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El nombre de Pura Maortua Lombera se escribe junto al de Lorca, Valle-Inclán y María Lejárraga. Se relacionó con Clara Campoamor, Ortega y Gasset, Unamuno y Fernando de los Ríos. Fue uno de los nombres propios del teatro de la primera mitad del siglo XX, escenógrafa de la obra de Lorca con quien trabajó mano a mano. Mujer progresista, adelantada a su tiempo, desarrolló un fuerte compromiso con el feminismo y la cultura.
El municipio cántabro de Limpias fue cuna de esta creadora nacida en 1883 en una familia acomodada, propietaria de una empresa de jabones, formada por Ramón Maortua, natural de Elorrio, y Purificación Lombera, de Limpias, padres de dieciséis hijos. Pura estudió lo que se consideraba conveniente para las mujeres de la época: un contenido poco ambicioso. Pero tuvo la suerte de poder pasar largas temporadas en Madrid al cuidado de su tío José Gómez Ocaña, catedrático de Fisiología, que frecuentaba los ambientes culturales de la capital y que viajó junto a su sobrina por Europa.
Maortua se instala definitivamente en Madrid tras casarse en 1911 con el abogado Enrique Ucelay con quien tuvo cuatro hijas. Entre ellas Matilde, la primera mujer arquitecta que hubo en España, y Margarita, filóloga experta en Lorca.
En lugar de limitarse a ocupar su lugar como esposa y madre pronto participa activamente en la creación del Lyceum Club Femenino, que funcionó desde 1925 hasta la Guerra Civil. Su sede en la Casa de las siete chimeneas fue decorada por ella quien dijo haber impulsado este Liceo por «la necesidad que sentía la mujer española de conquistar sus fueros y la consideración que le corresponde, como un ser humano».
En la directiva estaban la escritora María de Maetzu, Victoria Kent y Zenobia Camprubí. El Club se constituyó a imagen y semejanza del pionero londinense y se convirtió en un refugio feminista, un espacio de intercambio y conocimiento al que solo podían acceder mujeres de la élite sociocultural con títulos académicos o experiencias artísticas, culturales o científicas. Tenía más de un centenar de socias, entre ellas Clara Campoamor, María Teresa León, Margarita Nelken y Concha Méndez.
Para Pura el problema era precisamente ese: que no llegaba a las mujeres de la calle. Fruto de ese descontento, en 1931, junto con María Lejárraga y María Rodrigo –la primera mujer que estrenó una ópera en España– fundaron 'La Cívica', para llegar a mujeres trabajadoras y de otros ámbitos de la sociedad. En esta Asociación Femenina de Educación Cívica participaban figuras como Clara Campoamor y Fernando de los Ríos para debatir sobre los derechos civiles y políticos de las mujeres en una sociedad que precisaba una profunda transformación social y cultural. Se organizaban clases de idiomas, de corte y confección y también de música, biología y 'ejercicios intelectuales' que impartía Lejárraga. La prensa de la época definió este foro como una «asociación feminista, de acentuado perfil europeo y de amplias orientaciones modernas».
A partir de 'La Cívica' Pura impulsó un proyecto teatral bautizado con un término que inventó el propio Lorca: 'Anfistora'. La pequeña compañía, que ella dirigía como escenógrafa y que se reunía en el cine Capitol de Madrid, representó varias obras del poeta. En 1932 quiso poner en escena 'La zapatera prodigiosa' pero Lorca puso como condición estrenar también 'Amores de don Perlimplín con Belisa en su jardín', una obra censurada en 1929 por la dictadura de Primo de Rivera por obscena y pornográfica. El problema era que no quedaba ningún manuscrito completo porque habían sido todos requisados por la autoridad. Pura consiguió recuperar un libreto incautado por la policía. Con ese texto y vestuario diseñado por la propia Maortua se estrenó en el Teatro Español en la primavera de 1933. Dicen que Gregorio Marañón se levantó y abandonó el patio de butacas escandalizado con el erotismo y la «debilidad varonil» de Perlimplín que la audaz Pura Maortua se había atrevido a representar. Lo cierto es que la obra no se volvió a ver en un escenario hasta cincuenta años después.
Lorca y ella siguieron estrenando funciones. Pura consiguió permiso de Valle Inclán para estrenar uno de sus esperpentos, pero murió antes, en el invierno del 36, y su última voluntad prohibía cualquier representación para que no se utilizase su nombre con fines políticos. Los actores se rebelaron y acabaron estrenando la misma obra en otra compañía propiedad de Alberti y María Teresa León. Mientras tanto, Pura ya tenía preparado el manuscrito con las anotaciones de Lorca para representar 'Así que pasen cinco años'. Un proyecto frustrado por el asesinato del poeta.
Después del amargo paréntesis de la guerra Pura colaboró con Arturo Ruiz-Castillo, uno de los fundadores de La Barraca, en la escenografía de algunas de sus películas. Dirigió también una obra en el Teatro de Cámara y Ensayo. Al final de sus días perdió la salud y la vista. Decía de sí misma «me estoy sobreviviendo». Hasta que falleció con 89 años en el invierno de 1972.
Hace unos años el grupo de teatro de Limpias recuperó el nombre de 'La Cívica' y el Ayuntamiento bautizó la casa de cultura con su nombre. Prendiendo luz en la sombra en la que tan ingratamente había habitado Pura Maortua.
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