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La radiografía es ingente, plural, plena de contrastes y de caminos diversificados. Del centro a la periferia. Del canon a la alternativa. De los puristas a los rupturistas. Perspectivas, aristas, sendas, relatos. La exposición '1924. Otros surrealismos', que exhibe Fundación Mapfre, se adentra en las huellas del movimiento artístico en un itinerario que comprende tanto a sus máximos representantes y grandes creadores como a otros artistas menos conocidos que trabajaron desde la periferia de la vanguardia internacional, también en España y América Latina, y con especial protagonismo a la aportación de las mujeres.
Bajo comisariado de la historiadora del arte Estrella de Diego esta propuesta, que se podrá visitar hasta principios de mayo, reúne unas 200 obras. Sus miradas se enmarcan en la celebración internacional del surrealismo, organizada con motivo del centenario de la publicación del Primer manifiesto del movimiento. La muestra se ha reinterpretado en los Musées Royaux des Beaux-Arts de Belgique, Bruselas, y en el Centre Pompidou, de París. Tras su exhibición en Madrid viajará a Hamburgo y Filadelfia.
El objetivo es mostrar la influencia del Manifiesto redactado por André Breton en 1924 más allá de París y cómo fue interpretado y desarrollado por artistas de otros centros culturales alejados del epicentro parisino, como España, Bélgica, Brasil..., de tal modo que por un lado, asoman los 'Surrealismos con Breton lejos' que incluye artistas de regiones en las que su presencia e influencia es más distante y los postulados se diluyen o reinterpretan, como en el caso de Dalí y Gala, distanciados por desavenencias con el escritor, o los surrealistas belgas y argentinos; y, por otro, los 'Surrealismos con Breton cerca' que comprende a los artistas de México, «surrealista nato» país en el que trabajaban Diego Rivera y Frida Kahlo, o Tenerife, donde Breton fue invitado a una muestra. El nuevo proyecto, inaugurado ayer, más allá de un mero homenaje al surrealismo en el Centenario de su nacimiento oficial, revisa, con la claridad que otorga el paso del tiempo, «la concepción tradicional sobre él a la luz de la dispar recepción y reinterpretación de los postulados de Bretón en los distintos lugares y entre los distintos artistas que se adhirieron al movimiento». Estas lecturas diversas dieron lugar a esos 'otros surrealismos', a modo de aproximaciones al movimiento determinadas, en muchos casos, por esa distancia geográfica con respecto al París donde vio la luz, o por aspectos concretos cómo el papel que el grupo otorgó a las mujeres.
Hace poco más de un año la Biblioteca Central de Cantabria dio cabida ya a una muestra comisariada por Lidia Gil con el fin de «dar visibilidad y rendir homenaje a artistas como Remedios Varo, Leonora Carrington, Dorothea Tanning, Dora Maar, o Grete Stern, a través de la visión de seis artistas cántabros: Antonio Díaz Grande, Manuel Fernández Saro, Tamara García, Sara Huete, Yolanda Novoa y Zaida Salazar.
De igual modo la gran muestra en Madrid incluye el trabajo de treinta y cinco creadoras, «en un intento de devolverles al lugar que les corresponde por derecho propio en la evolución del grupo surrealista». Cada una de las secciones del recorrido comienza con la obra de una mujer, de modo que, cien años después, «cada una de ellas adopta ese papel de guía o médium que les había otorgado Breton, pero ya no será un papel retórico sino real».
La exposición se divide en tres grandes bloques sobre la tesis del estudio de diversas lecturas del surrealismo, condicionadas precisamente por la cercanía o lejanía de los postulados de Breton. Y, a su vez, la reflexión sobre los grandes temas y estrategias que preocuparon al grupo atraviesan la propuesta: «El sueño, el deseo, el automatismo psíquico, las relaciones con la naturaleza, la nueva visión de la ciudad, el cosmos y la alquimia…» , entre otros. La muestra, que se ha configurado a través del préstamo de obras de setenta y cinco importantes instituciones y colecciones particulares, nacionales e internacionales, fundamenta su discurso pivotando en la figura del fundador.
No solo fue el «padre» del surrealismo y cohesionador del grupo a través de reuniones, publicaciones y exposiciones, sino que ejerció «un férreo control» sobre sus miembros. Pero su influencia no fue igual en todos los lugares en los que se desarrollaría el movimiento: «En algunos fue más directa, y en otros se diluyó o se reinterpretó debido a diversos factores». En este sentido, la exposición responde a que «puede hablarse de 'otros surrealismos' según la cercanía o lejanía a Breton y sus postulados». El sueño y el deseo; los productos y los espacios del sueño; las pesadillas y el deseo; entre médiums: quimeras y dobles y otros encuentros extraordinarios; el castillo de los surrealistas como recuerdo del paraíso perdido; piedras, árboles y otras criaturas; ciudades invisibles, modernas, nocturnas... son territorios que siembran la muestra.
Un aspecto importante es el tratamiento del caso español. En los años veinte y treinta el país se encontraba culturalmente al margen de centros de la vanguardia artística europea como París. Sin embargo, y pese a ello, fue cuna de algunos de los más representativos nombres del surrealismo: Salvador Dalí, Luis Buñuel, Óscar Domínguez o Joan Miró. Otros artistas españoles que conocieron el movimiento a través de las revistas del grupo o de testimonios de allegados a Breton y su círculo «no han sido reconocidos como se merecen». Es el caso, entre otros, de Nicolás de Lekuona, José Alemany, Maud Bonneaud, Ángel Planells, Joan Massanet, Delhy Tejero o Amparo Segarra.
Como curiosidad significativa, una de las alusiones especialmente memorables de Breton a la piedra filosofal -y a través de ella, a su relación con la naturaleza primigenia, a la que se asocia el pensamiento mágico- «fue la que escribió al final del bellísimo texto inspirado en su viaje a Tenerife en mayo de 1935, 'El castillo estrellado': «En el flanco del abismo, construido de piedra filosofal, se abre el castillo estrellado». Entre las obras y nombres que habitan en la muestra se exhibe 'Una lámpara de inteligencia en tu corazón' de Marion Adnams (1898 - 1995). Quizá esas tres palabras definen la intención y dimensión de esta honda mirada a uno de los movimientos más influyentes.
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