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El dibujante de Torrelavega (1981) recibió el pasado viernes el Eisner Award a la Mejor Nueva Serie en la célebre Convención de Cómic de San Diego por «The Nice House on the Lake», escrita por James Tynion IV, publicada dentro del sello Black Label ... de DC Comics y de la que han aparecido hasta la fecha seis números. Tras obtener este galardón equivalente a los Oscar en el mundo de la viñeta, Martínez Bueno reflexiona sobre su carrera y su proceso de trabajo.
¿Cómo se siente tras recibir este premio?
Me va a llevar unos días asimilarlo. Como lo he vivido desde la distancia, porque no he podido asistir a San Diego, supongo que la experiencia es muy diferente. Porque lo he vivido más arropado por la gente que tengo alrededor, mi familia y amigos, es decir, algo más íntimo y muy bonito. A mi desde luego que me ilusiona pero creo que lo he disfrutado más por quienes tengo alrededor que por mí.
¿Qué consecuencias puede tener a corto o medio plazo?
Laboralmente, a corto plazo no va a tener ninguna, porque nosotros vamos a seguir centrados en la serie, en terminarla de la mejor manera posible. Yo, en ese sentido, me centro mucho en el objetivo y no me pierdo en cuestiones paralelas. Estamos trabajando muy duro en rematar bien la serie. Pero cuando esté terminada, creo que nos vamos a posicionar mucho mejor en la industria, creo que me va a ayudar a avanzar. Sobre todo, me gustaría pensar que este trabajo nos ha posicionado más como autores, como creadores. En particular a mí, que hasta ahora era un dibujante más de DC Comics. Pero ahora hemos creado algo nuevo y además ha funcionado, por lo que me va a ayudar mucho a dar ese paso.
Después de trabajar para las editoriales Valiant y Marvel, firmó un contrato en exclusiva para DC ¿Por qué?
Fueron los primeros que me ofrecieron algo así. Y pienso que era una oportunidad excelente porque yo, desde que trabajo en los cómics, mi ética laboral consiste en concentrarme en dibujar para hacerlo lo mejor posible y que lo externo no me afecte. A mí solo me interesaba seguir trabajando y tener estabilidad laboral para poder mejorar artística o creativamente. Y un contrato en exclusiva me permitía hacer eso: saber que durante los siguientes años no tenía que pensar en nada más que en el trabajo que ya tenía garantizado. Después he renovado otras dos veces, esta es la tercera exclusiva que tengo con DC. Siempre me he sentido valorado en la editorial, internamente estoy feliz, creo que me respetan mucho, que estoy bien considerado, y el hecho de que nos dejaran hacer esta serie bajo nuestros propios términos creo que nos refrenda, por lo que seguiré firmando exclusivas con esta editorial si me las siguen ofreciendo.
¿Qué cree que aporta la línea Black Label dentro de la oferta de DC Comics?
Quizás empezó un poco titubeante, apoyándose en personajes ya establecidos, sobre todo Batman, pero con proyectos diferentes a los habituales. Y fue dando pasos para recuperar, digamos, el espíritu que tenía el sello Vertigo, con series de nuevo cuño y con historias menos dirigidas al gran público. Fueron pasos tímidos pero creo que uno de los méritos que podemos achacar a nuestra serie es haber hecho avanzar la línea en ese sentido. Que la gente también haya percibido que este podía ser el hogar de propuestas completamente diferentes y que funcionan. Creo que incluso internamente para la editorial ha sido una sorpresa y ha generado algunos cambios. A Jim Lee y otros editores les he oído hablar en entrevistas de Black Label como posible destino para series futuras donde los autores retengan sus derechos, como es nuestro caso.
¿Cómo surge el concepto de «The Nice House on the Lake»?
Surge de James Tynion. Creo que es una trama que él tenía planeada hace muchos años, porque debe tener un disco duro lleno de ideas, y es una serie muy personal porque, de alguna manera, habla mucho de su propio entorno, de su vida y sus amigos. Él me lo propuso en otoño de 2019 y yo enseguida le dije que sí, aunque no sabíamos muy bien lo que estábamos haciendo, porque por aquel entonces estábamos con «La Liga de la Justicia» y teníamos una cierta estabilidad. Pero quisimos probar, aun sin tener expectativas, y seguimos adelante con ello. Aunque el germen de la historia era suya, durante el principio del 2020 pasamos varios meses entre el editor, él y yo trabajando en los conceptos, añadiendo cosas nuevas y ampliando un poco el universo de la serie. Sabíamos de qué trataba y cómo iba a estar construida pero todo lo demás estaba sin definir. Y entre todos lo fuimos dando forma: los personajes, el escenario y la atmósfera. Además fue durante los meses de la pandemia, mientras estábamos confinados, por lo cual tiene algo de alegórico, ya que trata de una historia de gente encerrada en una casa.
En ese sentido, ¿hasta qué punto les han influido los acontecimientos de la vida real? Pandemia, guerra, explotación…
El concepto fue previo a la pandemia, el desarrollo fue en plena pandemia y, en términos generales, los tiempos en que estamos viviendo creo que están afectando mucho a este tipo de ficciones basadas en las distopías o el apocalipsis. Creo que ninguno podemos abstraernos de esta realidad y la manera en que se nos comunica creo que nos afecta mucho a todos. Así que en una historia de este tipo era muy difícil que no permearan estos acontecimientos. Después, sabiendo lo que estábamos viviendo y que había puntos en común con la realidad de la pandemia, decidimos abrazar algunos e introdujimos pequeños guiños: los chequeos de temperatura, las máscaras, la forma de aprovisionarse…
Utilizan un tipo de terror muy sutil, más existencial que explícito. Lo que no se ve importa más que lo que se muestra ¿Fue muy difícil plasmar esa sensación?
Me sale de una forma más natural de lo que esperaba porque nunca he sido muy aficionado al género de terror. Simplemente, creo que me dejo llevar por lo que me va pidiendo la historia. Es decir, a medida que iba avanzando la serie me di cuenta de que tenía que mejorar mucho todo el juego de expresiones y sutilezas de los personajes. Cómo se mueven, cómo visten, cómo se sientan… Porque, cuanto más naturales, humanos y cercanos resultan, los momentos de horror psicológico impactan más. De hecho, me di cuenta de que era un tema en el que tenía que mejorar yo mismo como dibujante, que tenía que avanzar y reforzar ese aspecto, el hacerlos más humanos para lograr ese impacto.
El argumento se apoya en la ambientación y la interrelación entre los personajes ¿Ha sido muy difícil el proceso de diseño?
Ha sido francamente difícil. Porque vengo de hacer cómics de superhéroes, donde cada personaje tiene un objeto (un escudo, un martillo…) o un traje de colores que los convierte en iconos ya reconocibles y eso facilita mucho las cosas. En la serie hay hasta diez personajes en la misma habitación muchas veces y esa escena puede durar ocho páginas, por lo cual tengo que imaginar el vestuario, cómo gesticulan, dónde están situados, cómo interactúan…lo cual tiene mucho que ver con la puesta en escena y en lo que no había pensado mucho hasta entonces. Estaba acostumbrado a un género muy diferente, llenos de peleas, viajes, fantasía… y esto es algo muy diferente. Al principio me obsesioné mucho con el diseño del entorno, que fuera muy espectacular, pero luego me di cuenta de que eso no era tan importante. Que lo eran realmente los personajes. Porque es difícil para el lector familiarizarse con personajes tan poco reconocibles, porque son seres humanos normales, sin historia previa. Es exigente para el lector pero también para mí. Y, de alguna manera, a medida que voy abordando a cada personaje lo voy haciendo mío.
Entre las referencias o influencias artísticas que detecto podrían estar Chillida, Bacon, Buñuel… ¿Cuáles otras reconoce?
Carpenter está presente todo el rato. James tiene a Stephen King como maestro y yo, gráficamente, oscilo mucho. Tengo en la cabeza autores de cómic como Breccia, Jorge Zaffino o Sergio Toppi, por ejemplo. Porque, como me entinto yo mismo, puedo ensayar acabados diferentes que antes nunca había hecho. Pero también pintores como Deineka, artistas digitales como Oleg Vdovenko, arquitectos como Frank Lloyd Wright o Ray Kappe…Incluso una melodía de piano de Bill Evans que aparece paralela a las viñetas. La serie me ha permitido introducir todas las cosas que me han interesado.
¿Cómo ha sido la colaboración con James Tynion?
Tenemos una relación como de matrimonio a larga distancia. Es decir, muchas cosas ya no tenemos ni que decírnoslas, después de llevar casi ocho años trabajando juntos. Ha habido un proceso de aprendizaje, que muchas veces surge de manera natural. Yo he ido viendo lo que podría aportarle a él y al revés. Él escribe unos guiones muy basados en los personajes y sus emociones, pero todo el resto no le preocupa tanto, por lo que yo he tenido que mejorar en esa cuestión del manejo de los personajes para complementar su labor. Y él sabía que podía relajarse en esos otros aspectos para que yo tomara el mando. Creo que ha sabido adaptarme a lo que él me demandaba y a la vez hemos respetado nuestros espacios.
¿Cuáles son sus proyectos actuales?
De momento, si el éxito nos acompaña, hay planes para continuar realizando «The Nice House on the Lake».
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