El tránsito creativo de la soledad

«La soledad es del color de las aceitunas: negra para el que la sufre, verde para el que la desea». A veces las letras están ahí, agazapadas en un verso o en un libro sobre la arqueología del flamenco para disparar un resorte y desbordar un proceso creativo que nació de un encargo y se hizo propio para crecer y componer el espectáculo «más conceptual» de la compañía cántabra Al Aire. Un proceso creativo plagado de almas que han aportado pasos de baile, requiebros, letras y música. Y mucha lectura previa, sobre los palos del flamenco, la soledad, la vejez ... y los olivos, ese árbol de recovecos infinitos, símbolo de la longevidad y la resistencia.

Lucia Serrano, coreógrafa y bailaora, dirige junto a Dani Peña, Al Aire, que el próximo 10 de diciembre estrena 'Soledad de color de la aceituna' en el Teatro Auditorium Salesianos. En 2019 la Universidad Permanente - Unate, les encargó una pieza breve para cerrar sus jornadas sobre mujer y envejecimiento dedicadas a la soledad no deseada. Esos minutos son el germen, pero no el resultado. «Me atascaba si me ataba a un concepto concreto, tenía que hacerlo mío, y el trabajo con Mónica Núñez (letrista y cantaora) y las letras fue enorme hasta llegar a este espectáculo que va más allá. La soledad tiene que ver con todo ser humano, es un sentimiento que puede acompañarnos desde tempranas etapas de la vida. Queríamos expresar como el ser humano siente las pérdidas, la ausencia, como aprender a ellas y qué recursos utiliza para superarlo. Y el trasfondo fundamental es que la 'soleá' es algo que vivimos todos en algún momento y que la forma de poder afrontarla pasa por el apoyo mutuo».

En su conversación soleá y soledad se mezclan e intercambian -aunque no siempre es consciente de ello- para hablar de la esencia de este espectáculo. Porque soledad en el flamenco es soleá, ese «palo madre del que nacen el resto de los palos, ese que le salió al ser humano, a los flamencos, como una necesidad de expresar y superar, de afrontar esa emoción». Como la aceituna, negra para el que la sufre, verde para el que la desea. Por eso, Lucía Serrano explica que el espectáculo transita desde la bulería, que reflexiona sobre las etapas de la vida, a la seguiriya y el réquiem, que son los palos del duelo. Y a la farruca, ese palo que nace de los movimiento migratorios dentro de España «contundente y melancólica que habla de la lucha vital para afrontar las situaciones difíciles».

La soledad /cuando no la has elegido/ la soledad/ se siente muy fría y muy negra/y verde cuando te da libertad

Entonces, las cantiñas y los tangos recogen «el apoyo mutuo, esa celebración de poder superar el momento apoyados por los demás y a pesar del dolor seguir viviendo»; y la guajira, el palo de ida y vuelta que conecta con Cuba y habla de «los recuerdos sobre los que nos colocamos para seguir avanzando».

Pon jazmines en tu pelo/ y travesura en el alma/que vamos a salir de nuevo/que vamos a jugar de nuevo / y a despeinarnos las canas

La dirección del espectáculo y la coreografía son de Lucía Serrano. Pero este ha sido un proceso de creación también muy coral . «Ha sido muy bonito. Una inmersión personal de todo el equipo en el concepto. Todos hemos bailado, cantado y creado desde el sentir personal de lo que es para nosotros transitar la soledad».

El 90 por ciento de la música y las letras han sido creadas específicamente para este montaje, el resto son versiones personales de otras melodías y cantes tradicionales. Las letras son obra de Mónica Núñez, psicoterapeuta y musicóloga que trabaja con mayores y es la voz y el cante de 'Soledad del color de la aceituna'. A la guitarra, Carlos Sánchez que, además, ha compuesto un réquiem completo para el espectáculo -hasta ahora en el flamenco solo había otro, el de Vicente Amigo para Paco de Lucía, destaca Serrano-. Y junto a él, el bajo de Dani Simons y la percusión de Dani Peña. Otra de las novedades en este espectáculo, destaca Lucía Serrano, ha sido la dirección de escena a cargo de Florencio Campos, primera colaboración con Al Aire que ha aportado «ese concepto escénico, el saber ocupar el espacio». Esas partes que son un todo, necesitan de las luces de Flavia Mayans, y el vestuario de Ana Martín y Verónica Pérez.

Ya vienen bajando por las escaleras/ estas dos vecinas pa que yo me mueva/ y pa'que ya nunca me sienta yo tan sola

Y es que en ese apoyo mutuo que acaba transformado el réquiem en farruca, la seguiriya en guajira, Antonia Gómez, Ángela Gaute, Alba del Ojo, y Patricia Cantero 'La Chonu', son el cuerpo de baile que empuja y sostiene.

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