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Vivir desde el extrañamiento

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Poesía ·

En 'Platón y asalariados', Pablo López Carballo rompe con la forma habitual de expresar las tensiones íntimas

Sábado, 20 de abril 2024, 07:50

L a poesía de Pablo López Carballo (Cacabelos, León, 1983) ha ido ganando con el paso de los años muchos quilates conceptuales, a lo que ha contribuido, sin lugar a dudas, una depuración lingüística y una ambiciosa configuración simbólica que incorpora referentes personales de no muy fácil comprensión para un lector anclado en valoraciones estéticas tradicionales, en gran parte subsidiarias de las teorías platónicas referentes a la creación poética, teorías en las que el filósofo, sin detenernos en detalles, separa el conocimiento del arte poético. El conocimiento es recuerdo –«El saber es reminiscencia», escribe en el 'Fedón'– y el arte poético es imitación de las cosas, sin participación de las ideas, pero sujeto a los dictados de la inspiración, entones otorgada por la gracia divina. Platón condena, no la inspiración, si no la forma de expresarla, pues los medios empleados por el poeta son imperfectos.

Frente a una poesía como la de 'Platón y asalariados', como frente una parte no menor del arte, la música o la literatura de las últimas décadas, herederas de los movimientos de vanguardia, es necesario eliminar los condicionantes de lo narratividad y de lo legible, ... en primera instancia. No quiero insinuar con estas palabras que estemos ante algo ininteligible a lo que solo podemos acceder mediante la intuición, pero sí afirmo que los procedimientos de comprensión exigen un acceso al poema libre de ataduras, y no es que en esto poemas predominen las fracturas formales o rítmicas, todo lo contrario, con lo que López Carballo rompe es con la forma habitual de expresar las tensiones íntimas y lo hace con un uso distintivo de lo elíptico, de lo enigmático porque, probablemente, el lenguaje con el que definir el asombro ante la realidad se muestra reacción a ser doblegado, a ser esclavo de significados consensuados por el norma. Esta contención es mucho más perceptible en la primera parte del libro, 'El azar y las ramas' (Retratos), compuesta por 84 fragmentos, generalmente breves, que en la segunda, 'Describir', integrada por un solo y extenso poema, de factura y elocución muy diferentes, más afines a los modos convencionales de expresión.

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