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La resurrección de la carne
La biblioteca portátil

La resurrección de la carne

La mirada de Tabucchi hacia la vorágine de la represión fascista puso de relevancia el papel del periodismo en la lucha por las libertades sociales

Viernes, 3 de mayo 2024, 07:19

V erano de 1938. Manuel Pereira es un veterano periodista que por fin ha conseguido una sección cultural en el vespertino Lisboa. Toda una página, nada menos. Un gran aliciente para su vida, que se le hace monótona desde que enviudara. Y la fe le consuela cada vez menos, sobre todo porque hay algo en el credo católico con lo que no comulga: la resurrección de la carne. ¿Para qué necesita en la otra vida toda esa grasa que le sobra en esta? «No, no quería nada de aquello en la otra vida, para toda la eternidad».

En plena rebeldía, más que crisis de fe, lee un artículo sobre la muerte escrito por un recién licenciado en filosofía, Francisco Monteiro Rossi. Y se le ocurre que el joven podría ayudarle en su página de cultura, para lo que le encarga la redacción de notas necrológicas. Una idea que tendrá consecuencias inesperadas para el apacible Pereira, que no ha contado con el carácter idealista de Monteiro Rossi, y sus inclinaciones políticas.

Sostiene Pereira

Sostiene Pereira
  • Autor Antonio Tabucchi

  • Editorial Anagrama, 2006

  • Páginas 192

  • Precio 10, 35 euros

Desde la primera necrológica, dedicada a Gabrielle D'Annunzio, o más bien denunciando su historial fascista, aflorará el apasionamiento revolucionario del joven. Pereira se niega a publicarla, pero le encargará nuevos artículos. Aunque seguirán siendo impublicables, el viejo periodista se los pagará, de su bolsillo. E irá conociendo una realidad que no aparece en su periódico, los movimientos sociales que la dictadura de Salazar reprime sin piedad.

Pereira se adentrará, pues, en un territorio incierto, alejándose de los discursos oficiales y descubriendo que, más allá de los dilemas de la otra vida, también le importa lo que suceda en esta. Y que conceptos como la libertad y la justicia son algo más que palabras en el juego político.

Inolvidable

Quien haya leído la novela, difícilmente olvidará los pequeños detalles, como la afición del periodista por las tortillas de finas hierbas o las conversaciones con el retrato de su difunta esposa –¿tal vez un guiño a Giovanni Guareschi?–, pero sobre todo la fórmula con la que el escritor introduce la narración, ese «sostiene Pereira» que da título a la novela, y que además son las dos primeras palabras no solo del libro sino de muchos capítulos: más de ciento ochenta veces llega a repetirse. Todo un hallazgo del escritor, que utiliza la tercera persona para contarnos la historia, pero desde el punto de vista del protagonista.

Así, en lugar de un narrador omnisciente, es el propio Pereira quien nos habla, pero a través de Antonio Tabucchi. El escritor solo cuenta lo que antes le refirió el periodista. Y trata de ser lo más fiel a su testimonio. Una solución elegantísima a los clásicos problemas de la narratología, porque, como el lector descubrirá en el desenlace de la trama, no se puede utilizar un punto de vista autobiográfico. Magistral, sencillamente.

Punto de inflexión

Pereira, decíamos, no creía en la resurrección de la carne. Sin embargo, logró algo todavía más increíble: el milagro de encontrar un público. Y es que con Tabucchi, hasta 1994, ocurría algo parecido a esa escena clásica en todos los museos de arte moderno, cuando ante un Pollock o un Miró alguien pone en duda el valor artístico de la pieza, y el experto aclara que, aunque el artista sería capaz de haber creado una obra figurativa, ha preferido romper los cánones establecidos y cambiar la estética convencional por una más personal, simbólica o incluso abstracta.

En literatura, ese artista sería Antonio Tabucchi. El italiano, antes de 'Pereira', se había labrado un sólido prestigio como autor posmoderno. Un narrador intenso, profundo, culto y sorprendente, con unos lectores muy fieles pero también muy escasos. Un escritor difícil, por decirlo así.

Durante décadas se empeñó en fabular personajes que vivían en los márgenes de la historia oficial, en dejar constancia del desamparo del individuo frente al sistema, en la búsqueda de la propia identidad en tiempos convulsos, el viaje como filosofía y obsesión… Grandes temas que le convirtieron en un autor de culto, pero que no acababan de enganchar al gran público.

Hasta que apareció su obra más inesperada, esta novela breve y en apariencia ligera, donde el estilo limpio y la estructura diáfana le permitieron no solo demostrar que el gran escritor enrevesado e inescrutable era también capaz de escribir un libro accesible para cualquier lector, pero de una enorme profundidad y con una gran carga poética y de pensamiento. Un verdadero clásico, universal y eterno, creado prácticamente en nuestros días.

En poco más de un año, Pereira transformó la vida y la carrera de Antonio Tabucchi; su novela se convirtió en un bestseller internacional, y casi de inmediato fue llevada al cine por Roberto Faenza, con una espectacular interpretación de Marcello Mastroianni. Y permitió que muchos lectores accediéramos al particular universo literario del italiano, un mundo poblado por personajes que buscan su alma, que no encajan en lo establecido o no quieren hacerlo, que sobreviven al extravío emocional e ideológico, que viven contra el tiempo y, a pesar de todo, conservan un hilo de esperanza, una pasión por la belleza, la justicia y el amor son también formas de belleza, y una profunda, muy profunda humanidad. En la que, por cierto, tampoco hace falta en absoluto la resurrección de la carne.

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