Vivir en Cicely

Quién iba a pensar que la tensión sexual entre el doctor Fleischman y la piloto O'Connell iba a resultar tan balsámica como el resto de la excéntrica fauna de Cicely. Meterte varios episodios seguidos de 'Doctor en Alaska' logra el mismo efecto que un 'jacuzzi' o una sesión de sauna: el relax de una época definitivamente más inocente que la actual.

Cada espectador tiene su personaje favorito: Maurice, el exastronauta y cacique local; Chris, el locutor buenorro y filósofo; Marilyn Whirlwind, la taciturna recepcionista nativa del doctor; y mi favorito: Ed, el indio cinéfilo, que en la quinta temporada logra traer a Cicely al mismísimo Peter Bogdanovich.

Son pequeñas sorpresas que depara una serie que nunca se rodó en Alaska y cuyos actores jamás hicieron una gran carrera al no lograr despegarse de unos personajes grabados a fuego en la memoria de la gente. Durante 110 episodios dio tiempo a que ocurrieran muchas cosas en Cicely. Y en contra de lo que pudiera parecer, dos décadas después sorprende el cuidado y la inteligencia con la que sus guionistas abordaron temas que hoy están en la agenda pública, como el feminismo de la brava e independiente O'Connell, aunque, por desgracia, en la vida real la actriz Janine Turner apoye al ala más conservadora del Partido Republicano.