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El misionero católico Francis Xavier llegó a Japón en 1549, país donde el cristianismo fue prohibido por el shogún Tokugawa y se mantuvo, en secreto, evolucionando con el paso de los años. El canto gregoriano 'Laudate dominum' que desembarcó en la isla, es ahora un ... sonido diferente pasado por el tamiz de otra cultura que lo ha hecho suyo. «La creatividad suele inspirarse en obras, estilos o actos de otras personas», explicó Takeshi Okada en el Centro Botín, un espacio que este amante del arte contemporáneo, ese en el que «se explora de forma deliberada algo diferente», se ha sentido cómodo. Máxime porque hacía cuatro años, desde la pandemia, que no salía de su país y se declara conquistado por el norte que ha disfrutado estos días.
Al contrario que en España, donde percibe más «libertad», la enseñanza en su país es muy formal y rigida, «necesaria», dejando en ocasiones atrás la experimentación ligada al aprendizaje. «Es importante enseñar los valores del arte desde edades tempranas e incentivar la creatividad».
Con su grupo de trabajo, Okada desarrolla una investigación en torno a la caligrafía, enseñanza obligatoria en Japón, para potenciar las aptitudes y aliviar las limitaciones frente a la compleja tarea. «Los estudiantes creen que es algo que solo se puede hacer de una manera» y tratan de liberar su parte estética. «Cualquier tipo de manifestación tienes que hacerla tuya y así la puedes disfrutar», defiende.
Fan de la fotografía en blanco y negro, en parte por su imposibilidad de distinguir colores más allá de la escala de grises, admira sobre todo de Cartier Bresson o Sebastiao Salgado, del que destaca «la profundidad de su mirada y su mensaje».
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