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Cristina Rodríguez no tenía del todo claro iniciarse en la carrera investigadora, pero su paso por el Aula Blas Cabrera de la UIMP quizá le haga cambiar de planes. Graduada en Educación Infantil por la Universidad de Cádiz, se matriculó en el encuentro siguiendo el ... consejo de una de sus compañeras del máster de Enseñanzas Bilingües que ha cursado este año. Por propia experiencia, esta compañera le aseguró que el Aula era «una gran oportunidad», y a Cristina, tras varios días de charlas y convivencia con otros 78 flamantes graduados universitarios, también se lo está pareciendo. Lo cuenta sentada en uno de los rincones de descanso del Palacio de La Magdalena, sentada en un sillón junto a otros tres alumnos del Aula con los que ya comparte una motivación incipiente por la carrera científica. Estamos a mitad de semana del Aula y Cristina ya no descarta compatibilizar sus planes de ser en maestra con una carrera investigadora, quizá en el campo de la psicopedagogía, quizá en el de neuroeducación. «La verdad es que todo me está llamando mucho la atención», revela con una sonrisa.
A su lado, Sergio Sarasa, graduado en Filología Hispánica por la Universidad de Zaragoza -y, como sus compañeros, poseedor de un expediente brillante que le ha permitido optar a una plaza en este encuentro-, también siente el burbujeo estimulante que procura saberse al inicio de un nuevo camino académico y profesional. Sergio está «disfrutando mucho» de las conferencias en La Magdalena, incluso de aquellas más alejadas de su especialidad, como las dedicadas a la oncología o la neuroplasticidad, pero más allá de como vía para ampliar sus conocimientos, el Aula ha funcionado para Sergio como algo parecido a una revelación: «He pasado cuatro años aprendiendo conocimientos que aún no he puesto en práctica. Y ver a estas personas [por los ponentes] que están cambiando la realidad a través de sus investigaciones me está enseñando el poder del conocimiento. Y ahora pienso en qué quiero hacer con lo que he aprendido. Quiero ser útil a la sociedad», dice con entusiasmo.
Las palabras de Sergio resumen bastante bien la esencia y las metas del Aula Blas Cabrera, que este año ha cumplido siete ediciones y que ha conseguido levantar el vuelo después de que el actual equipo de Gobierno de la UIMP reabriera sus puertas en 2022. La dirección en 2023 ha recaído en Diana López Barroso, investigadora Ramón y Cajal de la Universidad de Málaga y Premio Nacional a la Investigación para Jóvenes, un galardón con el que el Ministerio quiso reconocerle su labor para comprender los mecanismos cerebrales y cognitivos que subyacen en el lenguaje. «Estos jóvenes recién graduados tienen ya los mejores expedientes, han demostrado que son gente con capacidad y ganas de afrontar el futuro. Aquí queremos motivarles y hacerles ver que la carrera investigadora es una salida profesional a la que pueden dedicarse, que es una posibilidad real. Aquí, además, van a encontrar referentes», resumen López Barroso.
Ella se ha encargado este año de componer el «cartel» de ponentes, que proceden de casi todas las áreas de conocimiento y de casi todos los puntos de España. Ese era un requisito indispensable para López Barroso: armar una claustro de profesoras y profesores de todas las edades, con origen geográfico diverso e involucrados en diferentes campos de conocimiento. López Barroso se declara satisfecha con la marcha del Aula y no solo en términos académicos: la convivencia que procuran los tiempos para comer, pasear o conversar en torno a un café están resultando de lo más fructíferos. «No me lo esperaba, pero me he encontrado con un montón de personas de la misma edad que yo y que tiene muchas motivaciones y ganas de hacer cosas. Aquí se ha creado un clima de respeto y libertad que es chulísimo», apoya Sergio Sarasa. Sus compañeros asienten con la cabeza.
María Gelpi se ha graduado en Química en la Universidad de La Coruña, donde además ha cursado un máster en Investigación Química y Química Industrial. Llegó a Santander con ganas y una mínima duda. Porque ¿qué puntos en común podrían tener ella y un graduado en Filología Hispánica como Sergio? La duda se disipó el primer día. «Todos tenemos muchas ganas de estar aquí. Estamos interesados en las ponencias, y también estamos disfrutando del tiempo de convivencia. Y me ha sorprendido especialmente la confianza a la hora de hablar con los ponentes. Podemos mantener con ellos conversaciones más informales, de tú a tú, y eso hace que te abras más a preguntar. Es algo que no me esperaba y que valoro muy positivamente».
De eso trata el Aula, de hacer más próxima la relación alumno-profesor, de que estos últimos guíen a los primeros al inicio de sus carreras científicas a partir de sus proyectos y de sus historias personales. José Javier Fernández, titulado en el triple grado de Filosofía, Ciencia Política y Economía en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, se apuntó al Aula Blas Cabrera precisamente con esa intención: iniciarse en el camino de la ciencia. «La información que tenía sobre la carrera académica e investigadora es la que los profesores que tengo a mano me han ido contando», apunta. Ellos le dieron unas primeras nociones de las becas los contratos predoctorales existentes, pero José Javier quería una imagen más amplia, más completa, así que cuando se enteró de la existencia del Aula, le pareció «una idea superinteresante. Pero es que además yo me apunto hasta a un bombardeo de convivencia», admite.
Ahora que lleva unos días conviviendo y asistiendo a charlas constata lo «enriquecedor» que resulta compartir inquietudes, intereses y motivaciones. Son distintas, pero acaban confluyendo en el trabajo conjunto. La multidisciplinariedad, un concepto tan repetido que hasta provoca carcajadas generalizadas. «Me ha sorprendido ver esa multidisciplinariedad en todas las áreas. En cada ponencia lo estamos viendo y también en las inquietudes de los que estamos aquí, que venimos de ramas superdistintas», destaca María Gelpi. Además, «conocer las carreras investigadoras de los ponentes que han venido, que son increíbles y es gente excepcional, me anima a pensar que sí que se puede, que es un camino viable y que, si al final es tu pasión, como es mi caso, es una posibilidad real», añade la joven, para quien el Aula Blas Cabrera también está funcionando como un lugar para el trabajo en red. «Estoy intentando hacer contactos. Nosotros somos el futuro y quizá podamos colaborar juntos en unos años».
Para esbozar un mapa más claro de las posibilidades de la investigación en España fue clave la charla titulada 'Oportunidades y desafíos en la carrera investigadora', a cargo de María José Torres, investigadora posdoctoral Margarita Salas. En ella se clarificaron y ensancharon unos itinerarios que, si bien cumplen con el esquema grado-máster oficial-doctorado, entrañan decisiones importantes. López Barroso también introdujo la posibilidad de la duda, del giro de guion, del error, incluso. «Es normal cambiar, es normal dudar y es normar replantearte las cosas», les confió a los alumnos.
A partir de aquí, son ellos los que se irán construyendo una carrera entre matraces, manuscritos, fórmulas, huesos o manuales; entre hipótesis y metodologías varias. Sergio Sarasa quizá se adentre en el estudio de las variaciones lingüísticas, un campo donde «queda mucho por hacer». María Gelpi es probable que continúe con el doctorado y siga investigando en esos nuevos materiales para aplicaciones de refrigeración y calefacción mas sostenibles. Cristina Rodríguez piensa ya en las posibilidades para optimizar el proceso de enseñanza y aprendizaje aunque el abanico es amplio y no quiere cerrarse puertas. Y José Javier Fernández quiere dedicarse a la investigación en filosofía social y política, consciente de que, ante la irrupción de la inteligencia artificial o la ingeniería biomédica, o ante el peso de la geopolítica, «son momentos en los que hay que tener mucha formación crítica en aspectos éticos o para discernir lo verdadero de lo falso, lo generado por la persona o una máquina».
López Barroso cree que tienen los mejores mimbres para embarcarse en una carrera científica. «Yo les veo a todos con ilusión y mucha curiosidad. Eso es muy importante. El resto son cosas que irán aprendiendo y trabajando con el paso del tiempo».
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