Las alergias alimentarias sufren un aumento exponencial y son «un reto» para la salud pública

Lozano aseguró que las alergias alimentarias no tienen ningún tratamiento más allá del sintomatológico –si bien se está investigando una vacuna para la alergia al huevo– aún cuando esto supondría un ahorro en salud pública dado que una persona suele ser alérgica de por vida. Las alergias alimentarias «afectan mucho más de lo que pensamos», apoyó Molina, denunciando el desarrollo de muchos casos de bullying y acoso por cuestiones de alergia. «La mayoría de los niños que sufren alergia van ahora al psicólogo. También la ansiedad y el estrés que supone tener a un niño alérgico y estar siempre expuesto a que tenga una reacción anafiláctica hace que el 90% de los padres de niños alérgicos tengan que ir a terapia», indicó la científica del CSIC.

Asimismo, Molina señaló que, en los colegios, muchos escolares con alergias son separados de su grupo en los comedores, de forma que «sufren acoso de manera muy clara y evidente y se sienten estigmatizados». Los alérgicos, añadió, son objeto de bromas desagradables durante su niñez o juventud, como ponerles queso en la comida a sabiendas de que son alérgicos o rozar su piel con huevo para que desarrollen erupciones, describiendo casos en los que los afectados tienen miedo de ir a cumpleaños, son rechazados y presentan ansiedad por visitar sitios desconocidos que afecta a su vida social.

Las alergias alimentarias no tienen ningún tratamiento definitivo, por lo que el curso pretende «hacer especial hincapié» en sus soluciones.