«El teatro polaco era el último grito en Europa y Kantor fue su máximo exponente»

«Kantor vino bastantes veces con su grupo de teatro, Cricot 2, a España, para presentar sus obras y proyectos», explica Skipp, quien destaca que «también llegó a venir a Santander para actuar». El videoartista, quien comisarió en 1996 una exposición sobre el director polaco en Madrid y en Barcelona, destaca que a raíz de aquella iniciativa siguió investigando hasta que llegó el año 2015, en que se cumplía el centenario del nacimiento de Tadeusz Kantor. Ese fue el detonante que le llevó a poner en marcha el proyecto mediometraje que va a presentar en Santander. «A la hora de plantearlo me pareció muy interesante centrarlo en el Museo del Prado, porque allí hay dos cuadros que aparecen en la obra de Kantor casi de modo obsesivo, que son 'Las Meninas' de Velázquez y 'Los fusilamientos del 3 de mayo' de Goya», detalla Skipp.

Por ello, el realizador planteó una «ficción en la que, con motivo del cumplimiento de su centenario, el fantasma de Tadeusz vuelve a visitar el museo y empiezan a surgir cosas e historias de los propio cuadros». A través de dicha ficción, Skipp retrata «la relación entre estos cuadros y otras obras del propio Kantor como 'La infanta', una pieza que apareció en su último proyecto, 'Hoy es mi cumpleaños', lo que también viene muy bien al caso», destaca Tom Skipp. Todo ello enlaza de una forma natural con las constantes referencias en las obras del dramaturgo polaco a realidades como «la memoria y la representación de sus propios recuerdos, que repite y a los que hace cobrar vida observándolos desde distintos ángulos».

La película, protagonizada por el actor cántabro Juan Loriente, surge del interés de Skipp por el teatro, que estudió en su juventud: «En aquella época el teatro polaco era el último grito en toda Europa, donde se estaba realizando el trabajo más interesante, y Kantor fue su máximo exponente». El realizador también refleja en su proyecto la relación entre España y Polonia: «Existe una conexión extraña entre ambos países, que se demuestra por ejemplo en el vínculo emotivo que hay entre el público español y Tadeusz Kantor». Según Skipp, dicho vínculo «puede provenir de las dificultades que ambos afrontaron en la época moderna, con épocas de posguerras, dictaduras y mucha pobreza». En ese sentido, destaca que «aquello provocó ese interés por el teatro de Kantor, que a lo largo de su vida firma diferentes manifiestos, pero manteniendo siempre sus propias señas de identidad, en especial el uso de objetos pobres, sin valor».