Los trazos de 'la escritura moderna'

Ese «campo expandido» entre lenguajes, formas y expresiones es una de las señas de identidad del proyecto que emprendió José María Lafuente hace dieciséis años. Apenas una semana después de que se haya firmado (el pasado miércoles) el convenio que lanza el Centro Asociado del Museo Reina Sofía, el Archivo Lafuente vuelve a compartir públicamente un fondo único, revelador de un territorio creativo, además de certificar la coherencia de un proyecto que supera localismos y construye numerosos relatos sobre el arte del siglo XX.

Cinco espacios, la exhibición de libros de creación y libros 'de artista', algunos de ellos inéditos, y varias piezas y documentos, configuran la nueva entrega expositiva de Lafuente que será inaugura en el Palacete, dentro de la serie de entregas anuales que se han venido sucediendo en esta década.

A través de un acercamiento a José Luis Castillejo (Sevilla, 1930-Houston, 2014), escritor, diplomático, crítico de arte y ensayista, autor de una obra que se encuentra «entre las más puramente innovadoras» de su tiempo en nuestro país, la muestra supone recorrer un itinerario representativo de un terreno abonado por un punto culminante en la escritura experimental española e internacional. Como teórico, el empeño de Castillejo radicó en establecer unas bases sólidas para el desarrollo de una «escritura moderna» que prescindiera de las fórmulas narrativas, transitando así el camino de la pintura y la música «modernas» que, respectivamente, renunciaron a las imágenes y la melodía.

El Archivo Lafuente reúne diversas colecciones y fondos documentales especializados en arte moderno y contemporáneo. Creado en 2002 con la idea de compilar y conservar las fuentes primarias de la historia del arte -obras, libros, revistas, catálogos, manifiestos, publicaciones efímeras, cartas, manuscritos, fotografías, proyectos...- la finalidad última, en cualquier caso, es la de poder trazar y seguir diferentes líneas de investigación que permitan conocer de primera mano «el caudal de ideas, actos, sucesos y acontecimientos que configuran la historia del arte moderno y contemporáneo, desde las vanguardias hasta la posmodernidad». En este contexto se enmarca la cita con Castillejo, esa función del Archivo vertebrada por la investigación y la difusión artística, labor que da lugar a exposiciones y publicaciones como la que el próximo viernes, en colaboración con la Autoridad Portuaria y la UIMP, recala en el Palacete.

En 'José Luis Castillejo y la escritura moderna', se podrá ver una selección de obras y trabajos del escritor y diplomático.

La exposición se presenta estructurada en esos cinco espacios: 'Tipografía: vanguardia y modernidad'; 'Caligrafía y pluralidad de escrituras'; 'Escritura abierta'; 'Las letras escondidas y la profundidad de la escritura'; y el espacio central.

En el primer espacio se mostrarán los 7 libros de creación que Castillejo editó durante el periodo 1967-2001, y que incluye títulos como, 'La caída del avión en el terreno baldío' (1967), 'The Book of i's' (1969), 'El libro de la J' (1999) o 'Tlalaatala' (2001). A este conjunto de libros se le suman los 8 cartones 'Zaj' (1966-1969) realizados durante la etapa que Castillejo formó parte del grupo Zaj, junto con otros creadores, como el recientemente desaparecido Juan Hidalgo o Walter Marchetti.

En el resto quedan distribuidos un total de trece libros 'de artista', únicos e inéditos, realizados por Castillejo a lo largo de su última etapa creativa, la que comprende los años 2010-2014. En estos espacios podrán verse títulos como 'Maldoror: La caligrafía del mal' (2011); 'Los últimos días: La caída de Constantinopla' (2010); 'El libro de la T' (2011) o 'El escritor' (2013).

Castillejo fue un escritor experimental o, como él mismo prefería definirse, «un escritor moderno». Su escritura es excepcional tanto desde el punto de vista de sus objetivos, medios y resultados como de su recepción. Sus objetivos pueden resumirse en el intento de alcanzar la comprensión y la libertad, haciendo frente a la «necesidad más radical que sienten los seres humanos: la de buscar. La búsqueda del sentido de la realidad».

Su medio fue la escritura, pero «entendida como un arte autónomo capaz de trascender la realidad mediante sus elementos más consustanciales (la letra, el libro, la tinta, el signo...)2. El resultado es una obra de gran originalidad, siendo Castillejo «el único exponente de su propia escuela, una escuela que supo estar conectada de forma directa con lo más puntero del arte y el pensamiento de su tiempo», jugando así un papel fundamental en el desarrollo de la escritura experimental en España.

Lafuente cuenta que su relación con Castillejo en un primer momento fue la de alguien realmente interesado en su trabajo, pues «sentía una gran curiosidad por conocer al autor de unos trabajos que me resultaban muy interesantes y enormemente singulares». Luego, durante cinco años transcurridos hasta su fallecimiento, «tuvimos por un lado una relación entre el escritor y el lector-coleccionista, y por otro una complicidad personal surgida a través de muchas conversaciones, encuentros, lugares, confidencias».

En cuanto a su recepción, la obra de Castillejo siempre ha sido valorada en círculos de especialistas y está rodeada de un halo mítico. Sin embargo, hasta hoy, era prácticamente desconocida, incluso para quienes estaban familiarizados con ella. Además, el número de libros que llegó a publicar es mínimo en comparación con el de sus inéditos, sobre los que se han posado pocos ojos hasta ahora.

Esta muestra en Santander, en la que todas las obras y el material exhibidos pertenecen a los fondos del Archivo Lafuente, se enmarca dentro del primer proyecto retrospectivo jamás dedicado al 'escritor-artista' sevillano, un proyecto que tuvo su primera visibilidad en el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (Musac) (febrero-mayo de este año), y que continuará mostrándose en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla (desde este otoño).

Las obras que se verán en el Palacete abarcan toda la trayectoria de Castillejo, aunque se hace especial hincapié en el trabajo de sus últimos años, «ejemplo del excepcional intento de crear -en los albores de la posmodernidad- una 'escritura moderna' hecha a imagen y semejanza de la pintura moderna».