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Dos amantes y una fuga a la selva, el calor, la exuberancia, las debilidades humanas o la presencia aplastante de la naturaleza, un espacio asfixiante, aterrador, vasto, pero real y cotidiano. Y todo ello apenas una excusa para hablar de La Violencia, así, con mayúsculas, como esa sombra que lo impregna todo, la necesaria para sobrevivir en un entorno hostil, la de la explotación humana que trajo la fiebre del caucho en América, la del esclavismo, el racismo o la deshumanización de la colonia. Todo ello es personaje y argumento, escenario y razón para 'La vorágine', la novela de José Eustasio Rivera cuya primera edición cumple cien años. Una efeméride que ha vuelto a colocar este texto en las listas de los más vendidos en Colombia y sigue provocando enconados debates sobre cuál de las cinco ediciones que a principios del siglo XX revisó su autor es la más atrevida. Una efeméride que hace que los expertos discutan sobre si la lectura adecuada debe partir del contexto o aferrarse a las curvas de su literatura, que logra una inverosímil traducción al nükak (idioma de uno de los pueblos originarios amazónicos que aún sobrevive) o convoca a miles de personas a las exposiciones, performances u obras de teatro que se representan en diversos puntos de América Latina. Aquí en España, Juan Gabriel Vásquez acaba de abrir un ciclo de conferencias sobre ella en Casa de América en Madrid, Sergio Ramírez centró su última conferencia magistral sobre este texto y la editorial cántabra La Vorágine publica una peculiar edición cosmográfica.
«Jugué mi corazón al azar y me lo ganó la violencia», confiesa Arturo Cova en el inicio de la novela. Y como recordaba el periodista Antonio Caballero, con esa frase, que todo colombiano conoce de memoria y que muchos suelen declamar cuando se emborrachan, se abre una novela en la que esa Violencia, así con mayúscula, lo impregna todo, «como impregna toda la historia y la literatura de Colombia».
¿Qué a usted no le suena? Es lo que tiene que nos separe un océano inmenso de Latinoamérica y del Caribe –y lagunas derivadas de una cultura que solo mira a Europa–, pero 'La vorágine' es una de las novelas clave, que marcó el rumbo del modernismo latinoamericano, que logró combinar nuevos lenguajes con realismo y denuncia social.
La Universidad Nacional de Colombia, que acaba de editar la primera versión de la novela, cree que a 'La vorágine' «el éxito le ha traído consigo dos maldiciones». La primera, «ser encasillada en categorías limitadas, como 'novela de la selva' 'novela de la violencia', 'novela de las caucherías', atinadas pero parciales para una obra que es justamente sobre la vastedad y la porosidad de las fronteras» y, la segunda, «que se haya vuelto de obligada lectura en el colegio, y que cuando más debiera maravillar, espante. La recordamos como una tarea indigesta e irrelevante, hasta que la leemos con ojos nuevos y nos fascina como un tesoro recién descubierto».
Titulo La vorágine, una ediciión cosmográfica
Autor José Eustasio Rivera
Editorial La Vorágine, colección Otramérica
Páginas 374
La librería y editorial La Vorágine de Santander –que eligió este nombre para abrir una ventana a las literaturas invisibilizadas– acaba de publicar en España una edición centenario para que el tesoro se redescubra en la península. Aunque se han publicado en España muchas ediciones de bolsillo, e incluso alguna gráfica, ahora llega esta edición cosmográfica y conmemorativa. La editorial ha apostado por la visión de Margarita Serge y Erna von der Walde, coordinadoras de una edición que elige la quinta y última versión que publicara el propio José Eustasio Rivera en vida, que rescata los mapas que el autor incluyó, y que fueron omitidos en ediciones posteriores, y que incluye una selección de textos de naturalistas, misioneros, funcionarios y especialistas de las ciencias sociales. Un conjunto que permite una mirada panorámica de los discursos sobre la zona donde transcurre la novela y que abren el camino a su dimensión histórica.
Y es que 'La vorágine' cuenta en ficción el drama real de la fiebre del caucho (1879 y 1912) que desató la locura extractivista exportadora en la Amazonia y que terminó con el conocido como el 'genocidio del Putumayo', la matanza de entre 240.000 y 350.000 indígenas secuestrados y esclavizados por los caucheros. José Eustasio Rivera lo pudo contar porque antes supo escuchar a amigos que habían vivido de cerca la situación de una región amazónica en disputa entre las 'nuevas' repúblicas independientes y porque viajó por las regiones que luego describió con profusión en la novela como miembro de la Comisión Limítrofe Colombo-Venezolana. Si la publicación de 'La Vorágine', en noviembre de 1924, lo convirtió en uno de los creadores, intelectuales y columnista más influyente y provocador de la Bogotá que se acercaba a los años 30, la siguiente novela que comenzó –'La mancha negra'– no hubiera dejado indiferente a nadie de haber visto la luz. Rivera pretendía contar buena parte de sus denuncias sobre la industria petrolera que ya estaban agitando la prensa y molestando a mucha gente de peso.
En 1928, este joven diplomático e intelectual colombiano llegó a Nueva York dispuesto a publicar la quinta versión revisada y muy corregida de la novela, traducirla al inglés, negociar los derechos para el cine –su gran ilusión– y terminar 'La mancha negra'. Sólo pudo hacer lo primero. Con 40 años recién cumplidos, el autor natural de Neiva (Huila, Colombia) murió en la Gran Manzana –el joven «(…) que en plena juventud, fuerte y lozana, destaca tan señaladamente así en la literatura como en el foro, en el parlamento como en la diplomacia», escribían en El Espectador unos meses antes–. Como buen novelista su propia muerte está envuelta en el misterio. Se atribuye a la malaria cerebral que había sufrido años antes en la selva, pero las teorías de la conspiración se suelen colar entre líneas. De él queda esta gran novela y un poemario – 'Tierra de promisión' (1921)– . Y al final, a su obra y a sus sueños literarios y políticos: «¡Los devoró la selva!» Y para entenderlo tendrá que leer la novela y su epílogo.
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