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Acercar un episodio de la Guerra Civil española, aún poco conocido, a partir de los testimonios materiales asociados a la contienda que se han conservado en el territorio de Cantabria, es el objetivo de la muestra que será inaugurada esta semana en el Mupac bajo el epígrafe 'El frente norte. arqueología de la guerra civil española'.
Campaña del Norte o Frente del Norte es el nombre que recibe ese conjunto de operaciones y combates que tuvieron lugar en la zona cantábrica desde la primavera al otoño de 1937. Entre los fondos del Mupac se conservan restos arqueológicos relacionados con la Guerra Civil que constituyen una parte muy poco conocida de sus colecciones. En la nueva muestra que se exhibirá hasta final de año y se suma a la exhaustiva oferta expositiva del verano, se aglutinan esos elementos de la cultura material, con el apoyo de otros materiales, en manos de particulares y de otras instituciones, que «sirven para entenderlos mejor, tanto en sí mismos como en su contexto».
A partir de diferentes objetos y documentos, en su mayoría de tipo militar o relacionados con las operaciones bélicas, más recursos audiovisuales y tecnologías inmersivas, se ofrece al público una visión de los hechos de guerra y también de las experiencias en combate de quienes participaron en ellos, así como de su vida cotidiana en el frente e incluso de su muerte y su memoria.
La muestra revisa además la evolución de la historiografía sobre la Guerra en Cantabria, desde los primeros relatos construidos durante el franquismo hasta la actualidad, con las nuevas visiones aportadas por la última generación de historiadores y arqueólogos. El objetivo radica en trazar una aproximación a la historia regional desde una perspectiva fundamentalmente arqueológica que permita «no solo adquirir conocimientos sobre acontecimientos del pasado sino sentirlos y hacerlos suyos a través de una experiencia vívida que les impresionará».
La muestra prevista hasta final de año, que será inaugurada el miércoles por el vicepresidente Pablo Zuloaga en el Museo de Prehistoria y Arqueología, está organizada por las direcciones generales de Acción Cultural y Patrimonio Cultural y Memoria Histórica y Consejería de Cultura, comisariada por José Ángel Hierro, con Roberto Ontañón, director del Museo, como comisario asociado y la coordinación de Adriana Chauvin.
La propuesta busca la comprensión de una de las partes más luctuosas de nuestra historia pues «solo conociéndola bien y asimilando sus enseñanzas seremos capaces de superarla –cerrando para siempre viejas heridas que, sin embargo, aún supuran en la sociedad española– y, sobre todo, de evitar que se repita».
El discurso de la exposición se articula en seis apartados temáticos, a los que corresponden otras tantas unidades expositivas que vertebran el recorrido. Cada una de estas secciones reunirá materiales de naturaleza diversa.
Bajo el epígrafe 'Una presencia inesperada', la muestra se hace eco de la aparición de restos materiales de la Guerra Civil en actuaciones arqueológicas enfocadas a periodos más antiguos, algo habitual en muchas zonas de Cantabria. Una aparición que, por lo general, no estaba contemplada en los proyectos de intervención y unos restos a los que, también por lo general, apenas se prestaba atención. Los ejemplos más destacados son los escenarios de la conquista romana, como castros o campamentos legionarios de campaña, aunque no solo, ya que también se han recuperado objetos relacionados con estos hechos históricos en otro tipo de yacimientos, como villas romanas o incluso cuevas. Además de esa 'presencia inesperada' en la arqueología, «también hay que tener en cuenta los hallazgos casuales, generalmente de proyectiles sin estallar, las incautaciones a furtivos e incluso objetos que la gente ha guardado en sus casas desde entonces o materiales que forman parte de colecciones privadas». En 'La materialidad del conflicto' los objetos expuestos en esta sección ofrecen una visión tangible de la guerra que permite complementar la imagen clásica que tenemos de ella gracias a los libros de Historia. Esa huella material se manifiesta de varias formas. A los objetos en «estado arqueológico» procedentes de los fondos del museo les acompañan documentos de archivo y fotos de la época.
Al tratarse de una guerra, los restos más abundantes son, obviamente, los relacionados con las operaciones bélicas. Las de la Batalla de Santander, aunque tuvieron lugar en poco más de dos semanas, se desarrollaron en un frente muy amplio en el que los combates fueron intensos. Y esa intensidad sembró buena parte de la geografía cántabra, y de las zonas limítrofes, de numerosos vestigios. A ellos hay que sumar los generados por casi trece meses de lucha de menor intensidad, con los frentes ya fijados, pero lejos de la calma en la que podría pensarse, «debido a las continuas rectificaciones de líneas, ofensivas más o menos fallidas y golpes de mano realizados por uno y otro bando».
En 'La vida cotidiana del combatiente' se refleja ese retrato de la costumbre en la contienda. Se incluyen así objetos y documentos que informan sobre aspectos tan diversos como su alimentación, su vestuario, su ideología o su ocio.
Como en todas las guerras, los supervivientes suelen honrar la memoria de sus compañeros caídos y hacer que su recuerdo se materialice, consiguiendo así que su muerte no vaya acompañada del olvido. En 'La muerte no es el final' se exhibirán lápidas, estelas, cruces o las mismas esquelas en la prensa de la época que muestran ese afán por recordar a los camaradas muertos.
Finalmente, 'El relato' alude al hecho de que la historia la escriben los vencedores y el caso de la Guerra Civil no es una excepción. El relato de los ganadores sobre lo sucedido aquí comenzó a difundirse recién caído el Frente Norte, con la guerra aún en marcha.
Y lo hizo en forma de libros y reportajes de prensa, principalmente, aunque también en fotografías, postales y cuadernos ilustrados. Fue el relato hegemónico, por razones obvias, durante décadas.
En el bando republicano, al tiempo que se pasaba página en público sobre lo ocurrido en el norte, se abría un gran proceso judicial para depurar las responsabilidades políticas y militares, que quedó en nada y pronto fue olvidado, aunque sus huellas materiales, en forma de documentos, se conservan.
La 'apertura' del relato más allá de la versión franquista tuvo que esperar unas cuantas décadas y continúa en la actualidad.
No obstante, junto a estas áreas temáticas que atraviesan lo que será el discurso de la muestra en el Museo santanderino, la exposición abarca además otros aspectos más específicos y complementarios.
En un mismo escenario, el yacimiento arqueológico de La Cabaña (Castañeda-Puente Viesgo), se ha documentado la actividad bélica de los legionarios de Augusto durante las Guerras Cántabras y de los de Mussolini durante la Batalla de Santander. «No es un caso único, pero sí de los más interesantes para apreciar las huellas de dos 'legiones' italianas invasoras separadas por casi 2000 años.
En 'Piedra, hierro y hormigón: las fortificaciones' los restos materiales en Cantabria cuentan con numerosos ejemplos, tan bien conservados como desconocidos por el gran público. Estas fortificaciones –trincheras, blocaos, abrigos, nidos de ametralladoras...–, formaron parte, en muchos casos, de las grandes líneas defensivas republicanas destinadas a defender el territorio montañés bajo control del gobierno de Valencia, cuyo recuerdo se ha empezado a recuperar hace pocos años: el 'Cinturón de Santander', la 'Antelínea de Torrelavega', la 'Línea del Asón' o las defensas costeras son algunas de las más destacadas, además de los propios frentes.
En Banderas de nuestros abuelos, la sección está reservada a algunos estandartes de época, pertenecientes a cuerpos militares que participaron en la Batalla de Santander procedentes de museos y colecciones privadas.
Finalmente, en 'Soldados recreados', el espacio destinado a la uniformidad de algunas de las fuerzas contendientes (soldados del Corpo di Truppe Volontarie, combatientes del Cuerpo de Ejército de Santander republicano, miembros de las Brigadas de Navarra, gudaris…), se acompaña de armamento real de la época.
Una decena de entidades e instituciones colaboran en la muestra, caso del Museo del Ejército, la Biblioteca Municipal de Santander, Obispado o el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca.
Y, en paralelo, una veintena de particulares han contribuido al proyecto como prestadores de piezas y documentos.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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