

Secciones
Servicios
Destacamos
La lección sobre el rejuvenecimiento celular que impartió Juan Carlos Izpisúa durante la apertura oficial de los Cursos de Verano de la Universidad Internacional ... Menéndez Pelayo (UIMP) causó impacto por sus expectativas presentes y de futuro; sirvió de metáfora para reflexionar sobre el ser de la institución académica, ahora que emprende su camino hacia el Centenario, y volvió a ratificar esa identidad singular de «una universidad de universidades» a la que hay que sumar desde ahora su «gen de investigación». Una ceremonia inaugural vertebrada por una fusión de humanismo y ciencia para entender la importante revolución científica que capitanea este investigador español, actual director del Instituto de Ciencias de Altos Labs en San Diego (EE UU).
En el Paraninfo de La Magdalena y ante las autoridades políticas y académicas, Izpisúa advirtió de que el «problema acuciante del envejecimiento generará que una gran parte de la población tendrá enfermedades que no sabemos curar». El científico detalló los avances de un tipo de investigación que aspira a «tratar y revertir» las enfermedades centrándose en la estimulación de la «capacidad de resiliencia celular», lo que abre nuevas vías a la hora de abordar la enfermedad y de entender el envejecimiento. Poco después, el rector de la UIMP, Carlos Andradas, enlazó esta idea para hablar simbólicamente del presente y del futuro de la institución, que quiere cumplir años y envejecer, pero sin sufrir deterioro y pérdida de identidad por el camino. De este modo, «si no se toman las medidas oportunas», advirtió Andradas, la Universidad puede ver menoscabada su esencia.
¿Y qué compone el ADN de la UIMP? Andradas mencionó sus Cursos de Verano, su vocación de servicio público y la ausencia de plantilla propia –porque aquí «se trata de reunir a los mejores profesores nacionales e internacionales de distintas universidades»–. Y también apuntó a esa condición de «universidad de universidades», una característica que, sin embargo, debería ensancharse e incluir a los centros de investigación, dado el papel que quiere jugar la UIMP en el ámbito de la ciencia.
El rector fue claro: «Comenzamos el tránsito hasta el centenario y queremos seguir creciendo, pero evitando el envejecimiento, el deterioro y la vulnerabilidad de las enfermedades», señaló en su discurso. Además, para emprender la necesaria «regeneración celular», la UIMP necesita «nutrientes», esto es, recursos humanos –la institución arrastra problemas de plantilla–; recursos económicos para desarrollar las actividades «con dignidad, independencia y libertad» y sin más «cortapisa» que la calidad y el interés académicos, y necesita una forma jurídica que «nos permita el desarrollo de esta misión universitaria singular de forma ágil y precisa».
Este año, como ya admitió Andradas en una entrevista reciente con El Diario Montañés, ha sido «menos fácil de lo esperado». Así, sin abandonar los paralelismos con la lección de Izpisúa, la meta es «mantener nuestra vitalidad al tiempo que cumplimos años, aumentando nuestra sabiduría con la experiencia y el paso del tiempo», expuso el rector. Para ello, pidió «colaboración y ayuda» a las autoridades. ¿Para qué? Para dar «los pasos que nos permitan seguir cumpliendo años en perfecta forma» y «evitando, o al menos aliviando en lo posible, el deterioro físico por no tomar las medidas oportunas de reprogramación para nuestra institución». Una institución, concluyó Andradas, que ha de adaptarse y evolucionar, pero «sin perder» sus «rasgos constituyentes», su «ADN».
El acto del Paraninfo registró escasa afluencia y sin la presencia de la Coral Salvé de Laredo. En su lugar, acompañó la ceremonia un grupo de cámara. Junto a Andradas, ocuparon la mesa presidencial varias autoridades: el ministro de Universidades, Joan Subirats; el presidente del Gobierno de Cantabria en funciones, Miguel Ángel Revilla, y la alcaldesa de Santander, Gema Igual.
El secretario general de la UIMP, Pablo González, que leyó la memoria académica de 2022, dejó un dato llamativo: esos 22.000 alumnos que pasaron por las diferentes sedes de la UIMP. Subirats mencionó en su discurso la «formación a lo largo de la vida», una de las metas que persiguen ahora las universidades públicas españolas –entre ellas, la de Cantabria, representada este jueves por su rector, Ángel Pazos–. Teniendo en cuenta que en estos momentos solo un 6% del alumnado universitario del país tiene más de 30 años, resulta necesario, defendió el ministro, «desplegar la capacidad académica de las universidades de los 18 a los 65 años». Además de elogiar la capacidad de la UIMP de «transferir» conocimiento, Subirats aludió a la Presidencia española de la Unión Europea. Para subrayar ese nexo de unión, la sesión inaugural contó también con la participación, a través de un vídeo, de la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola Tedesco, que puso de relieve el momento «histórico» que atraviesa el continente y el papel que juega España en él.
La apertura de los Cursos de Verano fue el último acto institucional como presidente para Miguel Ángel Revilla, según él mismo reveló en su turno de palabra. «Una casualidad y un honor», reconoció el líder del PRC, que siguió atentamente la conferencia de Izpisúa. El jefe del Ejecutivo invitó a quienes van a pasar este verano por las aulas de La Magdalena a visitar Cantabria y, en especial, Liébana, con motivo de la celebración del Año Jubilar. Finalmente, la alcaldesa de Santander destacó «los 90 años de trabajo y éxito» compartidos entre UIMP y Ayuntamiento.
Juan Carlos Izpisúa
Juan Carlos Izpisúa tiene el poder de convocatoria de una «estrella del rock». En Boston, en una de las últimas conferencias que ha impartido, tuvo que intervenir la Policía por exceso de aforo. El objeto de las investigaciones del científico albaceteño, ahora director del Instituto de Ciencias de Altos Labs en San Diego (EE UU), tiene gancho. Él y su equipo quieren entender el envejecimiento celular y, a partir de ahí, revertir las enfermedades. Esto, dio a entender, implica un cambio de paradigma.
Izpisúa partió de dos hechos: la medicina actual «no cura enfermedades» –las trata, «pero no es capaz de revertirlas»– y la ciencia desconoce la causa de la «mayor parte» de las enfermedades, y esto último dificulta la aplicación de los avances científicos. El investigador propone aquí un nuevo itinerario para abordar la patología: más que ir a su causa directa, él se centra en el proceso de envejecimiento celular para poder «retrasar la aparición de las enfermedades» e, incluso, curarlas. Apoyándose en avances como los del Nobel Shinya Yamanaka –que «consiguió revertir una célula adulta a un estadio embrionario», algo «extremadamente importante» dada la enorme «resiliencia» de las células jóvenes–, Izpisúa detalló durante media hora unas investigaciones que, a su juicio, cobran relevancia toda vez que 1.600 millones de personas tendrán, en unos años, más de 65 años y padecerán patologías que aún «no sabemos curar». Esto es un «problema acuciante», no tanto por la enfermedad en sí como por el envejecimiento. «Tratar de pensar e investigar maneras de tratar la célula que envejece va a tener una importancia enorme en nuestra sociedad».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.