Edurne Portela: «La ficción sirve para mantener activo el debate de la memoria histórica»

El de este martes fue el segundo encuentro de Portela con los lectores en este mismo marco pues tal y como recordó ya estuvo en 2021 en esta misma tribuna recién publicado otro de sus libros: 'Los ojos cerrados'. Sin embargo, tal y como señaló, 'Maddi y las fronteras' es «mi libro más diferente y especial». Cuando una tarde de otoño de 2021 recibió una llamada en la que le ofrecen una serie de documentos relacionados con Maddi, tuvo claro que ahí había una historia que tenía que contar. En un principio fue hacerlo a modo de ensayo, «y no he abandonado la idea», aseguró en la conversación que mantuvo ante el público con Guillermo Balbona, redactor jefe de Cultura de este periódico.

«Pero es que, cada vez que contemplaba un documento mi imaginación volaba porque en realidad quería saber que es lo que había detrás de ese dato», aseguró la autora. «Me pareció más honesto reconocer que estaba usando la imaginación a medida que iba tomando su voz para contar su historia y me dejé llevar, pero siempre siendo fiel a toda esa documentación», explicó.

Así es como fue construyendo una narración que, tal y como confesó «llegó a poseerme hasta el punto de que a veces me despertaba a las cinco de la mañana pensando en ella».

Una de sus preocupaciones a la hora de escribir el libro era no presentar a la protagonista como una heroína. «Existieron y existen muchas más 'Maddis' cuyas historias no han trascendido, pero sentí la necesidad de recuperar la suya, entre otras cosas porque era una mujer obrera que carecía de formación y que provenía de un entorno rural. Mi reto fue hacerlo sin santificarla, ni presentarla como una heroína porque siempre he tenido la sensación de que cuando santificas a alguien lo deshumanizas y yo prefiero verla como una mujer normal para poder conocerla».

Todo ese proceso, el de contar la historia de una mujer que admira, el de hacerlo de una forma rigurosa en función de la documentación que fue encontrando y, sobre todo, el hacerlo con respeto ha supuesto para la escritora «un gran desafío que al tiempo le ha supuesto una gran satisfacción, «porque de alguna forma este libro es la tumba que le negaron sus asesinos».

La novela que escribió de un tirón es también una llamada a la importancia de la memoria histórica o democrática, una cuestión que defiende «y más en estos tiempos» porque está convencida de que «a través de la imaginación y la ficción se puede mantener activo ese importante debate» y es que, tal y como afirmó ,«escribir una novela te da la capacidad de desarrollar la imaginación y a partir de ella conectar con tus propios afectos». Para Edurne Portela, «aunque parezca una obviedad, es imposible mirar al pasado sin los ojos del presente y esa mirada nunca será objetiva porque está condicionada por nuestros afectos y porque ya sabemos lo qué ha pasado».

La protagonista de los Martes Literarios también reconoció que «todas las novelas son políticas aunque el autor no las plantee así porque siempre hay una mirada ideológica en aquello que se escribe. Y a mí no me parece mal, desde luego las mías lo son porque aunque lo político está desgastado y denostado, siempre primará el valor de la ética».

Una de las características de la literatura de Edurne Portela es el estudio de la violencia, temática que aparece en muchos de sus libros y esto que le llevó a afirmar, durante una conversación previa con los periodistas antes de encontrarse con el público, que «no puedo decir que no sea una obsesión porque sí lo es». «Creo que la violencia es parte de nuestras sociedades y del ser humano. Los humanos a veces dirimen sus diferencias a través de la violencia y eso no significa que siempre sea una violencia visible, física o extrema, pero sí es verdad que la violencia está en nosotros y es muy difícil que no la sufran los más vulnerables», profundizó. En ese análisis durante la conversación, Portela aseguró que «me preocupa e intento entender cómo actuamos según qué situaciones sociales. Para mí es fundamental, no es que piense que la violencia es inevitable y ya está, hay formas de evitarla o hacerla menor. Pero cuando se produce siempre deja una herida y cómo tratamos esa herida individualmente y como sociedad también nos define», argumentó.