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En primera fila y de izquierda a derecha: Salvador Gutiérrez Ordóñez, Verónica Dimant, Antonio G. García, Nicolás Cuenca y Manuel Martín-Loeches. En segunda fila y, de nuevo, de izquierda a derecha: Luis Carlos García Lirola, Sheldon Gil Dantas, Gilles Lancien, Abraham Rueda Roca y José María Valls. Roberto Ruiz
Escuelas de Verano, seña de identidad

Escuelas de Verano, seña de identidad

Longevas, singulares, con alumnado fiel y programaciones pegadas a la actualidad, estos encuentros estivales empujan la actividad académica de la UIMP

Mada Martínez

Santander

Lunes, 24 de julio 2023, 07:15

Trece Escuelas de Verano engrosan este año la programación académica de la UIMP. Con una semana de duración y temáticas diversas, a caballo entre la actualidad y la reflexión de fondo, son citas que favorecen la convivencia y, según sus responsables, apuntalan el debate. «Son piezas clave en nuestro catálogo. Tienen vocación de continuidad, son una referencia en sus campos de estudio para los alumnos –generalmente, estudiantes en periodo doctoral o posdoctoral–, pero también tienen esa flexibilidad que les permite centrarse cada año en cuestiones más concretas, más cercanas a la actualidad», sostiene Matilde Carlón. La vicerrectora de Relaciones Institucionales y Programación de Actividades de la UIMP atribuye a las escuelas esa doble condición con conocimiento de causa: muchos de estos encuentros tienen ya más de dos décadas de vida y eso les convierte en «citas de referencia».

Ejemplo de ello es la 'Escuela de Gramática Emilio Alarcos', que la pasada semana cumplió veintidós ediciones. «Por su continuidad, las escuelas constituyen un género singular dentro de la programación de cursos de la UIMP. Han sido creadas para continuar y desarrollar las líneas de investigación que en vida proyectaron personalidades singulares del ámbito de las ciencias o de las humanidades. Especialmente, si, como en el caso de Emilio Alarcos, tuvieron una prolongada y fructífera relación con la UIMP. En este caso, 'escuela' tiene mucha relación con 'estela', término que entendemos tanto las gentes del mar como de la ciencia», refiere bellamente Salvador Gutiérrez Ordóñez, director de un encuentro que en 2023 ha vuelto a asomarse a una cuestión de actualidad para la gramática, el 'corazón formal de la lengua'. «En esta edición se han abordado cuestiones problemáticas de la morfología y de la sintaxis que han encontrado nuevos horizontes explicativos o que necesitan corrección», detalla el catedrático emérito de la Universidad de León y miembro de la Real Academia Española. «No han faltado las orientaciones prácticas en las distintas formas de análisis. Se han presentado dos interesantísimas ponencias sobre la proyección de los conceptos gramaticales de Nebrija en las obras posteriores. Y también se han presentado dos ámbitos de investigación novedosos e interesantísimos: la macrosintaxis y el paisaje lingüístico. En la mesa redonda se analizaron las grietas de la nueva ley de educación en su aplicación a la enseñanza de la lengua», resume Gutiérrez Ordóñez.

La Escuela Emilio Alarcos ha logrado combinar los temas de fondo y los de actualidad. Con el objetivo de presentarse ante el alumnado como «un foro de proyección de las innovaciones metodológicas y temáticas de la investigación lingüística», su finalidad –«recoger y transmitir aportaciones de transcendencia»– se mantiene intacta, si bien en cada convocatoria se ha afianzado más y más la necesidad de formar al profesorado. «En estos momentos, su necesidad formación en contenidos es extrema. Para enseñar bien, no basta con la didáctica: no se puede enseñar a enseñar lo que no se sabe», apunta Gutiérrez Ordóñez.

A la Escuela 'Lluis Santaló', celebrada en el Aula Riancho del Palacio de La Magdalena, han acudido este año sesenta matemáticos de catorce universidades. Roberto Ruiz

También mantiene su esencia la 'International School of Pharmacology Teófilo Hernando', que ha cumplido la pasada semana dos décadas y que, con el paso del tiempo, ha logrado ensanchar su dimensión internacional. «Nos dimos cuenta de que valía la pena ir más arriba, especializarnos más, y decidimos hacerla en inglés y reclutar a profesores de excelencia de dentro y fuera de España. Ese cambio ha sido drástico, ha sido a mejor», apunta su director, el catedrático de Farmacología Antonio G. García. En 2023, le acompaña en la tarea directiva el también catedrático e investigador de la Universidad de Alicante Nicolás Cuenca. «Este año, la Escuela también ha dado la oportunidad de reunir a pacientes con distintas distrofias retinianas. Convocamos una mesa redonda en la que participamos los profesores y los pacientes, que nos pudieron preguntar sobre terapias o expresarnos sus inquietudes», apunta. Además, en el contexto de la Escuela, se ha entregado la beca de investigación María Fernández Aguayo, creada por la asociación Es REtina Cantabria para investigar sobre un tipo de distrofia hereditaria que tiene arraigo en la comunidad autónoma. «Hay 60 personas vivas con la misma mutación y estamos haciendo, junto con la Universidad de Alicante, un proyecto de investigación» para curar esa enfermedad, expone Cuenca.

Porque este verano, la Escuela ha decidido centrarse en los avances para la prevención de la ceguera. «La historia de nuestra escuela, en memoria de Teófilo Hernando, el primer farmacólogo español, se remonta a 1996. En cada edición desde entonces, tocamos un tema en la frontera del conocimiento, generalmente una enfermedad. Y traemos expertos de EE UU y de Europa... Actualizamos los avances de esa enfermedad y las promesas terapéuticas que se generan. Este año, hemos dedicado la Escuela a la degeneración de la retina, a la ceguera, y a las estrategias terapéuticas que se están desarrollando para mitigar estos problemas», explica Antonio García. «La ceguera es un problema social importante. Aquí hemos podido reunir a investigadores de alto nivel –procedentes de EE UU, Francia, Italia, Irlanda...– y a muchos alumnos, pertenecientes a la mayoría de los grupos de investigación de España que estamos trabajando en la ceguera», cuenta el profesor Cuenca, que, además, señala que estos encuentros son una motivación extra para tejer redes científicas.

60 matemáticas en la UIMP

Esa meta también la persiguen en la 'Escuela de Matemáticas Lluis Santaló', que hace unos días logró llegar a su edición número veintidós gracias, en buena medida, a la colaboración de la Real Sociedad Matemática Española. «Nuestro objetivo principal es la concordancia entre cursos avanzados sobre temas que son tendencia actual en investigación, impartidos por matemáticos de prestigio internacional, y charlas de jóvenes investigadores, que nos cuentan sus últimos teoremas y problemas que han resuelto. Así, la escuela es interesante para un público amplio, desde estudiantes de máster y doctorado hasta reconocidos expertos», apunta su director, Sheldon Gil Dantas. «En particular, la Escuela se centra en el estudio de la geometría de ciertos espacios de dimensión infinita, temática en la que España es, de hecho, un referente internacional, con grupos líderes en Granada, Valencia, Murcia, Madrid, Extremadura... En este tipo de encuentros se inician muchas colaboraciones, también con los investigadores extranjeros que nos visitan», añade este profesor de Análisis Matemático de la Universidad de Valencia.

Una de las ponencias organizadas por la Escuela de Psiquiatría 'Carlos Castilla del Pino'. Roberto Ruiz

¿Y qué aportan las escuelas a la programación? Permiten, ante todo, acercar a los jóvenes «a la actualidad de muchos temas de investigación relevantes», responde Gil Dantas, permitiendo que quienes se inician en este campo científico tengan «la oportunidad» de conocer y aprender de investigadores con trayectorias de prestigio. Este año, por ejemplo, en colaboración con la Fundación Ramón Areces, la Escuela ha podido invitar a uno de los mayores expertos en análisis no-lineal: el profesor Gilles Lancien, de la Universidad Franche-Comté.

El presente invita a pensar en la continuidad de la Escuela. «Estamos encantados con la participación que hemos tenido en esta edición –más de 60 matemáticos de universidades de 14 países–, así como del estupendo ambiente de intercambio de ideas que hemos tenido. El tema de la escuela, y por tanto los coordinadores, cambian año a año, pero estamos seguros de que las siguientes ediciones serán igualmente exitosas», confía Gil Dantas.

Dar continuidad

Farmacología, Matemáticas, Gramática, Ciencias de la Luz, Biología Molecular y Biología Sintética, Astrobiología, Psicología, Inmunología... Las temáticas de las Escuelas de la UIMP son variadas, si bien es cierto que uno de los objetivos del equipo de Gobierno es dar más peso a las humanidades para equilibrar la balanza. A esto va a contribuir en breve la 'Escuela del Mundo Clásico', que se estrena este año con más de 60 alumnos y bajo la dirección de Antonio López Fonseca, catedrático de Filología Latina de la Complutense.

La meta de la UIMP es «ampliar» el número de Escuelas, pero para ello, advierte Matilde Carlón, es crucial «encontrar el acompañamiento preciso». Para que tengan continuidad, «es clave acertar con el socio natural», añade la vicerrectora, que destaca que el «apoyo institucional» puede traducirse en la financiación «de un espacio de reflexión sobre los grandes temas». Por lo pronto, avanza, la UIMP da pasos para crear una escuela de química.

Psiquiatría, una mirada amplia

Filósofos, neurocientíficos, abogados, informáticos, ingenieros, físicos... La 'Escuela de Psiquiatría y Ciencias de la Conducta Carlos Castilla del Pino' reunió la pasada semana en Santander a expertos de campos bien diferentes con una meta compartida: meditar sobre la Inteligencia Artificial, sobre la posibilidad de que exista un 'sujeto sin cerebro'.

«Traer gente de distintas disciplinas es una fórmula que enriquece nuestra Escuela», dice con convencimiento el catedrático de Psicobiología Manuel Martín-Loeches, que junto con el profesor de Psiquiatría José María Valls han capitaneado una Escuela que acaba de cumplir una década. En este tiempo, la internacionalización y la interdisciplinariedad han sido dos de sus grandes metas.

Entre los «retos organizativos» de la Escuela está el hecho de plantear una idea de actualidad –la IA lo es–, encontrar esas voces diversas que la desarrollen y dar una «coherencia micro y macro» a la programación. Solo así se logra arrojar luz sobre asuntos complejos. Porque, tal y como invitaban a reflexionar en la Escuela de Psiquiatría: ¿Podremos tener una subjetividad sin cerebro? ¿Ese ente tendrá derechos? ¿Se podrá considerar una persona o un sujeto? ¿Tendrá todo lo que tiene un ser humano?

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