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Ángela Molina protagoniza 'Polvo serán', la nueva película de Carlos Marqués-Marcet que se estrena en el mes de noviembre. DM
Cuando sabemos el final de la película

Cuando sabemos el final de la película

Drama. En el otoño audiovisual coinciden varias historias que inciden en la superación del tabú de la muerte, sin renunciar al pudor necesario, que se plasman en narraciones muy positivas para los espectadores

Viernes, 25 de octubre 2024, 07:56

Parecía que el último tabú en las representaciones audiovisuales y en las conversaciones de la gente en ámbitos formales era el sexo; efectivamente, hemos visto en películas 'normales' secuencias de sexo no simulado y hoy se puede hablar con asepsia médica de todo tipo de situaciones y prácticas en las relaciones sexuales. Pero queda la muerte como tabú y –como algunos sociólogos han constatado– en las sociedades urbanas contemporáneas los rituales de duelo han desaparecido de la vida familiar para situarse en los estándares de consumo comercial establecidos por las empresas funerarias.

En cualquier género cinematográfico abundan las muertes de personajes, pero lo más frecuente son los asesinatos en películas de intriga y acción, o los fallecimientos de seres queridos en los melodramas al uso; es decir, representaciones en historias alejadas de la experiencia del espectador. La muerte cercana y dolida, más aún la muerte propia, era hasta hace muy poco el otro tabú vigente en el cine. Pero las cosas están cambiando y parece que estamos contradiciendo la conocida opinión de André Bazin de que «como la muerte, el amor se vive y no se representa (…) la representación de la muerte real es también una obscenidad no ya moral, como en el amor, sino metafísica».

Coinciden en cartelera este otoño series y películas que abordan con serenidad –esto es, sin subrayados melodramáticos ni argumentarios para apologías– el cuidado de enfermos en su fase terminal o, más directamente, la opción por poner fin al dolor de la muerte anunciada. En la tercera temporada de 'Rapa' (Movistar+, 2024, 6 ep.) el profesor con ELA interpretado por Javier Cámara, coprotagonista de las investigaciones policiales, solicita y obtiene de las autoridades sanitarias la aplicación de la eutanasia. Nunca hubiéramos pensado que un héroe de ficción hallara la muerte de ese modo, aunque hay que reconocer el valor para ello.

Pero ha sido la muy libre adaptación de Pedro Almodóvar de la novela de la escritora neoyorquina Sigrid 'Cuál es tu tormento'—que se estrenó el pasado viernes– la que de forma más directa y realista aborda cómo gestionar la propia muerte y cómo conseguir el apoyo de los seres queridos. Buscando un mercado más amplio para un filme intimista, desprovisto de todo humor y espectáculo, Almodóvar ha rodado en inglés con actrices que llenan la pantalla: Tilda Swinton ('Martha') y Julianne Moore ('Ingrid'). Con el impulso del León de Oro del Festival de Venecia 'La habitación de al lado' (2024) pone en escena el encuentro de una escritora con una amiga, antigua reportera de guerra, que sufre una enfermedad en su última fase y que, en un contexto social y político de rechazo legal a la eutanasia, busca en sitios clandestinos de la 'Dark Web' pastillas con que poner fin al peso insoportable de su existencia.

Con su delicadeza habitual en el tratamiento del dolor humano, muy presente en las últimas películas, Almodóvar se ha apoyado en los cuadros de Edward Hopper (1882-1967), con su luz crepuscular o nocturna que otorga una existencia fantasmal a seres humanos contemplados desde la distancia; tipos inquietantes que miran por ventanas buscando un horizonte para sus vidas o se dejan acariciar por los últimos rayos de sol. Con una hija alejada y el cáncer que avanza, la reportera Martha toma las riendas de su destino con una madurez sorprendente, sin descartar el dolor que va por dentro. El acompañamiento de Ingrid es fundamental y, sobre todo, muy empático para apoyar sin juzgar en una decisión tan costosa.

Así mismo vemos un apoyo admirable en 'Los destellos' (2024), dirigida por la talentosa Pilar Palomero –una de las mejores películas españolas de este año– que también adapta un texto literario, el cuento 'Un corazón demasiado grande' ('Bihotz handiegia') de la escritora vasca Eider Rodríguez. La protagonista absoluta, Isabel, una divorciada que ha rehecho su vida en una casa en el campo, se ve impulsada por su hija a ocuparse de su exmarido, que padece una patología cardíaca grave e irreversible. Isabel, encarnada por la espléndida actriz alavesa Patricia López Arnaiz, merecida Concha de Plata del último festival de San Sebastián, se muestra inicialmente reticente y adivinamos que la ruptura y relación posterior con su exmarido no fue fácil. Pero hace de la necesidad virtud y cuida del enfermo con la fortaleza que otorga un compromiso moral solidario del emocional que vivió en el pasado. En este sentido, 'Los destellos' me parece una película modélica, modelo para la conducta que hemos de asumir incluso cuando el cuerpo nos pediría huir de situaciones tan duras.

En unas semanas se estrena otra película española sobre el tema de la eutanasia o, más precisamente, el suicidio asistido. Carlos Marqués-Marcet, un cineasta sensible como revela su anterior largo 'Los días que vendrán' (2019) sobre los sentimientos que crecen en una pareja a partir de la espera de un bebé, echa mano del soneto de Quevedo 'Amor constante, más allá de la muerte' cuyos dos últimos versos rezan «serán ceniza, mas tendrá sentido, / polvo serán, mas polvo enamorado», para el título de su drama 'Polvo serán' (2024). Una excelente Ángela Molina que hace de mayor, pero no de vieja, y el actor chileno Alfredo Castro componen una pareja de larga vida que, ante el diagnóstico de enfermedad terminal para ella, deciden poner fin a sus existencias y viajan a Suiza para ser ayudados. A sus hijos les cuesta, pero terminan por aceptar la decisión, probablemente porque en ella ven un paso más en la historia de amor de sus padres, lo que el relato subraya con la inclusión de algunos números musicales.

Lo más llamativo de 'Polvo serán', de la serie citada y de las películas de Almodóvar y Pilar Palomero es esa superación del tabú de la muerte, que sin renunciar al pudor necesario para algo tan radical en la existencia de los seres humanos, se plasma en narraciones muy positivas para los espectadores, con el talante de las fábulas morales de la literatura milenaria.

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