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Susana Chillida, en su casa cerca de Madrid. Virginia Carrasco
«Si tú me sigues…», el pacto de Chillida y Pilar Belzunce
Susana Chillida

«Si tú me sigues…», el pacto de Chillida y Pilar Belzunce

La hija del escultor traza en 'Una vida para el arte' un homenaje al tándem que formaron sus padres y unas memorias de familia

Guillermo Balbona

Santander

Viernes, 4 de octubre 2024, 07:36

Si la escritura de todo libro es personal, este lo es aún más. Recuerdos y reflexiones, reconstrucción, evocación y una radiografía familiar y pasional desde los ojos de una hija, pero también de quien se adentra en las entrañas del arte. Ella es Susana Chillida y de su libro «quizá podría decir que empezó a escribirse con el nacimiento de mi mirada al mundo». 'Eduardo Chillida y Pilar Belzunce, mis padres' es el epígrafe que acompaña a 'Una vida para el arte' (Galaxia Gutenberg), una obra que permite profundizar desde la intimidad y la cercanía en un diálogo de amor, querencias e interpretaciones, en un trayecto vital. Si en la obra del escultor vasco, las oquedades, la materia, el tacto y el vacío, lo que se ve y lo invisible forman parte de sus creaciones, de igual modo esa interralación aquí confesional atraviesa esta obra configurada por ocho apartados entre lo cronológico y la memoria, entre los pasajes vivenciales y las geografías, los lugares y las voces. «Mi madre era esencial en la vida de Chillida y él lo sabía. Al principio nadie quería tratar muchos asuntos con una mujer, la parte material y económica, así como la intendencia, pero pronto se dieron cuenta de que si querían algo de Chillida no les quedaba más remedio que hablar con ella», apunta la hija del matrimonio y autora del libro que presentará en el Aula de Cultura de El Diario, en el Ateneo, en el mes de noviembre.

La publicación

La publicación
  • Titulo Una vida para el arte

  • Autor Susana Chillida. Eduardo Chillida y Pilar Belzunce, mis padres.

  • Editorial Galaxia Gutenberg. 2024

  • Precio 21 euros

Susana Chillida, al referirse al mirar a sus raíces alude a «un mundo que estuvo desde el inicio poblado de esos objetos de hierro con que se vestía mi casa». Susana Chillida, psicóloga, fotógrafa y cineasta abordó en otras ocasiones la vida de sus padres, bien como directora de documentales y a través de algunas publicaciones. Ahora entre fechas, de década en década, testimonios, retazos, papeles y fotografías (varias incluidas en la edición) la autora retrata al artista pero sobre todo ahonda en la historia de amor que edificaron Eduardo y Pilar. «Todo empezó con un pacto cuando los dos eran muy jóvenes. Mi padre decidió dejar los estudios de Arquitectura y encarrilar su vida como escultor. 'Si tú me sigues...'».

Pilar Belzunce tenía 15 años cuando conoció al artista. Chillida-Leku, el caserío-museo, hoy en día epicentro de su legado; la agria polémica que acompañó a su proyecto de vaciado de la Montaña de Tindaya en Fuerteventura; el París de los 50; su ligazón con intelectuales como Cioran, además de artistas y galeristas, con Joan Miró como referencia más cercana; o el sonoro enfrentamiento con Jorge Oteiza, están en el libro. Coincidente con el centenario de Chillida, todo habita en este retrato emocional. El universo del escultor del 'Peine del viento' y 'Elogio del horizonte' fluye a través de los recuerdos de Susana Chillida, quien incide y subraya la importancia de la figura de Pilar Belzunce, como asidero, gestora y compañera.

Para la escritora y humanista donostiarra era una cuestión de «justicia histórica». En su descubrimiento refiere «la necesidad de incluir a mi madre en pleno derecho junto a él. Fueron una pareja de amantes del arte. Un verdadero tándem. Imposible concebir al uno sin el otro». En el libro puede leerse casi una declaración de intenciones que celebra la mirada familiar, de vida y arte: «El legado de Chillida pesa. Pesa su obra porque es materia y es sólida. Pesan las emociones. Del legado tangible de Chillida queda el hierro, queda la piedra, el acero, el papel... (...) Él hizo obras de arte y mi obra es él –el hombre que hay detrás de esas obras– y la mujer que dedicó su vida a apoyarle y a hacer posibles sus sueños con eficiencia y savoir faire. En gran parte, todo lo que Chillida dio al mundo debe su existencia al trabajo callado de Pilar Belzunce». Relatar, escribe en un determinado momento la autora, «es ponerse en primera persona, impregnar los hechos, dejar que reverberen emociones que necesitan ser transformadas».

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