

Secciones
Servicios
Destacamos
A menudo, sobre determinados episodios importantes, quien estudia la historia sabe que sucedieron, pero no exactamente cuándo ni cómo. La existencia de esos acontecimientos del pasado hay que presumirla de algún modo, y sin embargo sería difícil demostrar alguna afirmación precisa. Es como si fueran sucesos de jabón, que cuando tratas de apretarlos, se te escurren y salen disparados (y también vale la metáfora: porque hacen muchas pompas).
No escribe uno esto solo por el gusto de filosofar sobre la ciencia (que tampoco sería pecado ni aunque se hiciera en una universidad privada), sino por el sencillo hecho de que la historia de Cantabria está compuesta de muchos episodios de esas características, desde las etéreas existencias de Corocotta como guerrero cántabro (contamos con una sola fuente en Dión Casio y no es tan precisa como querríamos) o de la diócesis de Amaya como episcopado real y perdurable (el propio González Echegaray tenía dudas sobre su consistencia, y más teniendo en cuenta que Tarik en 712 y 714 y Alfonso I después atacaron la fortaleza de Amaya severamente), hasta el momento en que desapareció la esclavitud o en que se dejó de usar el nombre 'Cantabria' para lo que había sido la región visigótica así llamada.
Esto nos vale también para apuntar a las fechas en que nadie dijo ya 'vacceo', 'várdulo', 'caristio' o 'autrigón'. Podemos hablar de la última referencia escrita que nos haya llegado, pero desde luego esto podría resultar muy poco representativo y ser víctima de los azares de la transmisión de la información. Tampoco se sabe con absoluta seguridad cuándo se decidió emplear 'Asturias de Santillana' como un indicador aceptado y oficial de la zona centro-occidental de la actual Cantabria. Y hay más de un Toribio como candidato al rebautizo del popular monasterio lebaniego con ese nombre.
Cierta lógica viene en ayuda. 'Asturias de Santillana' es imposible sin que 'Asturias' se haya hecho plural desde el original 'Asturia' y el río 'Astura' (Esla), según un proceso que sigue de cerca Ángel Ocejo en el interesante libro que publicó en 2023 al respecto. Y también es impensable sin que 'Santillana' coja vuelo, lo que no podía suceder cuando el pueblo se llamaba 'Planes' y no parecía importante en el mapa. Pero claro, ¿cómo se llamaban las Asturias de Santillana de solteras? ¿Solo 'las Asturias' dentro de todo el conjunto de la franja litoral? Hay algún nombre en las crónicas, como 'Primorias', pero habría que extenderlo desde Llanes hasta Santander.
Otros acontecimientos tienen que ver con la demografía. Sin duda se registró un notable efecto de las guerras cántabras en cuanto a mortalidad y morbilidad, cambios de hábitat (reasentamientos en llanuras) y establecimiento de otras gentes (soldados, veteranos del ejército, inmigrantes de otras zonas). La paz romana también facilitaba un mayor intercambio, también humano, con pueblos vecinos como vascones (que sí, fueron romanizados, aunque durante mucho tiempo se sostuvo que no), turmogos, vacceos y los propios astures. Y después los invasores suevos, vándalos, alanos y visigodos. Añadamos el maremágnum del súbito desmoronamiento del reino visigodo después de 711, la reorganización demográfica que provocó en la actual Cantabria y los cuellos de botella de algunos eventos tremendos de aquellas fechas (entre los cuales los historiadores suelen hablar de una gran hambruna por malas cosechas y de un incendio forestal en la meseta norte que debió de parecerse a los que ha sufrido Los Ángeles hace poco).
Tiene uno la esperanza de que la progresiva mejora de los análisis genéticos propicie una mejor reconstrucción de movimientos de población. Nuestras células son documentos históricos. Para el conjunto de España es imprescindible, pues por aquí ha pasado hasta el tato y no hay archivo bastante para seguirlo con detalle (a veces ni a bulto). Algunos estudios indican que la actual distribución genética de Iberia refleja las delimitaciones de en torno a 1500 tras completarse la reconquista cristiana de la península. Los genes se parecen en el sentido norte-sur y se distinguen en el eje este-oeste. Pero esto significa que hubo un corte a partir del segmento temporal Guadalete-Cosgaya (711-722). La distribución de personal experimentó una importante mudanza.
Unas de las razones que podrían explicar la evaporación durante el siglo VIII del nombre de 'Cantabria' en el territorio del ducado visigótico de tal nombre puede ser, sencillamente, que la mayor parte de él era interior y que quedó despoblado entre las huidas cristianas primeras, la marcha de los bereberes hacia el sur a pelearse con los árabes, y la recogida de gente por Alfonso I para repoblar lo cantábrico y dejar una frontera ancha entre su reino y los peligrosos moros. Ese espacio ya no tenía unidad ni tanta gente como antes (aunque seguramente no estaba vacío del todo, pues la gente vive donde puede y no donde quiere). Es muy significativo que ni en el fuero de Brañosera de 824 ni en la repoblación de Amaya por el conde de Castilla Rodrigo en 860 haya ninguna mención a lo cántabro. En solo un siglo o siglo y medio, el corónimo ya era únicamente un testimonio literario, mientras que el Itinerario de Antonino muestra que para los romanos estaba en el mapa de carreteras.
Otro episodio de jabón es el relato de Pseudo-Fredegario según el cual, en tiempos de la invasión goda de Hispania, había en la franja litoral de Cantabria un ducado que prestaba obediencia y tributo a los francos merovingios. Lo gerenciaba un 'dux Francio' de Cantabria. Ha habido historiadores que lo han admitido, y otros que no lo consideran verosímil, como Armando Besga. Esta es una pastilla de jabón muy espumoso y resbaloso. Hubo una época en que los francos quisieron enredar en Hispania, y quizá esto forme parte de cierta publicidad cronística. O bien es posible que, ante el desmoronamiento por etapas del Imperio Romano en nuestra península, y dada la habitualidad de la navegación de cabotaje con Aquitania, la zona costera se hubiera organizada para, como cree algún historiador actual, importar cereal de Francia y sobrevivir.
Ningunos de los mencionados son episodios menores: todos merecerían constar entre los hitos esenciales de una historia de Cantabria; bastantes posiblemente ocurrieron, así o de forma relacionada. Pero no podemos grabarlos en mármol.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Cristina Cándido y Álex Sánchez
Rocío Mendoza | Madrid y Lidia Carvajal
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.