

Secciones
Servicios
Destacamos
De entre lo más llamativo de Jon Fosse –y eso que la vida y obra del último Nobel dan mucho juego– destaca poderosamente lo abigarrado de su obra magna, 'Un nuevo nombre', los volúmenes sexto y séptimo de su monumental ciclo de novela autobiográfica 'Septología': mil doscientas cincuenta páginas sin un solo punto. Casi parece una plusmarca mundial, un récord del Olimpo de las letras que precisará de muchas generaciones de escritores experimentales para ser superado.
Aunque más allá del dato está el autor. Un escritor a contracorriente y que contra todo pronóstico ha logrado llegar al gran público, cuando su obra parece dirigirse inequívocamente en dirección contraria. Una obra que está profundamente imbricada con su propia vida.
Y es que de Jon Olav Fosse se cuentan muchas, quizá demasiadas cosas. Nacido en 1959 en Haugesund, en los fiordos del 'finis terrae' noruego, sus biografías oficiales cuentan que empezó a escribir con doce años, quizás influido por un grave accidente en su infancia, de esos con una luz al final del túnel. Sin embargo, en su adolescencia Fosse no quería ser escritor, sino estrella del rock. Sus primeras aproximaciones a la escritura serían para poner letra a las melodías que tocaba con la guitarra. Toda una rebeldía dentro de una familia estricta y profundamente religiosa.
Aunque pronto la política reemplazaría a la música. Su personalidad adictiva –la del alcohol le duraría décadas– le haría saltar del marxismo al anarquismo, y de su etapa hippie al redescubrimiento de las religiones: pasó del ateísmo a la iglesia cuáquera, hasta su conversión, parece que definitiva, al catolicismo en 2013.
En la Universidad de Bergen estudió Literatura Comparada, pero sobre todo tomó una decisión trascendente para su futura carrera: escribir en nynorsk. El 'nuevo noruego' es minoritario, una especie de lengua de laboratorio creada a partir de dialectos regionales para sustituir a la mayoritaria bokmai, demasiado influida por el danés.
En 1983 debutó con 'Rojo, negro', una novela lírica pero de corte social. Sería el inicio de una intensa carrera, con más setenta libros publicados, en la que abordaría casi todos los géneros: la poesía, el relato breve, los libros infantiles, el ensayo… Pero, sobre todo, le interesaría el teatro.
En 1994 publicaría su primera obra teatral, 'Y nunca nos separaremos'. Con más de una treintena de obras, es el autor noruego más representado después de Henrik Ibsen, cuya tradición continúa y actualiza. Los reconocimientos y premios empezarían a llegar en cascada, en paralelo a su éxito como novelista entre los lectores franceses y alemanes.
Bastante más le costaría entrar en el mercado anglosajón: permaneció inédito en Estados Unidos hasta 2006, con la traducción de 'Melancolía'. Pero se trataba de un movimiento imparable: ese título abría la 'Septalogía' que le habría de encumbrar definitivamente como escritor. Publicada en tres volúmenes y con su propia vida como tema y motor, descubrió al mundo a un escritor cercano y a la vez abstracto, cuyo estilo minimalista se trasvasa sin demasiados problemas de la poesía a la prosa o el ensayo, un poco al estilo de Manuel Vilas.
Y es que la escritura de Fosse representa el pensamiento, de ahí esa particular ortografía que no utiliza puntos, sino que prefiere las comas: porque en nuestro cerebro todo está hilvanado. Se pasa de una idea a la otra, sin cortes. Y de ese mismo modo el escritor nos cautiva, introduciéndonos en su propia cabeza.
De hecho, así surge su narrativa, desde su carácter obsesivo. Todo parte de una idea a la que da mil vueltas hasta que la obra se conforma mentalmente, influido por todo lo que le rodea, desde sus vivencias hasta lecturas o la música que escucha, antes de verterla a palabras, un proceso en el que nunca se sabe en qué puede llegar a convertirse la idea inicial.
Además, el punto fuerte de su prosa es la capacidad de conexión con los lectores; construye tramas y escenas en las que siempre podemos reconocernos porque aborda «cuestiones a las que los seres humanos no tenemos más remedio que enfrentarnos: la muerte, el amor, los celos, la espiritualidad…», como explicó tras la concesión del Nobel su traductora al castellano, Cristina Gómez Baggethun.
Y esa literatura tan inequívocamente personal abre, desde luego, la puerta a su propia leyenda. Toda una personalidad en su país, que le otorga un tratamiento especial y hasta una residencia costeada por el estado, destaca sobre todo su profundo humanismo y una mirada lúcida y reflexiva: «¿Se puede ser feliz cuando se es infeliz», se preguntaba en el guion de 'Nighstsongs'–. Si alguien podría tener una respuesta, a buen seguro que sería Jon Fosse.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.