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Revelaciones del extravío
Poesía

Revelaciones del extravío

La pasión por los viajes y una mirada reivindicativa de la visión femenina conforman la antología poética de Verónica Aranda, una autora que proyecta en la escritura su experiencia nómada y su forma de mirar el mundo

Sábado, 1 de junio 2024, 07:54

Aunque no todos los libros de Verónica Aranda (Madrid, 1982) giran en torno a un mismo tema, como veremos a continuación, sí podemos afirmar que el viaje –―«Sé que el viaje también era una forma / de escapar del amor…»–, escribe― es algo más que una obsesión para nuestra poeta, una obsesión que toma cuerpo cuando el lector tiene la oportunidad, como es el caso de esta antología, de recorrer con calma su fecundo itinerario poético, el cual comienza con 'Poeta en la India' (2005) y se ha ampliado con más de una decena de títulos desde entonces, por cierto, la mayoría de ellos agraciados con premios literarios, lo que no hace sino confirmar la excelencia creativa de Aranda. Juan José Martínez Ramos matiza en el prólogo 'La casa interior de Verónica Aranda: Tentación del lugar' esta idea al referirse a la poeta en estos términos: «Verónica Aranda no es una poeta viajera ni una viajera poeta, toda vez que, en la búsqueda de esa otredad, su viaje, y por tanto su poética, parecieran remitir no tanto al afán de descubrimiento sino al asombro y de ahí al extrañamiento».

La rosa contra el lino. Antología poética

  • Autor Verónica Aranda

  • Editorial Polibea

  • Precio 15,50 euros

No resulta inconcebible, sin embargo, conciliar ambos aspectos, porque, a tenor de lo leído en estos poemas, la palabra poética que da cuenta del asombro es capaz de descubrir al mismo tiempo nuevos matices no solo para el lector, también, aventuramos, para la propia poeta, ... porque no puede ser fácil hilvanar nuevas impresiones a partir de lugares que se han convertido ya para muchos, sean viajeros o turistas, en lugares comunes, lugares en los que prevalece el tópico –o el mito. Como ocurre en Tánger, por ejemplo: «pérgolas, grandes fiestas hasta el alba, / un paisaje de acantos / y los caballos por el Monte Viejo»–―por encima de la visión ahormada a la experiencia individual. Verónica Aranda consigue precisamente eso, ofrecer, con un lenguaje diáfano, descriptivo y sin retoricismos innecesarios, la llave del misterio que encierran para ella monumentos y paisajes, costumbres y hábitos, belleza y podredumbre: «Cuanta más India pasa ante mis ojos / y más templos coronan mis sentidos / menos misterio sube a los tejados», escribe en el soneto 'Mirada'. No parece haber un vínculo ente los lugares visitados y convertidos, gracias a la alquimia del lenguaje, en experiencia poética. Acaso lo que los une sea esa ansia de descubrimiento que mencionábamos más arriba, de tal forma que la mirada escrutadora de Aranda es capaz de escudriñar en busca de la razón de ser de paisajes culturalmente tan alejados como Roma o Khajurraho, como Bombay o Lisboa: «Hoy vuelvo de vacío a esta ciudad / donde nadie me espera y, de repente, / me desoriento entre la multitud / y me siento en Bombay o en los andenes / de otra ciudad inmensa de la India / […] Me aferro a mi equipaje y es Lisboa / la que se va enroscando en mi tristeza».

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