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«El océano es la fuente de vida de este planeta: planeta: si no hay azul, no hay verde y tampoco nosotros». La frase no es un ninguna perogrullada a juzgar por la triple crisis que sufre el mar: la pérdida de biodiversidad, los efectos del cambio climático y la contaminación por plástico, herbicidas y demás. Enunciada ayer en la UIMP por Maximiliano Bello, experto en políticas públicas oceánicas y director de Mission Blue, la frase es también el punto de partida de la llamada economía azul, una forma de explotar los recursos marinos de forma sostenible.
De hecho, el curso 'Desafíos y oportunidades de la economía azul', organizado por la Menéndez Pelayo en colaboración con Asociación Plaza Porticada, ha invitado a La Magdalena a varios expertos que, como Bello, aportan su visión sobre una forma de desarrollo económico que tiene reflejo en la Agenda 2030 y en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). El rector de la UIMP, Carlos Andradas; el embajador de Chile en España, Javier Velasco; Elena García Botín, presidenta de Asociación Plaza Porticada, y María Ángeles Osorno, directora ejecutiva de la Fundación Chile-España, fueron los primeros en intervenir en un foro que también contó con la reflexión del catedrático Íñigo Losada. «La economía azul se trabaja en todos los sectores: financiero, de formación y de transformación», indicó el también director de investigación del IHCantabria.
En una comparecencia posterior, Bello y Luis San Segundo, presidente del Sea of Innovation Cantabria Cluster, dieron nuevas pinceladas sobre economía azul. Entre sus ejes, San Segundo destacó la innovación y las energías renovables marinas: el hidrógeno y el amoniaco verdes, la energía de las olas, y, sobre todo, la energía ultramarina, que es «el futuro». De hecho, el clúster que preside quiere potenciar todo lo relativo a las energías renovables ligadas al medio marino. «Lo que queremos desde Cantabria es aprovechar este tirón que va a haber con los parques que se están aprobando en el norte de España» para así generar «empleo de calidad» y «un cambio social para Cantabria», defendió. Estos parques eólicos marinos van a estar «a una distancia muy lejana» de la costa –entre 25 y 40 kilómetros–, y si bien no van a tener «impacto visual», «habrá que ver si existe impacto» en relación a las aves o los cetáceos.
Hoy sigue el debate sobre la economía azul, que abarca la pesca, la acuicultura, la logística portuaria, el turismo, la biotecnología marina o, las energías renovables. El adjetivo «sostenible» debe acoplarse a todas estas actividades e incluir como prioridad la protección del océano. A la triple crisis que vive, apuntó Bello, hay que «responder» con acciones como las áreas marinas protegidas. «Lamentablemente España está muy atrás de eso y necesitamos que España, que es uno de los países pesqueros históricos más grandes del planeta, avance en la generación de esas áreas» y que proteja «de verdad» las que ya están identificadas como tales, reclamó Bello.
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