Malena Alterio
La intérprete recibirá hoy el premio Demetrio Pisondera en la gala de clausura del XXVIFestival Torre en Corto
Sentada en un banco de su ciudad, Madrid, donde el verano les ha pillado «de sopetón», Malena Alterio (Buenos Aires, 1974) se reconoce tranquila, en ... paz. La actriz llega hoy a Cantabria, para recoger el premio Demetrio Pisondera en el Festival Torre en Corto.
–¿Cómo la encontramos?
–Cerrando las giras de 'Los amigos de ellos dos' y 'Los que hablan', descansando un poquito de la vorágine que he tenido en estos últimos años.
–¿Últimos años?
–Sí, ahora estoy parando un poquito, me estoy dando ese lujo, porque lo es. Venía trabajando mucho, muy seguido, también porque puedo combinar el cine, el teatro, la tele y se me ha ido dando todo de forma bastante fluida y sin grandes esperas entre una cosa y otra. Llevo mucho tiempo trabajando intensamente.
–Interesante cambio de perspectiva, de iniciarse deseando tener mucho trabajo, a consolidarse y que parar sea casi un lujo.
–Creo que intrínsecamente, los actores siempre tenemos ese fantasma que, pese a que no haya grandes parones, siempre tienes el miedo de que no te vuelvan a llamar, a pasar de moda. También los cuerpos hablan y las necesidades y me he tomado el atrevimiento de decir que no alguna cosita, también porque en octubre arranco otra cosa.
–Acaba de terminar 127 semanas de funciones con Los amigos de ellos dos. ¿Mantenerse en cartel tanto tiempo es sinónimo de éxito?
–Ay, sí. Ya que salgan bolos, haber estrenado, la reacción del público ante el espectáculo, que se ha llenado allá donde hemos ido, que te esperen a la salida muy agradecidos por el buen rato que han pasado y la reflexión a la que invita el espectáculo… Y viajar con mi compañero, David Lorente, ha sido estupendo y lo considero un exitazo.
–Llegar a esa respuesta de reflexión por parte del público, a través de diferentes géneros, ¿es la meta sobre las tablas?
–Bueno, hay de todo. Creo que cada proyecto se proyecta, valga la redundancia, hacia un lugar y tiene una pretensión. Si es redondo y aparte de hacer pasar un buen rato, reír, verte reflejado en algún punto e irte, no tanto con respuestas como con preguntas, es ideal. Es un buen estadio para un espectáculo esa suma de cosas. A lo que siempre me quiero sumar es a los que aparte del entretenimiento te abren preguntas, sin ser dogmáticos, categóricos, sino una representación de lo que nos pasa, que nos ayuda a entendernos un poco mejor. Sentir que no somos tan diferentes es bonito. Como espectadora me gusta ir al teatro y que me pasen cosas.
-Y como actriz, ¿qué preguntas le hace a un personaje para elegirlo?
–¡Uy, un montón! Hay algo que me tiene que apelar, que resonar. Le escuché a alguien decir que uno es elegido por los personajes. A veces no te das cuenta, lo haces de forma inconsciente por curiosidad. Y cada proyecto es distinto. Te puede apetecer trabajar con un director, con compañeros, puede ser por textos que te emocionan y conmueven… No me suele pasar muy a menudo porque ando dudando siempre, pero en contadas ocasiones, es un sí claro.
-¿Se ha arrepentido de alguna de sus elecciones?
–Soy muy crítica con mi trabajo, pero siempre intento sacar la parte positiva, porque siempre me aporta algo. Creo que siempre estoy aprendiendo, que es una manera de entrenarte, de estar, de compartir…También porque estoy en un sitio privilegiado: he trabajado mucho y se me ha dado bien.
–¿Deja uno de formarse en algún momento en esta profesión?
–No, no. Y aparte, sería un rollo. Obviamente uno tiene su camino, su manera de hacer, pero si te estancas, es aburrido y poco enriquecedor. El año pasado estrenamos 'Que nadie duerma' y encontrar a Antonio Méndez Esparza, director de esa película tan especial y a me dio la vuelta a la cabeza. Es como una ducha de agua fresca donde se abren otros caminos. Somos seres humanos que también vamos creciendo, cambiando y todo eso se va sumando a cada papel que encarnas.
–En una industria cada vez más enfocada en plataformas y rapidez, ¿cómo se preserva la profundidad en la interpretación?
–Hay algo que creo que me salva que es el teatro. El espacio donde puedo estar tranquila, soy dueña de lo que hago, tengo espacio para pensar y no hay tantas voces alrededor que te apuran y opinan. El teatro me da calma y me tiene en activo a la vez en relación a lo otro, con una forma de trabajar últimamente muy acelerada; no hay tiempo para la reflexión. Las productoras cada vez tienen menos dinero, eso supone menos tiempo y todos andamos corriendo para poder llegar a tiempo. A veces es desalentador, porque uno quisiera hacer las cosas mejor. Adaptarse a eso y tener el teatro es mi manera de equilibrar esta vorágine.
–Viene a un certamen de cortometrajes. ¿Por qué siguen siendo importantes estas películas en formato pequeño?
–A mí me parecen joyitas que de repente te sorprenden. También es verdad que los festivales son geniales para poder ver los cortometrajes. Para la gente que arranca es un formato que está muy bien, te permite foguearte y sin la presión de una gran productora puedes ser más libre. Es un caldo de cultivo de las jóvenes promesas que vienen pisando fuerte y es siempre un gusto.
–¿Con qué sueña hoy Malena Alterio?
–Sueño con, aunque esté trabajando, estar tranquila, tener mucha salud y que por favor terminen los terribles acontecimientos de Gaza y Ucrania, que es espeluznante lo que vemos todos los días. Eso sería un sueño.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.