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«Es fundamental, incluso por la propia creatividad, tener ocio, porque cuando descansas es cuando aparecen las ideas». Las ideas son un hervidero para Yayo Cáceres (Argetina, 1965) codirector de Ay Teatro, compañía que este sábado representa en el Festival de Invierno de Torrelavega ' Vive ... Molière', un homenaje al genio de la comedia.
-¿Qué cree que habría pensado Molière de esta obra?
-Uf, menuda pregunta. Quiero creer que se hubiera divertido y que lo más interesante hubiera sido irnos luego con él a cenar, a conversar y escucharle. Me parece uno de esos seres humanos que uno hubiera querido conocer en su vida.
-¿No le habría dado reparo conocer a uno de sus ídolos?
-No, al contrario. Me parece apasionante. El deslumbramiento en general, suele ser intelectual, entonces sentarse a escuchar ya es en sí mismo un crecimiento para uno.
-Además de que se lo pasara bien Molière, buscaban que este homenaje fuera divertido para el público.
-En el sentido real de la diversión, que es verter hacia ambos lados. Es decir, no la diversión desde el punto de vista de la frivolidad, sino desde el punto de vista de decir; hostia, ¿de qué me estoy riendo? Creo que es una de las grandes virtudes de Molière; tras una aparente ligereza, hay una gran visión de la condición humana. Profundísima.
-¿Quizá por eso sus obras siguen vigentes y su mensaje se puede actualizar?
-Sin duda.
-¿Ha sido difícil elegir entre sus obras para sumarlas a esta representación?
-Sí, siempre es difícil dejar afuera cosas, porque da la sensación de que todo es imprescindible. Se trata de tener todos los colores posibles, todas las aristas de esta piedra preciosa poliédrica que es Molière y su creación, su intelecto y sus personajes, desde la farsa más absurda de 'El burgués gentilhombre' a la oscuridad de 'El misántropo' o del 'Tartufo', pasando por 'El avaro' o por el 'Don Juan' que creo que es la expresión mayor del machismo, de esta cosa espantosa de la cual somos víctimas y digo somos porque nos afecta a todos, hombres y mujeres.
-Hay cierta querencia en su trabajo por revisitar los clásicos
-Lo que tienen es que resumen la actualidad. Esta es la condición sine qua non de cualquiera de ellos; que te dé la sensación de que ha sido escrito la semana pasada. Hablaba con un actor sobre 'El proceso', de Kafka y comentábamos que parece que fue escrito hoy, con todo lo que ocurre con el poder judicial o la embestida sobre la Corte Suprema en Argentina.
-Ha mencionado dos temas de actualidad, pero mirando alrededor, daría para muchos sainetes
-Por supuesto. Estamos en un momento muy particular y muy peligroso de la humanidad. En mi opinión, creo que más que nunca hay que ser republicanos y que estamos rodeados por populismos y autocracia, tanto de derecha como de izquierda.
-¿Quizá eso hace más importante que nunca el humor y la risa?
-Sí, pero nunca fue tan difícil hacer humor. La corrección política y la cancelación, la incapacidad de tolerar el discernimiento del otro, me parece que lo complica aún más. Es un momento para recuperar el espíritu crítico y la libertad de pensamiento.
-Para quienes se dedican a crear ¿no es como caminar hacia atrás que cada vez sea más difícil abordar ciertas cuestiones?
-De alguna manera está siendo así, pero la resistencia es justamente seguir haciéndolo. En el momento en que nosotros caigamos en la autocensura se pondrá todo complicado. Por tanto, hay que aguantar y poder reírse de todo y de todos y sobre todo, no encolumnarse detrás de dogmas.
-En conjunto, ¿cuál es la filosofía de Ay Teatro
-Un espacio de creación con una libertad de trabajo absoluta en la que intentamos hacer un teatro esencial, en el sentido de la palabra, a través de la sinécdoque, de la participación del público, imaginando, con un espíritu lúdico muy marcado y abordar las cosas que habitualmente no podríamos con las otras compañías en las que trabajamos.
-En todos los casos, le dan gran importancia la formación
-Claro. Es fundamental. En el momento en que uno empieza a pensar que lo tiene todo resuelto, ha muerto de alguna manera. Por eso suele ser más fácil opinar que pensar.
-¿Cómo se trabaja con la bicefalia creativa que comparte con Álvaro Tato al frente de Ay Teatro?
-Es más fácil en tanto en cuanto que somos igual de flexibles. Es la manera de poder adaptarse a un sistema de trabajo plural. Sin flexibilidad no se puede conseguir. Trabajamos bastante bien excepto que uno esté extremadamente convencido de una cosa y diga: déjame probar esto, porque estoy seguro que de va a andar. Esto hace que podamos repensar y volver a empezar. Es un gran ejercicio de renuncia poner en pie una obra de teatro.
-Respecto a empezar, en su caso todo comenzó mirando por una cerradura.
-(Ríe) Sí. Suena un poco espléndido y épico pero es la realidad. La curiosidad fue una de mis características de niño. Mi padre me mandó a comprar y pasé por un cine que estaba cerrado, pero vi que había luz. Miré por el ojo de la cerradura y vi un ensayo de teatro.
-Y hasta hoy
-Hasta hoy. Aquello me atrapó de una manera superior a mí.
-Dice que hace una canción cada dos días y que, además, lo necesita.
-Sí, aunque la mayoría se van a la basura, porque, como comprenderás, las cosas buenas no son tan abundantes. Pero es un ejercicio espiritual. Siempre hay algo, un color, un aroma, que te dispara. Ahora que estamos con el próximo espectáculo en ciernes, estoy todo el tiempo componiendo.
-Es su manera de canalizar la creatividad
-Absolutamente. Si no, creo que me volvería loco.
-Afirma que el teatro es una forma de pararse ante la vida. ¿Cómo se para usted?
-Con una tremenda desazón por la certeza de la muerte y de la finitud del tiempo. El arte es lo único que te redime de esa tragedia espantosa que es saber que el tiempo es finito y te vas a morir.
-Tremenda conclusión
-Así lo entiendo. Hacer cosas, entender esto como una obra social, saber que estás trabajando para el otro… Elementos que parece que no tienen importancia cuando todo va bien, pero cuando estamos en un momento chungo, cobra el doble de sentido cualquier poema que leamos o cualquier amanecer que veamos por la ventana.
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