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La iconografía vinculada a la trayectoria de más de medio siglo de pintura del santanderino Indalecio Sobrino es tan reconocible como familiar: sus escenas de jazz, su acercamiento a la danza y la tauromaquia, que forma parte de su vida, amén de los retratos y, ... por supuesto, el cine. Recientemente una muestra en Tabacalera reflejaba su recorrido de fotogramas, títulos clásicos y miradas.
Una serie fruto de la memoria visual, evocación, querencia y homenaje que encontró en paralelo su plasmación en una publicación: 'Aquellos años de cine', que el artista presenta mañana en el Ateneo de Santander. El autor presenta 100 películas representativas de la historia del cine hasta el año 1960. En la obra no se limita a comentar las películas y circunstancias de la época en que se estrenaron, sino también del público y los gustos de entonces.
La presentación, prevista a las 19.30 horas, tendrá un importante componente visual ya que Indalecio Sobrino mostrará de forma digital su técnica de ilustrar y pintar. A través de más de 300 páginas y decenas de pinturas 'Aquellos años de cine' combina ilustración y palabra, evocación y sueños, experiencia y recuerdos. Sobrino traza un itinerario de Lumière a Cleopatra, de Gilda a Moby Dick, de 'La Strada' a 'Vacaciones en Roma', de 'Casablanca' a 'Mogambo', de 'Eva al desnudo' a 'Las diabólicas'.
En palabras del propio artista su obra es «un ejercicio nostálgico-pictórico-literario». Junto con cada creación plástica que recrea escenas famosas, actores populares, planos inmortales, Indalecio Sobrino «acompaña las imágenes con textos a modo de comentarios que las sitúan en el contexto de la época de su estreno». En el prólogo Jordi García Candau señala que el del pintor santanderino es «un ejercicio sólido, dotado de la precisión de un gran pintor a la hora de elegir la palabra idónea, visual y evocadora, y la elegancia narrativas en esa anécdota que despierta la curiosidad del lector y asegura su atención».
El pintor confiesa, en el preludio de su particular álbum, que sus primeros recuerdos son cinematográficos. «Tal era mi afición al cine. A la vuelta en casa, trataba de reproducir aquellas vivencias generadas por la película de la forma que mejor se me daba: dibujando. Aquello, con la escasa madurez que he ido desarrollando, derivó en mi dedicación al maltratado mundo de la pintura».
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