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El Museo Nacional de Escultura de Valladolid dedica una exposición a Luisa Roldán, conocida como 'La Roldana'. Nacho Gallego / EFE
La Roldana: composición, destreza y delicadeza
Escultura

La Roldana: composición, destreza y delicadeza

Mujer segura y confiada en su talento, a la sombrade su condición femenina, dos exposicionescelebran y recuerdan su legado artístico

Viernes, 7 de febrero 2025, 07:34

Culta, hija de escultor y artista extraordinaria. Postergada por demasiado tiempo, en los últimos años la escultora Luisa Roldán está siendo reconocida y valorada como se merece. Análisis recientes más precisos han permitido atribuirla algunas obras que se creían realizadas por otros. Una exposición monográfica 'Luisa Roldán. Escultora Real' en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, y otra en el Museo del Prado de Madrid, dedicada a la escultura del color en el siglo de Oro, la celebra y recuerda.

También llamada La Roldana, vivió en la España de 1652 a 1706. En la actualidad es considerada como una de las grandes figuras del arte barroco español. Con Carlos II fue la primera mujer escultora de cámara. En agradecimiento por este título regaló al rey la magnífica talla de San Miguel con el demonio a sus pies, para el Monasterio de San Lorenzo del Escorial y que ahora se exhibe en la nueva Galería de las Colecciones Reales de Madrid. Esta obra le proporcionó reconocimiento y fama en su época. Con más de dos metros de alto representa a un victorioso san Miguel que valiente y tranquilo apoya un pie sobre las costillas del diablo, vencido, retorcido y suplicante. Su brazo levantado con la espada de luz, y una tela roja a modo de manto, símbolo de poder y dinamismo, deja muy atrás la iconografía de La guerra de las Galaxias.

Especulación

El tamaño de las tallas de madera, el trabajo con gubias y demás herramientas, no parecían en esos años apropiados para una mujer. Contemplar su San Miguel con el demonio a sus pies, impresiona por su altura, la envergadura de las alas y la precisión en los detalles. Se ha interpretado al arcángel como un autorretrato y al demonio como su marido. Se suele afirmar que era una mujer infelizmente casada con un escultor mediocre que no ganaba suficiente dinero para mantener a la familia. Lo cierto es que no hay datos sobre su vida privada que apoyen esta especulación. En la talla se puede ver la firma de la artista en la sandalia del arcángel. 'Luisa Roldán, por mandato de nuestro señor Carlos II'. Y la fecha, 19 de mayo de 1692, grabada en la cadena del demonio.

En las cartas dirigidas a Felipe V, dudaba de si podría vivir de su arte, pero no de que fuera una gran artista

Son escasos los documentos acerca de su obra artística. El sistema legal de su época prohibía a las mujeres casadas firmar documentos oficiales. No se ha hallado ningún contrato a su nombre. Se supone que delegó en su marido las cuestiones administrativas. En la restauración del Ecce Homo de la catedral de Cádiz, se ha encontrado un documento autógrafo donde dice que es ella la autora la obra en compañía de su marido. También se han localizado su partida de bautismo y los detalles del casamiento.

Se conservan cartas que Luisa envió a la corte en el tiempo que vivió en Madrid. Una de ellas a Carlos II solicitando que se le asigne la 'ración', un pago regular de la casa real, que merecía por su título. Parece que se le concedió la asignación, aunque no hay constancia de que lo recibiera. Sí se sabe que pasó dificultades económicas. Asimismo existen cartas dirigidas a Felipe V y a María Luisa de Saboya. En ellas resalta la calidad de su trabajo y la petición de apoyo para sobrevivir. Dudaba si podría vivir de su arte pero no de que fuera una gran artista.

Luisa Roldán creció en el ambiente artístico del taller de su padre, Pedro Roldán. Tanto ella como sus hermanos trabajaban en él que recibía encargos de madera para grandes retablos destinados a iglesias, conventos y cofradías. En el taller familiar conoció todo lo relacionado con los aspectos técnicos para el diseño y la ejecución de las figuras y los otros temas importantes de su profesión.

Deseo de independizarse

Se casó con Luis Antonio de los Arcos cuando ambos tenían diecinueve años. Se desconocen las causas por las que el padre de ella no dio su consentimiento. Pero la iglesia católica consideraba un matrimonio válido si la pareja se comprometía libremente ante un sacerdote y dos testigos. Existe un archivo detallado sobre 'Declaraciones de Luisa Roldán y Luis Antonio de los Arcos ante el juez eclesiástico de Sevilla'. Probablemente tendría el deseo de independizarse de su progenitor y formar una identidad artística propia.

A partir de este acontecimiento, Luisa se va de la casa familiar. En ese tiempo no se conocen encargos firmados, aunque era normal que en los contratos para retablos no aparecieran nombres. A pesar de que su padre no aprobó su casamiento se cree que siguió trabajando en el taller familiar como también lo hicieron sus hermanos. El prestigio de los Roldán proporcionaba numerosos encargos, pero a pesar de eso ganarse la vida no debió ser fácil para ella.

Hacia 1684 cambia su residencia a Cádiz. En Sevilla no había un espacio laboral para los jóvenes artistas, mientras que en la cuidad gaditana estaba creciendo por el auge del comercio con las Indias. En Cádiz se encuentran varias de sus tallas en iglesias y en la catedral. En esta última pueden verse los santos patrones de la ciudad, san Germán y san Servando, dos hermosos trabajos. En las obras de esa época se puede observar tanto la influencia del taller paterno como su capacidad innovadora. Era una mujer que se sentía segura y confiada en su talento.

Pequeñas figuras

Hacia 1688 se trasladan a vivir a Madrid con la intención de aprovechar las oportunidades que ofrecía la corte real, los aristócratas y las órdenes religiosas. Pero la ciudad era un medio con el que no estaba familiarizada. Probablemente confió demasiado en su reputación pero Madrid, entonces y ahora, era una plaza difícil. Su producción en madera fue escasa en esos años. Buscó otras formas de conseguir dinero y pasó a elaborar pequeñas figuras, delicadas y hermosas, en terracota. La primera que se conoce firmada y fechada es de 1691, el 'Descanso en la huida a Egipto'. Muchas piezas se encuentran en colecciones privadas, conventos y museos. También en la Hispanic Society de Nueva York y en manos privadas de Inglaterra.

El que haya tan pocos datos sobre su vida hace que se le apliquen toda clase de estereotipos. Era una gran artista y era una mujer. Una mezcla complicada. Luisa Roldán no es una excepción por sus dificultades sociales y económicas que padeció. Pocos días antes de morir hizo declaración de pobreza ante notario. Otros artistas, no solo mujeres, tuvieron en esa época la misma situación en su vida. Notable, valiosa, el mismo día de su fallecimiento recibió de la prestigiosa Academia di San Luca de Roma el título de Accademica di Merito. Parece que la obra que les envió no se conserva, pero sí su descripción: «una Virgen en relieve de terracota, hecha por su propia mano y coloreada con putti y Nuestro Señor».

Composición, destreza y delicadeza en todos los trabajos de Luisa Roldán. Las dos exposiciones son una oportunidad maravillosa de apreciar las obras de una de las escultoras más importantes del arte español.

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