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Santander: ¿identidad, escaparate, clúster o calco?
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Santander: ¿identidad, escaparate, clúster o calco?

Ante el reto de los proyectos culturales que albergará la ciudad se antoja clave un debate de presente y futuro. Una monografía colectiva, con el antecedente de unas jornadas, plantea disecciones y reflexiones.

Guillermo Balbona

Santander

Jueves, 16 de enero 2025

«El museo fue desde sus inicios un constructo político, utilizado como herramienta al servicio de los intereses de poder. Intereses ideológicos, con los que se interpreta la historia y la actualidad. Pero también, y hoy primordialmente, intereses económicos. La instrumentalización de las instituciones culturales en todos los niveles de la Administración está a la orden del día en España...». La reflexión es de Elena Vozmediano, crítica de arte, una de las voces más lúcidas a la hora de trazar hojas de ruta intelectuales y disecciones sobre el hecho cultural con criterio y profundidad. En su escrito, bajo el epígrafe 'Colaboración, sostenibilidad, masa crítica', apunta que el Ayuntamiento de Santander parece dispuesto a abrazar un modelo de ciudad turística que tenga en las infraestructuras culturales uno de sus principales reclamos, pero «sin haber definido un diseño global que equilibre contenidos y funciones, y que atienda en este ámbito las necesidades reales de los ciudadanos». A su juicio, «no es adecuado hablar de una 'ciudad de museos' o de una 'ciudad cultural'. Son eslóganes que pueden funcionar en el marketing turístico pero son también evidentes exageraciones». Vozmediano asegura que lo que se están preparando en Santander es «un pequeño (...) clúster de museos». Estos análisis se integran en el volumen '¿Museos para quién? ¿Museos cómo? El caso de Santander y sus contextos', que ve la luz en el sello Ediciones Trea, junto al Ayuntamiento santanderino y Atlas Museo del Ministerio de Ciencia e Innovación. La obra, que ha contado con el catedrático de Historia del Arte, Luis Sazatornil (ahora en la UNED, antes en la UC) en labores de editor, aún no ha sido presentada oficialmente por los responsables municipales. La configuran una decena de estudios, radiografías o reflexiones de otros tantos profesores, gestores culturales, estudios e investigadores, y se enmarca en la celebración de unas jornadas celebradas hace dos años en Santander.

En la publicación asoma la regeneración urbana del frente marítimo y sus circunstancias culturales, políticas o urbanísticas durante las últimas décadas, abordada por el profesor de Historia del arte de la UC, Javier Gómez; o los contextos culturales, históricos y geográficos en que los nuevos proyectos se han ido gestando, a través de análisis como el de María Dolores Jiménez-Blanco, exdirectora general de Bellas Artes, vocal del Patronato del Prado y colaboradora de los más importantes museos.

Además, se analizan las colecciones que se están incorporando a esta renovada y amplia oferta, que abarca desde la arqueología prehistórica, contextualizada por Roberto Ontañón, director del Mupac, o los «maestros antiguos» que repasa el catedrático de Historia del arte de la UC Julio J. Polo, que estudia las colecciones del MAS o del Banco Santander, hasta las vanguardias con José María Lafuente, fundador del Archivo al que da nombre. Se analiza, igualmente, el reto arquitectónico de estos nuevos museos con Borja Baselga, director de la Fundación Banco Santander; la creciente importancia de la investigación histórico-artística en los museos con Javier Arnaldo, director del Centro de Estudios del Museo del Prado, o los proyectos cercanos de ampliación en museos de la cornisa cantábrica, caso modélico del Museo de Bellas Artes de Asturias. Y, finalmente, desde el ámbito de la crítica de arte Vozmediano valora los nuevos retos de los museos, «desde la necesaria colaboración interinstitucional a la deseada sostenibilidad o el impulso a la crítica ciudadana».

El Ayuntamiento propició las Jornadas 'Patrimonio y Ciudad ¿Museos para quién? ¿Museos cómo?', que se celebraron hace más de dos años. El objetivo era abrir una reflexión, desde Santander y sus actuales circunstancias, sobre el papel de los museos y otros espacios culturales en la sociedad actual

Dada la raíz institucional de la convocatoria que condujo a las jornadas de ponencias y debates, la presentación incluida en el libro cuenta con una declaración de principios de la alcaldesa de Santander, Gema Igual, en la que subraya, sin salirse del discurso mantenido en la última década, la importancia de los museos y los centros culturales que, a su juicio, «va mucho más allá de su papel como contenedores de arte; al ser espacios de diálogo, de intercambio de ideas y de aprendizaje». En Santander, destaca la edil, «estamos comprometidos en garantizar que estos lugares además de mantener su relevancia cultural, sigan evolucionando para estar al servicio de todos los ciudadanos. La cultura es un derecho fundamental, y los museos son una herramienta clave para fomentar la participación activa y crítica de la ciudadanía, para acercarnos a nuestra historia y proyectarnos hacia el futuro con creatividad e innovación».

La regeneración urbana del frente marítimo; sus circunstancias culturales, políticas o urbanísticas durante las últimas décadas; los contextos culturales en que los proyectos se han ido gestando; las colecciones que integran la renovada y amplia oferta y el reto arquitectónico son objeto de análisis

En la introducción de la publicación la historiadora del arte Karen Mazarrasa y el propio Luis Sazatornil enuncian el epicentro de la clave: «Más allá de los beneficios objetivos derivados de esta ampliación de la oferta cultural, cabe preguntarse sobre el posible origen de su público, sus beneficios económicos, sus modelos de gestión y financiación, su coordinación o sus efectos reales en la infraestructura cultural de la ciudad».

Ombliguismo

La paradoja, muy santanderina por otra parte, ha sido que hasta llegar aquí, punto de inflexión o encrucijada ante el reto de futuro que simbolizan los diversos espacios culturales y museos en marcha, solo ha primado la individualidad, el qué hay de lo mío, la falta de un corpus colectivo de acciones y actuaciones con perspectivas comunes y una sensación de improvisación. Es verdad que Santander ha dejado atrás algún que otro rictus cultural enquistado en el ombliguismo y la cortedad de miras y esa caspa del ensimismamiento y de aldeanismo engolado, pero apenas se han propiciado debates y reflexiones coherentes y colectivas sobre esa ciudad cultural tan trillada como enunciada. El análisis, el más profundo de la pasada década, también plasmado en un libro, fue el del sociológo y ensayista Javier Díaz en 2013, quien elaboró por encargo de la Universidad y de la Fundación Santander Creativa, un ingente y preciso 'Diagnóstico del sistema cultural de la ciudad de Santander'.

Ahora el único esbozo serio y con ánimo decidido de plantear una disección de la radiografía del Santander del siglo XXI, el contexto en el que habitan sus pretensiones y los sucesivos interrogantes, es el originado en las citadas jornadas y como reflejo, negro sobre blanco, este libro coordinado por Luis Sazatornil.

Las reflexiones de esta serie de ensayos de distinta dimensión pero vertebrados todos ellos por la necesidad de generar debate y analizar el nuevo paisaje de ciudad, parte de cómo en las últimas décadas diversas instituciones han ido introduciendo espacios culturales en el frente marítimo de Santander. Ese proceso culmina ahora con la llegada de varios proyectos distribuidos por ese «frente cultural», como el centro asociado al Museo y Centro de Arte Reina Sofía / Archivo Lafuente, la nueva sede del Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria o Faro Santander, que albergará la valiosa colección del Banco Santander. Todo ello visto como «el mayor proyecto de renovación urbana en la ciudad desde la reordenación surgida del incendio de 1941», según expresa Sazatornil.

El volumen recientemente editado traza así un detallado itinerario por las circunstancias culturales, políticas o urbanísticas que están en el origen de esos centros y proyectos. No obstante, se subraya que «ante las dudas y dificultades que han acompañado ciertos proyectos, surgen algunas reflexiones y debates sobre el papel de los museos y otros espacios culturales en la sociedad actual». Y ahí surgen los interrogantes básicos: «¿Cuál es su público objetivo?, ¿serán meros escaparates para el «turismo cultural sostenible»?, ¿será otro clúster de museos más?, ¿cómo pueden implicar a la red cultural local y generar espacios críticos?, ¿cómo coordinarse e impulsar una oferta cultural, académica y científica seria, transparente y profesional?, ¿serán museos con raíces fuertes?».

Resistencias y nostalgias

El catedrático Sazatornil en su flashback por los 'Espacios culturales para la renovación urbana de Santander (1985-2025)' ya hace referencia al impulso dado a los nuevos proyectos, pero llama la atención sobre un contraste claro: «Frente a la contundencia y sentido de la oportunidad con que han sido recibidos muchos de los proyectos para los arrasados paisajes portuarios de Bilbao, Gijón o Avilés, los destinados al elegante frente marítimo santanderino, (…) han conocido dudas, propuestas erráticas y un sinfín de resistencias y nostalgias». Tal coyuntura, añade, «se ha traducido en abandonos, contrapropuestas, costosos modificados, falta de colaboración y acuerdo entre administraciones o demandas judiciales que, en ocasiones, han ralentizado, condicionado o frustrado el desarrollo de los proyectos». En su revisión Sazatornil siembra la documentación de casos como el frustrado del Museo de Cantabria con conclusiones muy significativas del estado de la cuestión al aludir a «las dudas e incertidumbres que han rodeado la política de museos en Cantabria durante las dos primeras décadas de este siglo». Y la mirada crítica pone el foco en esa «muy necesaria reorganización –particularmente en Santander–, junto a la falta de colaboración institucional entre administraciones (a pesar de los acuerdos del intermitente Consorcio de Museos) han provocado no pocos desajustes y desmentidos en la larga —y a menudo errática— gestación de esa «política museística» que se viene demandando desde la sociedad y la prensa regional».

Sazatornil recorre los la cronología documental de espacios como el MAS, reabierto el pasado año; la problemática rehabilitación de la Biblioteca de Menéndez Pelayo (cuyas obras permanecen paradas), la convulsa vida provisional del Museo de Prehistoria hasta la actual construcción de la nueva sede en Puertochico; el patrimonio cultural portuario, del Palacete al Centro de Arte Faro Cabo Mayor; el anillo cultural, el Archivo Lafuente y el centro asociado del Museo Reina Sofía, más el Faro Santander.

Javier Arnaldo, en el capítulo de este volumen sobre la pertinencia de los Centros de Estudios en los museos, reflexiona sobre el debate entre instruir y deleitar (docere et delectare) en los museos y defiende, por la parte del instruir, su capacidad de investigación, generación de conocimientos, mediación y transferencia». Los espacios de confluencia entre los museos y la investigación, opina, «deberían ser habituales y un modesto clúster de museos como el de Santander podría generarlos. Así lo defienden Jiménez-Blanco y Vozmediano en esta monografía, apostando por que el futuro Archivo Lafuente sea, ante todo, «un centro de investigación que, en colaboración con la red de bibliotecas y archivos de museos públicos y privados, podría generar un 'centro de estudios multisede' y albergar, incluso, un posgrado universitario». Hacia ese objetivo, más allá del mero beneficio turístico o económico, coinciden las opiniones. Como coordinador y responsable de la edición, Sazatornil responde abiertamente a los dos interrogantes que nombran esta monografía. '¿Museos para quién?:' «Sin duda, museos para todos». Aunque, como matiza Vozmediano, «unos nos pertenecen más que otros», pues los museos públicos «son los nuestros de verdad». Todos ellos, apunta el catedrático, «con el liderazgo público y la generosa aportación privada, podrían componer una oferta final que no puede limitarse a ser un mero escaparate para el «turismo cultural sostenible», sino que debe implicar también a ciudadanos participativos, artistas, creadores, investigadores, profesionales de la cultura y galeristas». Y la segunda cuestión del epígrafe que preside el libro: '¿Museos cómo?' «Pues museos que investigan, coleccionan e interpretan, que 'comunican ética y profesionalmente', accesibles, inclusivos, diversos y sostenibles (como señala el ICOM), no solo entregados al delectare del ocio y el turismo, sino también al docere de la «reflexión y el intercambio de conocimientos», la creación, el análisis crítico y la investigación. Museos que sean colaborativos y abiertos a la sociedad (también a la local); en definitiva, museos con raíces».

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