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El reino peninsular unificado por los visigodos tras derrotar a suevos, vascones y bizantinos, Spania, no lleva ni cien años de vigencia cuando sobreviene en 711 el desastre tras la batalla del Guadalete. En el norte, dicha monarquía había colocado la parte occidental bajo el Dux Asturicensis, con sede en Astorga; la central, bajo el Dux Cantabriae, capital Amaya; y la inmediata oriental bajo el Comitatus Vasconiae o condado de Vasconia, controlado desde la ciudad fundada por Leovigildo tras derrotar a los vascones, y hoy capital de los vascos: Vitoria.
Esa estructura es desmantelada por el primer empuje de los invasores y la posterior sublevación cristiana. Tariq ben Zyad conquista Amaya en 712. Los musulmanes entran en Galicia y Asturias y llegan a establecer una guarnición en Gijón mismo. Es de suponer que la caída de Amaya supuso la dominación bereber de una parte de Cantabria. Y la zona vascona estuvo muy a merced de las expediciones musulmanas.
Ni Pelayo, ni Favila (el muerto por un oso en Cosgaya), ni Alfonso I ni su hermano Fruela (hijos ambos del dux Pedro de Cantabria) llegaron a 'reconquistar' nada. Bastante tuvieron con reorganizar y repoblar el espacio al norte de la cordillera cantábrica, entre el Atlántico gallego y los vascones. Pero en 741 sucede algo importante: la querella intestina entre musulmanes hace que los bereberes del norte acudan al sur a luchar contra los árabes andalusíes. Y ante ese vacío de poder, los hermanos Alfonso y Fruela se dedican a crear un colchón estratégico protector en la cuenca del Duero. Se dedicaron esencialmente a desestructurar la red de ciudades heredadas de la época romana y a llevarse al norte a sus élites dirigentes. La Meseta norte experimentó un fuerte retroceso en el nivel de civilización. Digamos que se asilvestró considerablemente.
Alfonso y Fruela realizaron esa labor esencialmente al oeste de la vertical del Pisuerga y de ahí hasta la cordillera central cuando les fue posible. La parte oriental fue objeto de la atención de su hijo y sobrino respectivo, Fruela I, que estructuró las Bardulias, tratando efectivamente de controlar una zona estratégica que dificultase las devastadoras expediciones musulmanas ('aceifas') que llegaban frecuentemente o por el paso desde el alto Ebro o por el paso desde el alto Duero. Este rey, casado con su sobrina vascona Munia, nieta de su tío Fruela de Cantabria, tenía claro ese necesario bloqueo protector de la cuenca del Duero.
Pero Fruela I fue asesinado en Cangas de Onís el año 768 por una aristocracia levantisca; el reino astur se retrajo hacia la llanada central asturiana y pasó la capital a Pravia. Ese proceso dejó huérfana no solo a la franja cantábrica (Primorias, Liébana, Trasmiera, y más allá Sopuerta y Carranza), sino a las Bardulias, descompuestas en tres territorios bastante autónomos que se tuvieron que buscar la vida. De oeste a este: Amaya, Castella (de 'castella', las torres fortificadas tardorromanas) y Álava. Desde Pravia se pondrá luego el nombre de 'Asturias de Santillana' a lo que había sido la costa occidental de la Cantabria clásica. El primer conde castellano es Rodrigo en 860, año también de reocupación o repoblación de Amaya.
Esa zona desasistida tras el regicidio de 768 y un poco más atendida a medida que el reino leonés se consolida y el pamplonés se expande, evolucionará después, a principios del siglo X, en micro-condados dependientes del reino de León, como Brañosera/Campoo, Castillo de Burgos y el de Castella Vetula ('castillos viejos') en buena parte de lo que un milenio después sería la provincia de Santander. También el de Álava, incluyendo la actual Vizcaya.
Ante tanta complejidad, será el rey leonés quien decida en torno a 932 agrupar territorios en un macro-condado de Castilla, asignado a Fernán González (quien según las crónicas pasó su mocedad en Marrón, Ampuero). En poco más de un siglo, ese nuevo espacio, objeto de antagónico deseo entre León y Pamplona (por un rey navarro denominado 'rex cantabrorum') se convierte en reino.
Esta es, básicamente y unida a una explicación sociológica sobre el paso de la producción esclavista a la pequeña propiedad agropecuaria y finalmente a una relación feudal, la interpretación del catedrático burgalés de Historia Medieval Juan José García González, que ha creado con sus colaboradores abundante infografía. Y sobre estas mutaciones sociales altomedievales, en la UC se han desarrollado importantes investigaciones por impulso del catedrático José Ángel García de Cortázar.
A Fruela I le sustituyeron en periodos distintos dos hijos de su tío Fruela de Cantabria: sus primos Aurelio (rey en 768-774) y Bermudo I (en 789-191); y fugazmente en 783 su propio hijo Alfonso II, que hubo de refugiarse entre la familia de su madre en Álava, para volver tras Bermudo y reinar largamente en 791-842. Y los otros reyes intermedios fueron o yernos o bastardos de Alfonso I, es decir, descendientes de Pedro de Cantabria (de quien, de una manera u otra, descendieron hasta 22 reyes). Por tanto, esa dinastía tenía mucho de cántabro-goda y de vascona, tanto como de astur.
Pero el abandono de territorios y el repliegue posterior al regicidio de Cangas está directamente relacionado con la migración definitiva del nombre de 'Cantabria' hasta la zona ibérica. La conformación de las 'Asturias de Santillana' en la parte occidental de la franja costera y la existencia consolidada de Liébana y Trasmiera, así como desagregación interior en Amaya-'Castella'-Álava, agudizan ese proceso y se necesitará toda la erudición posterior al Renacimiento para recuperar, contra el vasco-cantabrismo y el navarro-cantabrismo, la referencia de Cantabria para sus tierras originarias.
Hay, pues, una relación entre regicidio y milenario eclipse del corónimo «Cantabria» en sus viejos lares. El crimen, al impedir que el aguerrido Fruela I reconstruyese algo parecido al ducado de su abuelo paterno, fue decisivo para abrir una larga etapa de desplazamiento de un nombre que, al menos desde Asclepíades de Myrlea en el siglo II antes de Cristo, había tenido asignación bastante clara. Finalizaban 900 años de alusiones a la Cantabria centro-cantábrica y comenzaban otros tantos de periplo semiótico, cuya fascinante historia está por contar adecuadamente. Del regicidio a 'La Cantabria' de Flórez van justo mil años.
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