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El día 6 de diciembre de 2024 leyó Ana Patricia Botín su informe anual sobre el Banco Santander. En esa lectura expuso un concepto de transformación que lleva ya años en marcha. Se trata de una transformación tecnológica, exactamente un modelo operativo común respaldado por una plataforma tecnológica para que sea utilizada en todo el grupo. Me recordó el plan operativo tecnológico que el director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, tiene pensado para estos próximos cinco años. Ambos, presidenta y director, están en una misma vena que yo llamo poética o transformadora. Enumero a continuación otros cinco usos del dinero familiares a todos nosotros.
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'Money is a kind of poetry' («el dinero es un tipo de poesía»). ¿Dónde está la semejanza entre el dinero y la poesía? «La relación del arte con la vida es de capital importancia sobre todo en una época escéptica, ya que, a falta de una creencia en Dios, la mente recurre a sus propias creaciones y las examina, no sólo desde el punto de vista estético, sino por lo que revelan, por lo que convalidan o invalidan, por el apoyo que prestan». El dinero permite, como la poesía, reimaginar el mundo, abrillantarlo de nuevo, imaginar los grandes viajes y realizarlos, estar alegre y, a la vez, ser cauto. Los grandes poetas son prudentes. Todo esto está inspirado por un gran director de una compañía de seguros norteamericana llamado Wallace Stevens, uno de los grandes poetas del siglo XX.
Un segundo uso del dinero es casero y piadoso. «Los dineros se han de amar / pues sin ellos muchas cosas / legítimas y piadosas / no se pueden alcanzar» (Don Alfonso X el Sabio, en la versión de Pilar, mi madre). Aquí el dinero no es sólo visto como una propiedad personal, sino también en su proyección social.
El dinero se ha de despreciar, una frase de nuestro Señor Jesucristo: «Si quieres seguirme, vende todo cuanto tienes y dáselo a los pobres y luego ven y sígueme». Este es un dinero poseído del cual nos desprendemos pero no malgastamos porque se lo entregamos a alguien que lo necesita. Eso es la ascética del dinero.
Ahora examinemos la más escandalosa frase de Wallace Stevens: «necesito lujos», «Meine Seele muss Prachtung haben». Yo traduzco «Prachtung» por lujo, esplendor, brillo, suntuosidad. Todo eso requiere dinero para hacerse realidad.
Un uso último y miserable del dinero es para lucirlo. El dinero hortera. «Madre, yo al oro me humillo, / él es mi amante y mi amado, / pues de puro enamorado / de continuo anda amarillo. / Que pues doblón o sencillo / hace todo cuanto quiero, / poderoso caballero / es don Dinero». Quevedo no discute lo que yo discuto: «Poderoso caballero / es don Dinero». El problema de esta letrilla es la primera palabra: es que implica una humillación. A diferencia de la poesía, que implica una exaltación de la sustancia de la conciencia y del mundo, el «poderoso caballero don Dinero» de Quevedo implica una inicial humillación, una devaluación, un mal gasto: «Es galán y es como un oro, / tiene quebrado el color; / persona de gran valor / tan cristiano como moro; / pues que da y quita el decoro / y quebranta cualquier fuero, / poderoso caballero es don Dinero». Tiene razón probablemente Quevedo. Su letrilla es sumamente realista y física; Quevedo era joven cuando lo escribió.
Esta plazuela surge de la relectura de los 'Aforismos completos' de Wallace Stevens publicados por Lumen con prólogo y traducción de Daniel Aguirre. Siempre me han parecido velocísimamente verdaderos, fulgurantes. Por ejemplo este que me parece fulgurante esta mañana de febrero a los ochenta y cinco: «Cuando se es joven todo es físico; cuando se es viejo, todo es psíquico». Y, en efecto, todo es ahora psíquico para mí. Mi plazuela de hoy es psíquica, porque yo no quebranto nada ya, excepto a mí mismo. Hemos pasado del poderoso caballero que fue Quevedo al licenciado Vidriera. De una fenomenología del poder a una fenomenología de la fragilidad.
Ilustración: Marc González Sala
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