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Aunque a José María Aznar también le dio tiempo a hacerse corriendo 7,1 kilómetros junto a su guardaespaldas por la zona noble de Santander entre Reina Victoria y el Chiqui con varias vueltas extra alrededor del hotel –la alcaldesa de Santander le pidió ... que le pasara la ruta con localización GPS que le había prometido en la cena del día anterior para certificarlo–, por la mañana de este martes estaban programados los debates profundos y sesudos. El turno de las reflexiones de los cuatro expresidentes del Gobierno de España que aún viven –este martes Felipe González y Aznar, y este miércoles José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy– sobre el futuro del país y del mundo. Y este martes por la tarde, el acto solemne de entrega de las medallas del 90 aniversario de la UIMP, que con esta reunión de líderes que suman tres décadas de poder a sus espaldas quería vivir uno de los actos más simbólicos de la efeméride.
En el Hall Real del Palacio de La Magdalena, donde faltó finalmente González por «motivos de agenda», hubo agradecimientos, reconocimientos a la labor académica y cultural de la Universidad y buenos deseos de futuro. «Esta condecoración la interpreto no como una referencia a los expresidentes desde el punto de vista personal, sino más bien como un reconocimiento a la democracia», destacó Zapatero. Hubo todo lo anterior, pero sobre todo risas. Sí, risas. Más allá de la conocida retranca del gallego demostrada en el Congreso, los perfiles de los homenajeados no hacían presagiar que la cita se convirtiera en un festival del humor. No llego a eso, pero casi.
El pie lo dio Miguel Ángel Revilla: «Es un momento de felicidad ver aquí a los tres exvicepresidentes». El cántabro les degradó –fue un lapsus– en dos ocasiones. La primera, se percató Rajoy y habló al oído a Zapatero. Luego al revés. «En mi vida me han llamado muchas cosas, pero nunca exvicepresidente»: la primera vez Revilla no pilló la broma de Aznar y pidió explicaciones a su compañero en la línea de protocolo, el presidente de los rectores españoles. El popular también reclamó la cesión para Santander de la escultura 'Carlota', de Jaume Plensa, que estará solo hasta septiembre. Que se quede de forma indefinida para que pueda volver a verla dentro de otros diez años. «Para regresar y verla en el centenario de la UIMP, y, si es posible, volver de nuevo en el bicentenario». Más risas del público –personalidades de Cantabria, pero también ciudadanos que se apuntaron a través de una web–, al que avisó de que «aunque históricamente soy el más veterano (de los tres presentes) y cronológicamente tampoco hay duda, biológicamente es otra cosa». Él fue el único que no utilizó la UIMP como alojamiento y también el único que se hizo 7,1 kilómetros mañaneros.
Micrófono para Zapatero: «Gracias por las palabras, presidente de Cantabria, aunque he tenido la tentación de devolvérsela y llamarle vicepresidente». Pablo Zuloaga, que estaba en la sala, lo habría firmado. El leonés se acordó con cariño de lo «insistente» que se ponía Revilla cuando reivindicaba inversiones –el regionalista ha despachado con los tres en La Moncloa– y Rajoy entendió por qué González se fue antes: «Para, en buena técnica, ser el único que siga siendo expresidente y no exvicepresidente».
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