Paula Ortiz

Cineasta

«Hacer cine permite sumergirte en universos que multiplican el tuyo»

La cineasta Paula Ortiz (Zaragoza, 1979) sostiene que «estamos viviendo un momento muy extraño e inesperado por parte de los humanistas y los creadores en torno a momentos de cancelaciones y censuras que creíamos superado». Lo dice tras su participación en el curso '¿Malas palabras? Cancelación, censura y creación', que dirigieron la semana pasada Javier Huerta Calvo y Julio Vélez Sainz. La directora aragonesa, autora de las celebradas películas 'De tu ventana a la mía' (2011), 'La novia' (2015) o 'Teresa' (2023) está a punto de estrenar 'La virgen roja'.

–En 2017 ya participó en otro curso en la UIMP y entonces denunció que ninguna mujer había dirigido en España un proyecto de gran envergadura. ¿Cómo han cambiado las cosas desde entonces?

–Estamos en un proceso de cambio. Es cierto que cada vez más hay más mujeres con pluralidad de proyectos que están navegando en todas las direcciones de la ficción. Poco a poco entramos en las grandes producciones y en lo que en nuestro ámbito se llamamos 'el gran público', que a veces es menospreciado por el discurso de autor, pero que es el que lleva a más gente a las salas y que es muy importante conquistar también por las mujeres.

–En relación a la censura y la cancelación, qué es el objeto del curso que la trae a Santander, ¿qué mensaje quiere dejar en su ponencia?

–He venido a un curso, que me está resultando tremendamente interesante desde un punto de vista filosófico, pues reflexiona sobre la ética filosófica, humanística, política, poética... Curiosamente mi ponencia es más pragmática porque en el cine y la industria audiovisual están muy condicionados por los recursos económicos y por el sistema financiero. Y hay una parte que tiene que ver con la censura, la autocensura, y la cancelación que está íntimamente relacionada con esas cuestiones de dinero.

–¿En su sector qué se da con más frecuencia, la censura o la autocensura?

–A veces es el miedo a la censura el que provoca la autocensura y ese clima de brocha gorda nos lleva a posicionarnos en lugares extremos. Un clima que nos provoca el miedo a los creadores y, por tanto, lleva a la autocensura y a la pobreza física.

–En septiembre estrenará su nueva película, 'La virgen roja', basada en la historia de Hildegart Rodríguez Carballeira, y que, según ha señalado, la tiene obsesionada desde su época universitaria. ¿Qué fue lo que le sedujo de esa historia?

–En primer lugar que es una historia desconocida para parte del público y que a mí me parece reveladora en todas estas cuestiones de las que estamos hablando en este curso. Se trata de dos mujeres, una madre y una hija, que en sí mismas ejemplifican la mayor sofisticación de la civilización y también de la barbarie. Es una historia tremendamente contradictoria y poderosa que yo tengo muchas ganas de que veáis.

–Cursó la carrera de filología. ¿Cuándo sintió la llamada del cine?

–La llamada del cine siempre estuvo ahí porque lo que a mí me ha obsesionado siempre es el arte de contar historias y de sumergirte en universos que multiplican el tuyo. Y eso es para mí el cine. Yo soy de Zaragoza y en mi ciudad no había Escuela de Cine y la filología era el mejor lugar que tenía allí para nutrirme de la literatura, que es un arte gemelo o hermano del cine. Así que empecé por ahí y después cuando obtuve una beca seguí con el cine.

–Desde sus inicios, la literatura ha estado muy presente en su cine con obras como 'La novia', basada en 'Bodas de sangre', o 'Al otro lado del río y entre los árboles'. ¿Qué les debe, si es que les debe algo, a Lorca y a Hemingway, autores de los textos originales?

–Claro que les debo. Les debo muchísimo. Lorca es un autor sustancial en mí. Es tan mí que creo que lo llevo en los tuétanos como muchos de nosotros.Lorca suena en la identidad de nuestra lengua y de nuestro país de una manera fuertísima e inconsciente. Hemingway resuena en mí por oposición, por contraste. Es un autor muy distinto a mí... Es alguien muy masculino, muy anglosajón, muy hijo del siglo XX y su sobreexplotación también provocó un choque que me parecía profundamente interesante. Con él realmente aprendí el valor de la narración austera, de la narración en tierra, y el cuestionamiento de las intensidades de la vida y de la cercanía de la muerte.

–Hizo un parón en su carrera cuando nació su hijo, pero lo cierto es que en estos dos últimos años ha estrenado tres películas. ¿Tenía prisa por recuperar el tiempo o necesidad de reafirmarse?

–He vivido un proceso que no estaba diseñado ni pensado. Después del nacimiento de mi hijo era muy difícil rodar un proyecto largo con todo lo que implica de inmersión, de compromiso y de vida. Soy una mujer práctica y pragmática. Pero en realidad, estas tres películas se remontan a los últimos cuatro años. Son películas que fueron viniendo y que tampoco pensé mucho. Una historia te llega y exploras si la puedes hacer o no con las condiciones de vida que tienes.

–¿Le ha llegado alguna otra historia recientemente que podamos ver en el cine?

–En ello estoy. Lo que pasa es que me han llegado varias historias a la vez y estoy decidiendo cuál de ellas elijo.

–¿La industria está viviendo un buen momento para que esas historias?

–Creo que sí. Hay una eclosión de nuevos directores y, sobre todo, nuevas directoras, de voces femeninas muy fuertes que merece la pena que veamos. Las directoras están llegando muy lejos en cuantro a críticas, público y festivales y esto es muy bueno para el cine. Además estamos asistiendo a un cine muy poliédrico que merece la pena apoyar.

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