!['Black and White Fashion with Handbag' (Jean Patchett), New York, 1950.](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2025/01/22/portada_%20mas_Especial%2050-50%20-%20desktop-U2101231826284T4C-U230437507360HaH-1200x952@Diario%20Montanes.jpg)
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El retrato de un pescadero londinense de 1950. La composición de un guante y un zapato que parecen seres animados. La pose imponente de un miembro de Los Ángeles del Infierno, en el San Francisco de los sesenta. O esa 'Amapola oriental única', entre la flor marchita y el bodegón. La fotografía une y funde todas estas imágenes a través de la mirada de Irving Penn (Nueva Jersey, 1917-Nueva York, 2009). Meticulosidad, elegancia, precisión, sobriedad, transparencia, entre la panorámica y la retrospectiva, la ingente mirada inabarcable del fotógrafo estadodunidense atraviesa la luz del tiempo en una muestra del artista que logró «transformar la fotografía de moda» y que convirtió «lo ordinario en extraordinario». 'Irving Penn: Centennial' podrá visitarse hasta el 1 de mayo en el Centro MOP del Muelle de Batería de A Coruña, sede de la Fundación Marta Ortega Pérez. Organizada por The Metropolitan Museum of Art de Nueva York, en colaboración con la Fundación Irving Penn, y comisariada por Jeff L. Rosenheim, es la más completa de este prolífico fotógrafo mostrada nunca en España. Centennial, creada en 2017 con motivo del centenario del nacimiento del artista, celebra su vida creativa desde sus comienzos a finales de la década de 1930 hasta los primeros años del siglo XXI.
Título de la exposición. 'Irving Penn: Centennial'. Fechas: Hasta el 1 de mayo de 2025. Entrada libre.
Sede. Fundación Marta Ortega Pérez (Fundación MOP). A Coruña. Muelle de Batería. Organizada por The Metropolitan Museum of Art de Nueva York en colaboración con la Fundación Irving Penn.
Epígrafe. Más de 160 fotografías y otras piezas únicas, abarca todas las facetas de la prolífica obra de Penn.
La exposición abarca todas las facetas de la prolífica obra de Penn: «Fotografías de moda; exquisitos desnudos y composiciones florales; los bodegones por los que sintió predilección toda su vida; muchos de los retratos de personalidades que le valieron la fama; o sus series fotográficas de gente corriente tomadas en distintos rincones del mundo». MOP, además, edita en exclusiva el catálogo en español de la exposición, volumen que ofrece una de las selecciones más amplias de las fotografías de Penn –casi 300– incluyendo las más icónicas como obras inéditas.
Como definición y síntesis cabe expresar que su mirada consistió en «romper la barrera entre la fotografía comercial y la fotografía artística, trabajando en un estilo de minimalismo refinado y elegante». Irving Penn empezó a trabajar a finales de los años 30 y su trayectoria se extendió durante más de seis décadas, en las que trabajó para la revista Vogue transformando las páginas de esta publicación de moda. «Cambió lo que una fotografía puede o debe hacer en el lugar en el que las publicidades sobre moda estaban en ese momento aisladas», según el comisario de la muestra. No obstante, la retrospectiva deja claro que el legado de Irving Penn va mucho más allá de la moda pues fue «un artista por encima de todo». Jeff L. Rosenheim subraya que en su obra se ve que es un experto en «convertir lo cotidiano en extraordinario». Consiguió «transformar el género en el que trabajaba», la fotografía de moda, y lo hizo, según el Jeff L. Rosenheim, «con cuidado, con humildad y teniendo una comprensión exquisita de cómo se construya una imagen, línea a línea y silueta por silueta».
«La cámara siempre me ha producido un gran asombro. La admiro por el instrumento que es, en parte Stradivarius, en parte bisturí», dejó escrito el fotografo. Toda su vida estudió el rostro y la figura, la actitud y la apariencia, la ornamentación y el artefacto. En sus retratos, Irving Penn «capta con inteligencia la expresión y trasluce su sensibilidad de escultor para los volúmenes y la luz». Retrató tanto a famosos, personalidades clave del siglo XX, de Picasso a Truman Capote, como a gente anónima. 'Irving Penn: Centennial' revela que poseía «un sentido increíble de la perfección, de los placeres simples, de la belleza de la forma». La de A Coruña la configuran 175 piezas en total, en las que se puede ver el telón de fondo que usaba en su estudio o un rincón en el que los modelos se sentían arropados a la hora de posar. Entre los hitos y paradas obligadas de su trayectoria, se hallan la primera exposición en solitario en el Met neoyorquino; la serie 'Pequeños oficios', realizada en su estudio parisino con la ayuda de la editora francesa de Vogue y del fotógrafo francés Robert Doisneau; y a su regreso a Londres, su matrimonio con Lisa Fonssagrive, un icono de la moda que posó en incontables ocasiones para Penn. «Las personas sensibles, cuando se enfrentan a la cámara, ponen la cara que ellos creen que les gustaría mostrar al mundo. Pero, a veces, lo que está detrás de esa fachada es más maravilloso que lo que el sujeto piensa o se atreve a creer».
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Retratos existenciales, desnudos femeninos en planos barrocos, retratos de trabajadores, bodegones, imágenes publicitarias... Muchas imágenes fotográficas de Penn son iconos del siglo XX. Un caso representativo es su retrato de Picasso: esa mirada del pintor universal, con un sombrero y una capa negra que cubre su cuerpo y que centra el plano en sus ojos. Asimismo, sus bodegones en los que convierte colillas y vasos de plástico en composiciones artísticas. Su formación precisamente le condujo a experimentar con platino, paladio y la impresión en gelatina de plata para crear copias únicas de sus fotografías.
Dos de sus pensamientos señalan la entraña de una mirada tan insegura como perseguidora de plenitud: «Puedo obsesionarme con cualquier cosa si la observo el tiempo suficiente. Es la maldición de ser fotógrafo». Cuando acechó la amenaza de lo banal, aludió al foco prioritario de su expresión con un ejemplo: «Una vez, en una sola semana y en el mismo estudio, fotografié al escultor Alberto Giacometti, a unos carniceros franceses y a unas modelos de alta costura. Fue la semana perfecta».
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Martin Ruiz Egaña y Javier Bienzobas (gráficos)
David S. Olabarri y Lidia Carvajal
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