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O lo adoras o lo detestas, sin medias tintas. En cierto sentido, este libro se parece a la moderna 'música urbana', o incluso al autotune: hay que acercarse a él con la apertura de mente que sólo propicia la pertenencia a un grupo de edad ... o a una generación. Si lo lees en la adolescencia o en tu primera juventud, Holden Caulfield será tu ídolo para siempre. Si eres demasiado joven, o te sientes ya viejo… en fin, ¿quién no se ha topado con alguien que no puede soportar a ese muchacho díscolo, ni encuentra sentido a su deambular? Tal vez ese sea, exactamente, su secreto: la novela refleja como ninguna ese sentimiento tan intenso en la juventud, el de saberse incomprendido.
Jerome David Salinger, un judío neoyorquino de clase 'bien' nacido en 1919, dedicó casi una década a escribir esta novela, la única que publicaría en vida. Se la tomó tan en serio que cuando le reclutaron y partió a Europa para combatir en la Segunda Guerra Mundial se trajo consigo el manuscrito, que fue escribiendo y reescribiendo durante la contienda. No la terminaría hasta 1951, pero en cuanto ese verano la publicaron Little, Brown and Company se convirtió en un éxito instantáneo. La crítica la recibió como una obra maestra, y para cientos de miles de lectores estadounidenses se convirtió de inmediato en un guiño generacional.
Autor: J.D.Salinger.
Editorial: Alianza, 2010.
Páginas: 288.
Pero ¿qué tenía aquella novela para que la adorasen los jóvenes e irritara tanto a sus padres? En realidad, la trama tampoco cuenta demasiado: al joven Holden –niño bien neoyorquino, obvio trasunto del propio autor– le acaban de expulsar del instituto. Otra vez. No es mal chico, pero no se adapta a ningún sitio. Sobre todo, porque le cuesta asumir normas que considera injustas, ilógicas, incomprensibles… Tampoco le gusta un mundo que considera hipócrita, en el que no encaja. Como en unos días será navidad, Holden adelanta su viaje de regreso –estaba interno en Pensilvania–, pero en lugar de ir directamente a casa de sus padres, pasa unos días deambulando por los bajos fondos de Nueva York. Su pequeña odisea entre personajes de todo tipo, desde buscavidas y delincuentes hasta antiguos profesores o compañeros de estudios –aunque sobre todo le interese el elemento femenino– en realidad se convertirá en un viaje interior, porque lo que busca el muchacho es su propia identidad. Aunque no será fácil de encontrar.
Holden es, pues, un antihéroe, un tipo que no encaja en el triunfal escenario que son los Estados Unidos de los años cincuenta, la meca del culto al éxito. El joven, que podría parecer que lo tiene todo –salvo el amor de una chica, claro–, lo que en realidad desea es huir y abandonar ese mundo de apariencias. Todo narrado sin cortarse un pelo, además, en una época donde se jugaba al doble rasero moral, antes de que el informe Kinsey desmontase el espejismo puritano de una sociedad que demandaba ya la liberación sexual, entre otros cambios.
Salinger supo captar la rebeldía juvenil de tal manera, que su novela se adelantaría casi un lustro a la otra gran explosión cultural de la década: el rock and roll. Son expresiones artísticas diferentes, pero comparten la misma voluntad rupturista con un mundo adulto demasiado encorsetado. Sin embargo, el escritor no aspiraba a ser una estrella de rock, ni mucho menos. Abrumado por el éxito y la fama repentina, huiría de los focos de manera enfermiza, para pasar el resto de su vida oculto discretamente, sin publicar más libros ni conceder entrevistas. ¿Para qué, si su obra ya había hablado por él? No dejó de escribir, pero se obsesionó hasta el punto de que llegó a prohibir los textos promocionales de sus libros.
Sin embargo, el mundo no se olvidaría de Salinger ni de Holden. La repetición del éxito tras cada nueva traducción demostraría que se trataba de un fenómeno global, y también atemporal. A nuestro país, sin embargo, tardaría muchísimo en llegar, y lo haría primero a través de traducciones argentinas de los años sesenta. Tampoco ayudaría un título que en castellano no dice nada; el 'guardián' es en realidad un 'catcher', el jugador encargado de atrapar la bola en el béisbol. Para entonces, Salinger era ya una figura de culto y su novela un fijo en cualquier listado de clásicos imprescindibles.
El sello Alianza lo entendió como nadie, y la utilizó como cabeza de lanza de El Libro de Bolsillo, una de las colecciones más importantes del mercado nacional en el siglo XX. Las impagables portadas del cántabro Daniel Gil harían el resto.
Claro que el mayor golpe de efecto lo daría un tal Mark Chapman, que en diciembre de 1980 asesinó a John Lennon a la puerta de su casa. Con la pistola todavía humeante, Chapman se sentó a leer 'El guardián entre el centeno' hasta que llegó la policía. Es difícil comprender qué oscuros mecanismos mentales le harían conectar la novela con el crimen, pero el libro, a pesar de todo, sobreviviría incluso a su propia leyenda. Todavía hoy está disponible en casi cualquier librería del planeta, y según los datos de sus editores cada año se venden un cuarto de millón de ejemplares. Un auténtico 'longseller', desde luego.
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