Teatro y entornos digitales: nueva magia en escena

Hay un proyecto que le ronda especialmente la cabeza: combinar tecnología, como el 3D, con los movimientos y la interpretación del actor. Y enfocarlo a las narrativas del teatro infantil. «Es un mundo muy grande que podría ayudar a renovar muchas creaciones», reflexiona la directora de Amalgama Teatral, una compañía con base en Torrelavega y dos años de andadura.

Aroa, antes de estudiar la carrera de Arte Dramático, fue alumna del IES Manuel Gutiérrez Aragón. En las aulas de este centro de Viérnoles prendió la llama del teatro. Allí ya coincidió con el director del curso, Juan Carlos Fernández Izquierdo, al frente de la compañía Ruido Interno, profesor del instituto y pionero en España en la implantación de una asignatura sobre tecnología audiovisual aplicada a la escena. La imparte desde hace seis años en el primer curso del Bachillerato de Artes. El cupo siempre está completo.

El deseo de Fernández Izquierdo es que las escuelas de arte, las de teatro apuesten en sus programaciones por una materia que se adentre en las posibilidades dec combinar vídeo y otras tecnologías con el teatro. Si los entornos digitales son presente, qué menos que conocerlos, explorarlos, exprimirlos y darles una salida creativa, defiende.

El curso que dirigió la pasada semana en la UIMPes un paso en firme hacia la formación concreta. Los alumnos saben que es difícil encontrarla. Juan Carlos y el equipo que le ha acompañado en La Magdalena –Mamen Campo Lacal, al cargo de la producción en Ruido Interno y técnica superior en proyectos de edificación; y Alex Serrano Tarragó, licenciado dirección escénica– han condensado en cinco jornadas teoría y prácticas de los entornos digitales. Clases magistrales, propuestas de trabajo, sesiones de videomapping... Pero partiendo de la pregunta: ¿Necesito una proyección en mi producción; qué contenido va a tener; donde la voy a colocar; es realmente necesaria? Hay que abandonar la idea de que el vídeo es algo superfluo, secundario. «Introducir un elemento como el vídeo en una producciones porque sí y por resultar moderno no funciona. El vídeo tiene que convertirse en un elemento necesario y dialogar con todo: con los actores, con escenografía, con la luz», revela Fernández Izquierdo. «El vídeo es un medio muy potente. Igual que te soluciona una producción también te la arruina», añade.

Por eso las clases han partido de la reflexión y de comprender las grandes posibilidades creativas que procuran las herramientas digitales para lo escénico. «Cuando conoces el medio, la mente se activa de manera increíble», recuerda el director.

Y convertir el espacio escénico en un entorno digital es ahora más sencillo. «Es más fácil que antes. No solo es cuestión de grandes compañías o de contar con grandes medios. La tecnología se ha dulcificado y es más asequible a nivel económico, de producción y de gestión. Hay 'software' específicos para ello», revela el director de Ruido Interno.

La pandemia ha cambiado la forma de relacionarnos, de reunirnos, también de acudir al teatro. A partir de esta situación, también de las crisis económicas, «la escena se está reinventando constantemente. Y una posible reinvención viene a través de la tecnología. Con la pandemia se ha visto: han surgido propuestas que no se hubieran planteado antes. Ha sido una forma de expandir el teatro más allá del espacio escénico», entiende Fernández.

Y eso, a pesar de que existan reticencias. El teatro, entiende el profesor, es algo rígido si se trata de introducir herramientas tecnológicas en las producciones. «Las compañías no han sido muy partidarias de introducir cambios», en parte por desconocimiento, en parte porque muchos teatros no están equipados para ello. «Calderón y Shakespeare, si hubiera existido la realidad virtual, la hubieran usado».

Ante las circunstancias, Ruido Interno han optado por ser «autosuficientes» y gestionar y producir y la parte técnica. «Todo lo aportamos nosotros».

Juan Carlos Fernández Izquierdo ha sido en varias ocasiones alumno de la UIMP. «Me ha encantado estar ahora al otro lado, devolver lo que he aprendido con ellos. Y he podido entrar en este en juego fantástico, ofreciendo cosas que no se ofrecen», celebra.

Mercedes Meier también ha cambiado de bando en las aulas de la UIMP. Es profesora universitaria de lengua en un 'college' de Miami y en Santander ha disfrutado «mucho» como alumna. Formada también en cine, el curso le ha ofrecido la posibilidad de combinar los entornos digitales con la enseñanza. Se lleva aprendizajes de vuelta a sus clases. «Uno tiene la absoluta responsabilidad de hacer lo que le gusta de la mejor forma posible. Y los alumnos hoy en día se mueven en un entorno digital. Tenemos que saber cómo alimentar su aprendizaje de la manera más creativa posible», revela.

En pandemia, con la docencia a distancia durante semestre y medio, ha recuperado ese impulso creativo y también el trabajo emocional. «Como profesores, hoy en día, cuando nos ponemos a enseñar en línea, tenemos que trabajar nuestras emociones internas, trabajarlas y ayudar a nuestros estudiantes».

El perfil del alumnado del curso ha sido muy variado:gente del teatro como Aroa, docentes como Yolanda y también artistas visuales, como Lola Mansilla. «Ya conocía el trabajo de Juan Carlos, que me parece extraordinario, brillante. Me apetecía aprender de él. Sé que además tiene un bagaje cultural muy amplio y es una referencia para mí como artista», revela Mansilla, en Santander para profundizar en técnicas y programas que integrar luego en su proceso de creación artística.

«Estos cursos son muy necesarios. En 2021 no hay asignaturas específicas de videoarte, de videomapping, de videoescena... Propuestas como esta ayudan muchísimo. Es fundamental. Está claro que el interés existe pero a veces no encuentras bien la vía para acceder a este tipo de formación, de conocimiento y de técnicas».