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Hoy 4 de enero, primer viernes de 2019, nadie accederá a la cueva de Altamira. La ya tradicional visita, tras sorteo, que permite el acceso a las universales pinturas paleolíticas, ha quedado suspendida por sorpresa en este arranque del nuevo año. No ... hubo en este caso comunicado ni explicación pública institucional, sino un 'aviso importante' incluido en la web del Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira y a través del twitter oficial del espacio museístico de Santillana del Mar. La medida temporal fue calificada como «una acción preventiva de carácter provisional». Lo cierto es que, según pudo confirmar este periódico, ya el pasado mes de diciembre el Museo, a través de las redes, anunció otra suspensión. ¿La causa? «La existencia de una perturbación en la concentración de anhídrido carbónico en el interior de la cueva, que es natural y estacional, y viene determinada por la situación climática en el exterior». ¿Y hasta cuándo? La decisión de suspender el acceso a la cavidad «se mantendrá hasta que se recuperen los valores de referencia establecidos».
Aunque pudiera pensarse que una decisión de esta envergadura debe tomarse tras una reunión del Patronato de Altamira, la web especifica que «excepcionalmente la cueva de Altamira no se abrirá al público en cumplimiento de los protocolos establecidos en el Plan de Conservación Preventiva» aprobado precisamente por ese organismo rector y consultor. No obstante, el Patronato del Museo no se reúne desde hace ya año y medio, en junio de 2017, cuando se aprobó mantener el actual régimen de visitas experimentales a la cueva de Altamira con idénticas cifras: esas cinco personas que acceden cada semana desde marzo de 2015. El Patronato acordó entonces «un régimen de acceso controlado y limitado» que se había iniciado en el marco del Programa de investigación.
El pasado siglo la desestabilización del microclima puso en peligro a la cueva, motivando su cierre al público en 1979. En 1982, tras un trabajo de investigación, se reabrió la cueva con un régimen restringido de 8.500 personas al año. Entre 1997 y 2001 se adoptaron medidas preventivas para controlar los riesgos potenciales derivados de usos nocivos del suelo y de la contaminación ambiental. Por criterios de conservación preventiva la cueva se cerró al público en 2002. Y entre 2012 y 2014 se desarrolló el denominado Programa de Investigación para la Conservación Preventiva y Régimen de Acceso a la Cueva de Altamira, impulsado por la Secretaría de Estado de Cultura, cuando su titular era el santanderino José María Lassalle.
Patronato
En la última reunión del Patronato se decidió «experimentar con el formato y estudiar su estacionalización», aunque nunca se ha comunicado oficialmente que el Ministerio tomara alguna decisión sobre ello. La idea que se barajaba entonces era la de «modular» el acceso a la cueva para no perjudicar a las pinturas «debido a la humedad en el interior». Uno de los objetivos era el de realizar mediciones e investigaciones «para analizar los factores y verificar las causas» del aumento de temperatura. Las mediciones estaba previsto que también se realizasen en la cueva de las estalactitas para comprobar si el calentamiento es intrínseco a la sala de las pinturas o se trata de un factor externo que afecta a todo el entorno de Altamira. En paralelo, el Ministerio de Cultura anunció la inversión de 4,5 millones en proyectos museísticos para mejorar y completar la oferta de Altamira, entre los que se contemplaba la apertura al público de la cueva de las estalactitas, algo aún no ejecutado.
El 14 de diciembre del pasado año se clausuraron inesperadamente las visitas a la cueva de Altamira que tienen lugar cada viernes desde que fueron aprobadas. La noticia apenas trascendió porque desde el propio Museo de Altamira se limitaron a comunicarlo en un subapartado de la página web y en una red social, y porque desde el Ministerio hubo silencio. Aquello que quedó como una anécdota puntual y que únicamente generó la lógica decepción de los visitantes que ese día acudieron al museo con la esperanza de que su nombre saliese entre los cinco elegidos por sorteo, se ha vuelto a repetir ahora.
Dos suspensiones
De nuevo, un «aviso importante» en la subportada 'Visita a la cueva de Altamira' ubicada dentro del capítulo 'Qué hacer' en la barra de navegación, indicaba que «mañana -por hoy- viernes 4 de enero, excepcionalmente, la cueva de Altamira no se abrirá al público».
En cuatro líneas se daban todas las explicaciones antes citadas. Y a media mañana, la medida se anunció en una red social, sin que apenas la noticia tuviera algo más de una decena de retweets.
La circunstancia de que el mismo problema se haya producido en apenas un mes desató ayer las primeras alarmas sobre el estado de la frágil cueva de Altamira.
La diferencia de temperaturas entre el exterior y el interior de la cueva, explican los técnicos, es la que provoca la subida de los índices de CO2 por encima de los límites admisibles en el Protocolo de Conservación. En estas circunstancias, mantener las visitas, aunque sean solo de cinco personas durante 37 minutos un día a la semana, puede provocar más humedad y alteraciones en el microclima de la cueva.
Comunicación
El dato disparó por segunda vez las alarmas. Contactos entre la directora del Museo, Pilar Fatás -que en esta ocasión no se encontraba de viaje como sucedió en diciembre-, altos cargos del Ministerio, miembros del Patronato y responsables del equipo de investigación se sucedieron en la mañana de este jueves. Hubo consenso en tomar una decisión rápida y se optó por dar al problema un carácter coyuntural, suspender las visitas programadas de público para este viernes, también las entradas a la cueva de los científicos y poner en marcha un estudio específico y urgente del problema.
No obstante, se quiso quitar trascendencia a la medida con una política de comunicación de «bajo perfil» con el objetivo de que la subida de los índices de CO2 por encima de los límites admisibles pasase lo más desapercibida posible.
Según ha podido saber este periódico, el mensaje «oficial» es que «no hay nada que indique que la cueva esté peor de salud», al tiempo que no se contempló convocar de urgencia al Patronato para analizar la casuística al detalle.
El debate sobre el origen del problema estriba en si la causa es la condensación que se produce dentro de la gruta o las filtraciones desde la superficie que incrementan los valores de humedad en la cavidad.
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