Teresa Berganza hizo de Cantabria su segunda casa

Descontenta con el sistema educativo español, Berganza defendió siempre en Santander la imposición de estudios musicales desde la enseñanza más básica como «única manera» de posibilitar el nacimiento de una generación a la que le guste la música clásica. Considerada como la mejor mezzosoprano del mundo y de quien la crítica dijo que «es la cantante más grande con el repertorio más pequeño» –sus compositores preferidos fueron siempre Mozart y Rossini–, inicio el siglo XXI como titular de la Cátedra de Canto. Elegida académica de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1994, primera mujer que ingresó en esta institución en más de sus 220 años de historia, consideraba que los jóvenes están «equivocados en cuanto a su filosofía de aprendizaje, tienen mucha prisa y se creen que se llega fácilmente arriba. Solo piensan en ser primeras figuras y ganar dinero, pero en el arte esto no es así».

La cantante, que en los 80 mostró toda su plenitud técnica vocal y dejó veladas memorables en los escenarios cántabros por su madurez interpretativa, protagonizó numerosos recitales al margen de las grandes programaciones estables, caso de la Fundación Caja Cantabria y el Palacio de Festivales, en ocasiones citas de carácter solidario. Berganza, que también llegó a participar en el ciclo de las 'Noches del Soplao', continuó alternando docencia y recitales en la primera década de este nuevo milenio.

Ya en 2010, fue investida Doctora Honoris Causa por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. La decana de las universidades de verano, bajo rectorado de Salvador Ordóñez, reconoció la trayectoria profesional y la brillante aportación pedagógica de Berganza que recibió la distinción junto a la actriz Nuria Espert en un acto que estuvo presidido por la reina doña Sofía. La UIMP ensalzó «la deuda impagable que tiene este país con las personas que, como ellas, han hecho una contribución decisiva a su madurez social y cultural, abriendo nuevos horizontes intelectuales, marcando nuevos caminos y abriendo nuevas rutas al saber». La «sabiduría y la vocación pedagógica» de la mezzo fueron destacadas por Paloma O'Shea, quien dedicó su laudatio a la cantante afirmando que «una de las mayores satisfacciones de mi vida profesional ha sido que se refiera a la Escuela Reina Sofía como 'su' escuela». Una intérprete que «además del rigor y la gracia, es la artista de la verdad y de la fidelidad al espíritu de la partitura».

Dar su talento al público, contagiar su pasión y provocar algo de ese hechizo que es la música cuando sucede en directo era la ecuación artística perfecta para Berganza que en 2014 participaba por última vez en los Encuentros de Música y Academia.

Ese mismo año recibió el Premio Yehudi Menuhin de la música, distinción que otorga desde 1999 la Fundación Albéniz y la Escuela Reina Sofía, para reconocer su «prestigiosa trayectoria artística» y sus creaciones de Cherubino, Zerlina, Rosina, Dorabella, Charlotte, Carmen, entre otras muchas, consideradas una referencia universal.