
Secciones
Servicios
Destacamos
Patricia Phelps de Cisneros, coleccionista y mecenas, benefactora de museos como el Reina Sofía o el MoMA, considera que el arte contemporáneo ha completado un círculo. A su juicio, «hoy nadie estudiaría el arte moderno sin citar por ejemplo a Tarsila do Amaral». Esto representa «un gran adelanto». Para descubrir o resignificar la figura de la artista brasileña, el Museo Guggenheim acoge una exposición hasta junio que se adentra «en una modernidad brasileña que ella contribuyó a forjar, revelando la complejidad de un concepto que suscita cuestiones identitarias y sociales aún hoy de gran actualidad, tanto en Brasil como en Europa».
En los años 20, mientras advierte la fascinación exótica que Brasil ejerce sobre su círculo de amigos parisinos, encuentra en el cubismo un método de análisis y una lógica formal para adueñarse de su paisaje físico y mental, dejando a un lado convenciones y prejuicios. Moviéndose entre Sao Paulo y París, la artista actuará como puente entre las vanguardias de estas dos capitales culturales y acompaña las profundas transformaciones de su entorno cultural y social.
‘Autorretrato I’, 1924. Acervo Artístico-Cultural dos Palácios do Governo do Estado de São Paulo, São Paulo.
‘Vendedor de frutas’, 1925. Museu de Arte Moderna, Colección Gilberto Chateaubriand, Río de Janeiro.
‘Carnaval en Madureira’, 1924. Fundação José e Paulina Nemirovsky, en depósito en la Pinacoteca do Estado de São Paulo, São Paulo.
‘Distancia’, 1928. Fundação José e Paulina Nemirovsky, en depósito en la Pinacoteca do Estado de São Paulo, São Paulo.
‘Pequeña caipira’, 1923. Colección Luiz Harunari Goshima.
‘Autorretrato’, 1923. Museu Nacional de Belas Artes / Ibram, Río de Janeiro.
© Tarsila do Amaral Licenciamento e Empreendimentos S.A. Foto: © Artistic-Cultural Collection of the Governmental Palaces of the State of São Paulo / Romulo Fialdini
© Tarsila do Amaral Licenciamento e Empreendimentos S.A. Foto: © Gilberto Chateaubriand MAM Rio de Janeiro / Romulo Fialdini & Valentino Fialdini
© Tarsila do Amaral Licenciamento e Empreendimentos S.A. Foto: © Pinacoteca de São Paulo / Isabella Matheus
© Tarsila do Amaral Licenciamento e Empreendimentos S.A. Foto: © Pinacoteca de São Paulo / Isabella Matheus
© Tarsila do Amaral Licenciamento e Empreendimentos S.A. Foto: © Ding Musa
© Tarsila do Amaral Licenciamento e Empreendimentos S.A.
A lo largo de las décadas su obra «está en sintonía con su tiempo y siempre dispuesta a renovarse, a pesar de las inestables condiciones que debe afrontar en diferentes épocas y contextos una mujer artista emancipada e independiente». El museo bilbaíno comparte el mundo de Tarsila do Amaral bajo el epígrafe 'Pintando el Brasil moderno'. La muestra está estructurada en seis secciones temáticas, a Tarsila (su nombre artístico) como la creadora de una obra original y evocadora, basada tanto en el imaginario indígena y popular como en las dinámicas modernizadoras de un país en plena transformación.
Su pintura inspiró los movimientos Pau-Brasil y Antropofagia, cuya búsqueda de un Brasil «auténtico», multicultural y multirracial tiene como objetivo refundar la relación del país con los «centros» europeos de la colonización. La dimensión militante de las pinturas de Tarsila de la década de 1930 y su capacidad para «acompañar las profundas transformaciones de su entorno social y urbano hasta los años sesenta» confirman la fuerza de su creación.
Tarsila era una rica hacendada cafetera, pero transformó su destino hacia la pintura y tendió puentes entre el primitivismo indígena y el cubismo europeo, abordando la compleja cuestión de la identidad, que sigue de actualidad tanto en Brasil como en Europa. En esta cita monográfica pueden verse 147 obras de la artista que recorre toda su trayectoria. Hay un icono: la obra 'Abaporu' (hombre que come carne humana, en la lengua tupí-guaraní) que inspiró el movimiento antropofágico, cuyo manifiesto defiende que Brasil debe devorar la cultura extranjera y crear su propia cultura revolucionaria. En opinión de Cecilia Braschi, la comisaria de la muestra, Tarsila «inventó un lenguaje artístico, moderno y brasileño al mismo tiempo, en una época en la que Brasil se estaba inventando como país, como imaginario nacional y como identidad fuerte». La cronología biográfica de la artista nacida en 1886 en Capivari, en una familia de caficultores, refiere que pasa su infancia en la hacienda familiar, donde toca el piano y aprende francés con su institutriz belga. En 1902, ella y su hermana viajan a Europa con sus padres, que las dejan internas en el Colegio del Sagrado Corazón, en Barcelona.
A los 18 años se casa con André Teixeira Pinto, un primo lejano, con quien tiene una hija, Dulce, en 1906. El matrimonio solo durará 9 años y Tarsila se traslada a São Paulo, donde recibe clases de pintura académica y se dedica a la música. Tarsila funda el grupo de los Cinco, entre ellos Oswald de Andrade, quien luego será su segundo marido, y a partir de ahí viaja de forma constante. Su primera individual en la galería Percier de París, data de junio de 1926.
Un golpe de estado en Brasil la lleva a pasar un mes en la cárcel por su estancia en Moscú. Sin ataduras sentimentales, se instala en Río de Janeiro junto a Luís Martins, escritor 21 años menor y su relación más larga, unos 15 años.
La muestra Organizada por el Museo Guggenheim Bilbao y el Grand PalaisRMM.
Equipo curatorial: Cecilia Braschi, comisaria principal y comisaria de la exposición en París, y Geaninne Gutiérrez-Guimarães, comisaria en el Guggenheim Bilbao. Abierta hasta el 1 de junio.
A lo largo de las décadas, Tarsila «estuvo siempre dispuesta a renovarse, a pesar de las inestables condiciones que debe afrontar como mujer emancipada y artista independiente, desde pintar retratos por encargo a sobrevivir escribiendo crónicas culturales». El reconocimiento le llegaría en las dos primeras ediciones de la Bienal de Sao Paulo y en 1964, junto a otros artistas, representa a Brasil en la XXXII Bienal de Venecia.
Hace casi dos décadas, la Fundación Juan March presentaba la primera muestra en España de la artista fallecida en los setenta en Sao Paulo. En la muestra el visitante puede recorrer «la convivencia evocadora en su legado del imaginario popular brasileño y del cubismo y primitivismo que encontró en boga en París».
Es singular cómo dio la vuelta a los estereotipos que la prensa francesa le aplicaba, caso de frescura, exotismo, delicadeza, a través de autorretratos «en los que hacía de su rostro su marca».
El Guggenheim redescubre a la pintora con la retrospectiva más ambiciosa que se le ha dedicado en Europa: «Su intención era crear un arte, un Brasil, un pueblo». Existe «una diferencia enorme entre lo que Tarsila representa en Brasil, donde es un icono del arte moderno, y en Europa, donde apenas se la conoce», según la comisaria.
Bilbao revela el singular personaje que subyace en su creación. «Tarsila formaba parte de una élite y usó sus privilegios para acceder a ciertos espacios. Sin embargo, ella era una militante de izquierdas y su arte no era el que se esperaba de una mujer».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Carlos G. Fernández y Lidia Carvajal
Rocío Mendoza | Madrid, Lidia Carvajal y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.