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Contaban los directores del Aula Ortega y Gasset a comienzos de la pasada semana que una de las alumnas participantes en esta XXI edición, alumna ... en ciernes de Medicina, acabó la primera jornada del curso «enamorada del latín» gracias al filólogo Emilio del Río y a su revolucionaria forma de divulgar las humanidades clásicas. Esa es una de las fortalezas del encuentro de la UIMP, que reúne cada verano en La Magdalena a un puñado de bachilleres con expedientes brillantes: el Aula consigue «ampliar su mirada» del mundo, llevarles un poco más allá de su especialidad y despertar su curiosidad, en palabras del propio Del Río. La universidad es universalidad, agregó.
«Este Aula les puede inspirar», coincidía su director, Alfredo Corell, encargado de armar el plantel de 15 expertos que, durante cinco jornadas, compartió con el alumnado sus experiencias y los entresijos de las carreras académicas y investigadoras. Corell diseñó un equipo docente equilibrado en varios sentidos, entre ellos, el generacional. Entre los ponentes figuraban profesores con carreras incipientes y otros ya consolidados. Por ejemplo, David Orellana Martín, investigador de la Universidad de Sevilla con «un expediente alucinante», ha sido el «profesor más joven» de la edición. Orellana compartió cartel docente con la viróloga y científica del CSIC, Margarita del Val; con Francisco José García Peñalvo, catedrático en el Departamento de Ciencias de la Computación de la Universidad de Salamanca y director del Grupo de Investigación en InterAcción y eLearning (Grial), y con Anna Forés Miravalles, de la Universidad de Barcelona, y «una de las mayores expertas en neuroeducación y neuropedagogía» del país, según la describió Corell.
También integraron el claustro los rectores de las universidades de Alicante y Valladolid, Amparo Navarro Faure y Antonio Largo Cabrerizo, respectivamente, o profesionales reconocidos como Montserrat Domínguez, periodista y directora de contenidos de la Cadena Ser. Además de impartir sus charlas, los ponentes participaron en las prácticas colaborativas fijadas en horario de tarde y diseñadas para que los 80 alumnos exprimieran el conocimiento adquirido: «Trabajan en equipo desde el minuto cero», indicó Corell. «Y es fascinante cómo en un solo día tienen esa conexión».
«Tienen una curiosidad infinita por todas la áreas», apoyó Santiago García Cremades, matemático, profesor de la Universidad Miguel Hernández de Elche y secretario del Aula. «Es increíble verles trabajar juntos, el poder de comunicación que tienen con solo 17 o 18 años y su curiosidad constante». Él, primer sorprendido con su actitud, no duda de que en esta Aula saldrá «un futuro Ortega y Gasset, una futura María Zambrano o una futura Concha García Campoy».
García Cremades habló a los alumnos sobre enigmas matemáticos y 'números perfectos'. El investigador es ya muy conocido por la creación de modelos de evolución del covid a lo largo de la pandemia y por su capacidad de explicárselos al gran público. Al hilo de esto, Corell dedicó una sesión del Aula a las «posibilidades de divulgación dentro de la carrera universitaria». «Hay que prepararlo desde el inicio. (La divulgación) es una responsabilidad que tenemos y que hemos abandonado muchos años».
Del Río, por su parte, introdujo al alumnado en el universo de las humanidades clásicas: latín, griego, la cultura del mundo antiguo. Lo hizo con entusiasmo y humor. En cualquier caso, el filólogo aseguró que quien más estaba aprendiendo en el Aula era él mismo. «Los profesores aprendemos del resto de compañeros y de los propios alumnos. Ese intercambio, que también es generacional, eso es la universidad y es la vida en general», expuso.
Esos aprendizajes transversales que empapan las jornadas académicas son cruciales para los directores del Aula: la colaboración, la «humildad», la curiosidad, el interés en lo desconocido o, como apuntó García Cremades, el hecho de «perder el miedo a equivocarse». «Los éxitos se celebran y de los fracasos se aprende, ¿no? 'Errare humanum est'», completó Del Río.
El 'Aula Ortega y Gasset' se celebró justo una semana después del 'Aula Blas Cabrera', dedicada esta última a los alumnos universitarios con expedientes académicos sobresalientes.
Matilde Carlón, vicerrectora de Relaciones Institucionales y Programación de Actividades de la UIMP, contó que lo bueno de estas aulas hermanas es que «funcionan como vasos comunicantes». Hablando con los jóvenes universitarios, Carlón constató que muchos recordaban su paso por la UIMP en su etapa de bachilleres: «Esa es la prueba del éxito de esta fórmula», dijo, que la universidad sea una oportunidad para impulsar «los destinos de esos alumnos».
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