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Dice Carlos Andradas (Reus, 1956) que el mayor elogio que han podido recibir él y su equipo desde su llegada a la UIMP, en octubre ... de 2021, es haber logrado recuperar la «ilusión» en el proyecto que encarna esta singular universidad.
Matemático, exrector de la Complutense, Andradas aterrizó en la Rectoría pocos meses antes de que la UIMP cumpliese 90 años. Ni el brillo ni la trascendencia de estos actos, ni tampoco el hecho de encontrarse al inicio de su mandato, le impiden identificar ya los puntos de mejora de la Universidad, que precisa «reforzar su estructura de personal», repensar algunos aspectos de la programación, afianzar su presupuesto o agilizar la burocracia; pero tampoco le han impedido detectar las fortalezas de una institucióndonde reverberan, como un eco histórico, las voces de Borges, Lorca o Sontag. Andradas defiende como señas de identidad dos iniciativas «extraordinarias y esenciales»:las Aulas Blas Cabrera y Ortega y Gasset, encuentros que sirven para «sembrar» y tejer lazos perdurables, y que encajan con su apuesta por los jóvenes. Y entiende Andradas que la singularidad de la UIMP reside en la posibilidad de 'hacer universidad' fuera del aula, paseando o tomando un café. Por eso ha recuperado las tradicionales fiestas de la UIMP y ha recuperado las comidas con los directores de los cursos, «momentos donde se aprecia la diversidad y se forman vínculos y diálogos interesantes».
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–Con los cursos de verano ya rodados, ¿qué idea de la UIMP ha calado en usted?
–Cada vez me voy ilusionando y entusiasmando más con la UIMP. Voy conociéndola más por dentro y eso significa que tenemos más identificadas las debilidades, pero, al mismo tiempo, también el potencial de actuación. Yhay un componente afectivo: personalmente, y todo el equipo, nos hemos sentido extraordinariamente bien acogidos y queridos por la ciudad. Y creo que los objetivos que nos habíamos propuesto los hemos alcanzado: llegar a cien cursos –estamos por encima– y 4.000 estudiantes. Estamos contentos. La programación ha funcionado, hemos aprendido y estamos aprendiendo qué hacer para que funcione mejor. El año que viene intentaremos mejorar; sobre todo, en ese camino hacia la presencialidad plena, que hemos empezado este año –hemos funcionado así–, que cuesta todavía. Por una parte, hay unas ganas enormes de salir, pero, por otra, hay unas reticencias que vencer y superar para recuperar esa presencialidad plena en las actividades.
Mañana, martes, la UIMP conmemora con actos académicos y culturales el 90 aniversario de su fundación, rubricada el 23 de agosto de 1932. El rector otorga a estos actos un doble significado: por un lado, son una reivindicación de la universidad, y, por otro, una celebración abierta.
Andradas hace suya una escueta frase dicha por el expresidente Zapatero en su reciente visita a La Magdalena: «La UIMP es una institución imprescindible». El rector así lo cree: «La UIMP es imprescindible para entender estos 90 años y nuestro objetivo es que lo sea de cara al futuro». Con los actos «queremos reivindicar esa imagen y, al mismo tiempo, que sea una fiesta para la ciudad de Santander. Queremos que la ciudad nos vea como parte de ella».
La jornada se divide en dos. Por la mañana, se homenajea a todos los rectores de la UIMP. Es un acto inédito, «simbólico» y «emotivo», celebra Andradas, que lamenta únicamente que dos mandatarios queden sin representación directa o indirecta en el Paraninfo: Ramón Menéndez Pidal (1933-34), cuya biznieta no puede acudir a La Magdalena, y Florentino Pérez Embid (1968-74), de quien ha sido imposible identificar a algún descendiente. «Pero todos los demás van a a estar representados», subraya Andradas, que celebra la potencia de esa imagen coral, una imagen «sin hacer distinciones de siglas, ni perfiles políticos, ni siquiera de épocas que nadie desearía que volvieran». También en la dictadura, la UIMP «jugó un papel y es importante reconocerlo».
Por la tarde llegan los actos festivos: hay «expectación» genuina por el estreno de la pieza compuesta por Tomás Marco, y por el espectáculo de 'videomapping' que iluminará el Palacio, «una iniciativa que pensamos que podía conjugar el recorrido histórico» y una «vistosidad atractiva para la gente». Esa es la meta: «Que la Península, el Palacio y los jardines se llenen de la gente de la ciudad».
–¿Qué balance hace del verano?
–Tenemos que mejorar algunos aspectos logísticos, a pesar de que se ha hecho un esfuerzo extraordinario para que, con los mismos mimbres, las mismas personas e, incluso, con alguna menos, gestionar una enorme cantidad de cursos, de personas y asistentes. Y creo que tenemos que mejorar, seguramente, algunos detalles de la programación. Hay que intentar, sobre todo pensando en los estudiantes, ir hacia una mayor oferta de cursos de cinco días.Las jornadas de dos o tres días tienen una función, pero al estudiante quizá le resulta menos atractivo que si viene una semana completa a un curso o a una escuela.
–Cursos sobre la guerra, la salud mental, la energía... ¿Qué cree que ha aportado la UIMP al debate del presente y del futuro?
–En primer lugar, escuchar a los que saben y están en el día a día de estas cuestiones. En el curso de salud mental hemos traído a los especialistas y a los directores de los servicios hospitalarios de psiquiatría para adolescentes, que están preocupados y alarmados por el fenómeno. En el caso de la guerra, de la mano del Instituto Elcano, hemos traído a gente que se dedica a estudiar la geopolítica desde múltiples puntos de vista. Hemos querido aportar ideas para entender lo que está pasando y anticipar el futuro que nos espera, como dice nuestro eslogan, que es un futuro incierto y con muchas amenazas. Lo vemos con la sequía, los tremendos golpes de calor, que tienen que ver con el clima y las fuentes de energía. Lo que queremos es combinar rigor, calidad y actualidad.
–¿Ha cerrado más patrocinios, trabaja en nuevas alianzas?
–Estamos trabajando en patrocinios. Queremos además firmar patrocinios que sean estables. Trabajamos en esa dirección: firmar convenios por el máximo que nos permite la administración, que es por cuatro años, de manera que podamos tener algunos bloques que no haya que rehacer cada año. La maquinaria está rodada, pero no deja de ser un incordio que cada año haya que firmar el mismo convenio con las mismas instituciones. Queremos aumentar los patrocinios: han funcionado razonablemente bien, pero hay que conseguir más. La UIMP es, y tenemos que serlo todavía más, un ejemplo de colaboración público-privada. En ese sentido, me gustaría lograr patrocinios que no fueran excesivamente ajustados en lo contable. Hay cursos para los cuales es más difícil encontrar patrocinios, y si realmente pudiéramos hacer una caja común... Pongo el ejemplo de las editoriales:un 'best seller' sirve para poder editar otro libro interesantísimo, pero que, por sus características, va a ser más minoritario. Pero hay que mantenerlo igual.
–En una entrevista reciente, Juan Manuel Bonet, además de alabar el papel de la UIMP, mencionó algo que en Santander se ha criticado: la desaparición de convenios con colectivos como Unate, por decisión del Ministerio, para el acceso gratuito a los cursos una vez cerrada la matrícula. ¿Se pueden recuperar?
–Se pueden recuperar. Estamos estudiando, estamos escuchando porque ha habido, efectivamente, personas que nos han trasladado este tema. Puntualmente, hemos podido resolver situaciones y hay que estudiar la forma de poder hacerlo de forma general. Pueden surgir dudas, si son agravios comparativos, pero es cuestión de buscar la fórmula porque lo que queremos es que la participación sea la mayor posible.
–Desde el inicio mostró interés en potenciar las escuelas. ¿Qué perspectivas hay en ese sentido?
–Creo que el año que viene habrá nuevas escuelas. Algunos de los cursos de este año se van a transformar en ellas. Y ya tenemos en marcha con algunas instituciones –la Real Academia de Historia, la de Ciencias Morales y Políticas y alguna real sociedad más– iniciativas para que cristalicen en una escuela científica. Estas escuelas deberían de ser los cimientos, los ladrillos de la estructura. Cumplen con ser cursos de una semana, tienen ese carácter académico específico que formaba parte de los fines fundacionales de la universidad y están dirigidas a un público joven. Hay que potenciarlas. Me gusta el formato, es muy rico y da lugar a muchas relaciones e interacciones que pueden perdurar toda la vida entre los propios estudiantes, y los estudiantes y los maestros.
–¿Quiere dejar su huella en algún área de conocimiento? ¿Con figuras como Byung-Chul Han o Cartarescu quiere abrir una senda académica con los grandes intelectuales del momento?
–A lo que aspiro es a que la UIMP se convierta en una institución imprescindible dentro del mapa educativo, cultural y universitario español. Las escuelas hay que fomentarlas, y los cursos impartidos por grandes figuras me parece que funcionan bien. Es uno de los atractivos que tenemos que potenciar y explotar. No es fácil conseguir que determinadas figuras vengan (alude a Han), pero es el atractivo que tenemos que potenciar y combinar.
–Llega a la UIMP, una universidad muy diferente a las demás. Ahora que conoce el engranaje, ¿cómo aborda el día a día?
–Mirando hacia delante... (Se detiene brevemente) Debilidad número uno:tenemos que reforzar la estructura de personal, estamos trabajando en ello y vamos a sacar a concurso una serie de plazas de funcionarios que estaban vacantes por distintos motivos desde hace algún tiempo. Es un proceso largo que esperamos culminar con éxito y concluirlo con una modificación de la relación de puestos de trabajo. En paralelo, tenemos que ver cómo podemos reforzar el personal por las vías que sea posible. Y, presupuestariamente, necesitamos también un incremento: me gustaría plantearme como objetivo que la subvención nominativa del Ministerio cubra los costes estructurales, es decir, los costes de la plantilla, cosa que ahora mismo no ocurre. Se avecinan, pueden avecinarse buenos tiempos. La sociedad y la LOSU (Ley Orgánica del sistema universitario) ponen sobre la mesa la educación a lo largo de la vida, de la que lleva años hablándose, pero a la que no se le ha dado la presencia que debe tener en las universidades. Y es a lo que nos dedicamos:tenemos toda la ventana del posgrado y la formación permanente en cursos de actualización... Ahí podemos tener un espacio importante porque la libertad de ser una universidad sui generis, sin una plantilla fija docente, nos permite centrarnos en la actividad, en qué queremos hacer y en buscar a las personas adecuadas. Lo que necesitamos, y es la tercera cosa que le he pedido al ministro (Joan Subirats) para reflexionar juntos, es ver cuál es la mejor naturaleza jurídica para la universidad futura. La que tenemos ahora data de 1980, han pasado 42 años. Hay que pensar cuál podría ser, si legalmente tiene ventajas, pros, contras...
–Hay otra cara en los compromisos del Ministerio: que se vengan abajo por la cuestión electoral...
–La UIMP, afortunadamente, está por encima de cualquier perspectiva electoral. Las instituciones necesitan estabilidad para poder desarrollar proyectos. Si uno mira la historia de la UIMP, ve que los grandes cambios se han hecho en periodos donde los rectores han estado de 6 a 8 años:Santiago Roldán, Ernest Lluch, José Luis Gª Delgado... Es importante darles estabilidad que permita consolidar los proyectos. Yo confío, estoy seguro, de que, pase lo que pase en las próximas elecciones, el compromiso del Gobierno con la UIMPva a ser firme. Desde aquí, en lo que pueda, lucharé por ello.
–¿Cuál es el mayor elogio y la mayor crítica recibida?
–El mayor elogio, que hemos sido capaces de hacer renacer la ilusión por la UIMP. La UIMP está presente, viva y con ganas de crecer. Y la mayor crítica es que hemos tenido algunos problemas de logística –viajes, alojamientos– que vienen derivadas de las dificultades de personal que tenemos.
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