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Sergi Pàmies, a las dos serán las tres
Elena Blanco
A golpe de talento

Sergi Pàmies, a las dos serán las tres

Ironía y ternura es su ecuación. Lo confesional es el inicio de la madeja hacia un hallazgo deslumbrante. Cuentos para que no pase el tiempo.

Guillermo Balbona

Santander

Viernes, 16 de febrero 2024, 07:13

Son como un cobijo mullido, pero explosivo. Como eso caramelos que de pronto se rebelan en la boca. Reconocible, intimista, cómplice. Ya lo sabemos, a veces lo pequeño, la anécdota, lo leve, lo escondido en lo cotidiano se vuelve grande, significativo, grave, revelador. Y ahí está, como un rastreador, Sergi Pàmies para contarlo. Insigne cuentista, la ironía, el periodista, el narrador, lo confesional fluyen frente a la realidad y construye un mundo definido donde voz y estilo se funden incombustibles, exactos, en una atmósfera inasible, nebulosa entre la ficción y lo personal. El tono de fantasía, fabulador, contagia lo que parecía un fragmento de experiencia.

Sergi Pàmies (París, 1960) ha regresado con los diez cuentos de 'A las dos serán las tres', ese campo minado que el escritor, crítico, articulista siembra de fino humor y de hallazgos sutiles. El autor de 'La bicicleta estática' –junto a Quim Monzó– uno de los escritores con mayor personalidad y perspicacia a la hora de convertir un relato en una disección de la vida y sus máscaras, del mundo y sus asombros, mira, observa y pule las apariencias. No es mero ingenio, sino lucidez teñida de humor ácido, de efervescencia desatada, de un sentido paradójico que impregna al lector: edificar historias desde la demolición, mientras realidad y ficción entrecruzan lo tragicómico y lo inquietante. Pero para ello no hay barroquismo ni desbordamiento. Lo deslumbrante está encauzado por una prosa elegante, diáfana.

A las dos serán las tres

A las dos serán las tres
  • Autor Sergi Pàmies

  • Editorial Anagrama, 2024

  • Páginas 136

  • Precio 16,90 euros

El paso del tiempo, la reflexión o la digresión oportuna salpican su escritura. Hay sensibilidad y transparencia, inteligencia y experiencia. Desde hace más de una década en sus libros, se decanta por mirar al mundo desde una azotea confesional. Sin embargo, a la hora de adentrarse en el flujo con el lector, la autoficción, lo autobiográfico son solo referentes de una geografía literaria donde el lenguaje es el único asidero frente a la fugacidad y la fragilidad. El resto es incierto.

El autor de 'Si te comes un limón sin hacer muecas' se desliza sin estridencias por una cuerda floja que tensa hasta el límite y cruza, y nosotros con él, a un otro lado que acaba por postularse como claro y diferente. En 'A las dos serán las tres' hay cuentos en los que el autor «investiga la relación implícita que hay entre su primera experiencia sexual y su primer ejercicio literario; un padre que le pide a su hijo que lo introduzca en el universo de las aplicaciones para ligar; un dramaturgo con tendencias depresivas que debe enfrentarse a la trágica historia de la muerte de su abuela, o una pareja que pretende decirse lo mucho que se quiere y acaba por decirse, sin quererlo, todo lo contrario».

Puertas y ventanas

Desde una ligereza que es una impostura literaria, Pàmies construye un muro habitado por puertas y ventanas, desde la ironía y la ternura, frente a los vendedores de felicidad. Como ha subrayado en alguna ocasión el propio escritor: «La ternura para compartir y la ironía para observar. Son dos grandes territorios: el humor y la emoción. Tú tienes la capacidad de emocionarte con los demás a través de una observación humorística o irónica de las cosas. Además, la ironía y la ternura ayudan a no caer en juicios demasiado sumarísimos».

En'La segunda persona', uno de los cuentos, el narrador abre la espita de su estilo único: «Ordenando armarios, tropiezo con la virginidad que perdí en el otoño de 1978. No recordaba haberla conservado como el pétalo de una rosa entre las páginas de un libro. De hecho, lo habitual es que el pétalo se marchite sin volver a ver el sol. O que un día, al abrir el libro, se caiga, se resquebraje, nos confronte con la dificultad de rememorar algo relacionado con la rosa en cuestión y nos obligue a recogerlo y tirarlo a la basura. Afortunadamente, la virginidad no se ha caído y no he tenido que arrodillarme para recomponer el rompecabezas del pétalo». Su libro está precedido de una cita que constituye toda una declaración de principios: «En el amor las mismas palabras que sirven para decir la verdad sirven para mentir», sentencia de Francesc Pujols.

Pàmies, que se dio a conocer con 'Debería caérsete la cara de vergüenza', abraza en ese primer cuento lo iniciático de su aventura literaria con la propia virginidad. Tras el abandono de la poesía por una mala crítica, apareció la lógica de los cuentos. La familia, las figuras que han estado significativamente presente en su trayectoria, caso de Manuel Vázquez Montalbán, atraviesan las páginas. Una mirada analítica, un desprendimiento del estado de las cosas prima en estos trayectos hacia lo inesperado. El autor de 'El arte de llevar gabardina', que acaba de traducir el último libro de Amélie Nothomb, 'Los aerostatos', describía hace años en un relato (utilizado en los exámenes de Selectividad valenciana) la caída de una gota desde el grifo hasta que se pierde por la pila. Ya saben. El oficio de escribir. El oficio de vivir.

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