos la desilusión que podía sentir el artista». Lo que siempre valoraron mucho era «el clima cercano del resto de los colegas asistiendo a sus muestras».
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