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M. MARTÍNEZ
Santander
Lunes, 21 de agosto 2023, 02:00
Álex Grijelmo sigue jugando al fútbol. Desde los seis años su puesto natural es el de guardameta, así que, al menos un par de veces ... por semana, se coloca bajo los palos dispuesto a parar la pelota. Tal es su experiencia como portero que Grijelmo ha sido recientemente seleccionado como titular de la Cervantina, la primera selección de fútbol de España que está compuesta por escritores. Debutó en la Feria del Libro de Fráncfort el pasado año ante el equipo alemán.
Grijelmo es guardameta dentro y fuera del campo. También para goles desde el periodismo, la literatura y la academia. «En el fondo, hago de portero todo el tiempo. En el periódico ['El País'] he estado muchos años haciendo lo mismo: jugar de portero para evitar errores como editor o responsable de distintas secciones para que, aunque un defensa, un periodista, haya podido cometer un error, poder repararlo antes de que se publique».
En el Aula Ortega y Gasset de la UIMP, donde la pasada semana explicó algunas formas de manipulación periodística e impartió un taller de escritura, Grijelmo hizo alusión a alguno de los errores que le obligan a estirarse bajo los palos. «Un intento de gol que se consigue muchas veces y que se está acrecentando es el uso del llamado condicional del rumor o condicional francés, con esa profusión de 'habrías' y 'serías'». Eso ocurre, por ejemplo, cuando un periodista escribe en su noticia que el asesino 'habría utilizado un hacha' para matar a su víctima. «Y eso en castellano significa que no la utilizó, que la habría utilizado si la hubiera tenido», aclara Grijelmo. Además de «insufrible», este condicional del rumor «es un fallo profesional, porque estás contando algo de lo que no estás seguro, algo que no has comprobado. Puedes decir que 'la policía sospecha que lo mató con un hacha', eso es un hecho; si no, estás convirtiendo una información en una suposición. Y la profusión de ese mecanismo nos hace ver cuántas veces los periodistas hacen afirmaciones de las que no están seguros».
La ponencia de Grijelmo en la UIMP se tituló 'El silencio manipulador' -asunto que ya trató en uno de sus libros: 'La información del silencio'- y alude a una forma quizá más sofisticada de mentir en una información, sin por ello decir una sola mentira; es decir, se trata de «manipular contando hechos verdaderos». Como los datos manifiestamente falsos tienen poco recorrido -«todo está en internet y se puede verificar»-, la manipulación periodística evoluciona hacia una «silenciación de datos relevantes dentro de una información, con lo cual mientes contando la verdad».
¿Grijelmo detecta con frecuencia esta forma de manipulación? Sí, responde, es la más habitual en la actualidad. «Pero para observarlo necesitas mucha información, necesitas saber lo que falta. Si eres periodista tienes mucho conocimiento de la actualidad y te das cuenta de que en una determinada noticia falta un dato que altera el sentido de lo que se está contando. Pero el público en general puede no darse cuenta», revela. ¿La solución? La solución a este silencio manipulador existe y está en los libros de estilo y en los códigos deontológicos, «que dicen que las informaciones han de ser completas y contextualizadas», señala Grijelmo.
Los alumnos del Aula, todos a punto de empezar la etapa universitaria, los jóvenes en general ¿tienen herramientas para detectar esta y otras formas de manipulación? ¿Están más expuestos? «Les falta muchísima información», entiende Grijelmo. Si ya es difícil para una persona informada «que normalmente lee periódicos en papel, imagínate para la gente joven», más alejada de lo impreso, que acude a las redes sociales donde se les «presenta una realidad muy seleccionada sobre los asuntos que ya les interesan. Para descubrir estos engaños hace falta mucha información y creo que ahora, por regla general y con las excepciones que proceda, los jóvenes carecen del caudal de información suficiente como para darse cuenta».
Grijelmo no tiene perfiles en las redes sociales. En Facebook alguien le suplantó durante mucho tiempo y eso le hizo sentir como en una ciudad donde los coches circulan sin matrícula. Carecer de perfiles es, además, «una forma de resistencia y de precaución», concede en un receso del Aula.
Sin embargo, accede a las redes para «observar». Es una forma de estar al tanto de lo que ocurre en el mundo, también en el de la lengua, donde el balón a veces parece no tocar el suelo. Ejemplo de ello es la tilde en 'solo' un asunto que ha hecho correr ríos de tinta y que la RAE ha resuelto hace poco introduciendo la posibilidad de tildar el adverbio cuando, «a juicio del que escribe», haya riesgo de ambigüedad. Grijelmo entiende las razones científicas de la Real Academia, aunque aduce «razones sentimentales» para haber mantenido esa tilde diacrítica. «Si se la quito siento que traiciono a don Luis Munguía, mi profesor de Lengua», admite sonriendo. De todo este asunto Grijelmo extrae reflexiones valiosas: la primera es que «a mucha gente le importa la tilde», y «que haya un debate por una tilde es maravilloso»; y la segunda es que «también importa lo que diga la Academia, independientemente de si se está de acuerdo o no con ella».
La RAE también se ha involucrado en el buen uso del español por parte de las máquinas. ¿Se puede dar la batalla con la Inteligencia Artificial en este sentido? «La Academia ha hecho muy bien en identificar esa posibilidad y en pelear por ese objetivo. Es una estrategia magnífica y todavía estamos a tiempo de que las máquinas hablen bien, incluso mejor que algunos periodistas», dice entre risas. Porque los periodistas han de «exigirse más» a la hora de escribir y de hablar. «Tienes que exigirte un poco más porque estás haciendo un uso profesional de la lengua, y, al comunicar, debes transmitir el placer de la lectura. Conseguir el placer de la lectura es también una tarea periodística. Si escribes mal una noticia, el lector se siente incómodo. Si la escribes bien, si describes bien la situación, produces satisfacción y ganas en crédito». Y quizá eso signifique jugar un partido con estilo.
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