
Manuel Valls Ex
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Manuel Valls Ex
Manuel Valls volvió ayer a Santander como ponente del curso 'Picasso al Sur'. Dada su condición francoespañola -nacido en Barcelona en 1962, es hijo del ... pintor Xavier Valls-, el exprimer ministro de Francia impartió una conferencia sobre el Picasso francés y el Picasso español, y sobre ese punto en el que ambas realidades acaban encontrándose. Lo hizo con entusiasmo, pero también con «humildad».
«Siempre he vivido en un ámbito artístico y no puedo vivir sin cultura, sin leer, sin música, sin la pintura, que es tan importante en mi vida», admitió Valls, que de paso, en un receso del seminario que dirigen José Lebrero, director artístico Museo Picasso de Málaga, y María José Salazar, conservadora de Museos, dio su opinión sobre las políticas culturales, la precampaña electoral española, la guerra en Ucrania y la ola de violencia que ha desencadenado en Francia la muerte de un adolescente por un disparo de la policía.
–Como señala el título de su ponencia, ¿hay un Picasso español y otro francés?
–Es un tema muy interesante y casi eterno, como lo es el genio de Picasso. Nadie puede negar sus orígenes españoles y su formación académica, aunque Picasso escapaba de todo academicismo. Nadie puede ocultar esas raíces españolas, malagueñas, su paso por la Academia de San Fernando, por supuesto Barcelona; su relación con la corrida, la muerte, los colores… En toda su vida, que culminará con el 'Guernica', hay una relación con España, aunque decida no volver tras la victoria de Franco. Pero tiene amigos españoles, sus tertulias en el sur de Francia son con Alberti, Dominguín..., apoya y ayuda a artistas españoles. Es muy español en su cultura, su toreo, su acento. Pero también crece en el ambiente intelectual y artístico de Francia. La influencia de Goya, Velázquez y El Greco es importante, también lo es la de los impresionistas franceses, la de Matisse, la de Toulouse-Lautrec. La verdad es que no podemos encerrar a Picasso, que se lo comía todo, era un caníbal, que aprovechaba todo en la vida. Y lo que le define mejor es su propio arte, no lo podemos encerrar. Su pasión por el arte preibérico demuestra que se interesa por todo aquello que le permite crear. Y es bonito que haya este mano a mano para saber si era más español, más francés, o si todo es una mezcla. Y es una mezcla, no podemos apoderarnos de un solo Picasso, hay varios y él mismo era muy inteligente y no quería que se le encerrase en una sola definición.
–En 2014 le pidieron ayuda a usted y Anne Hidalgo para salvar el taller de Picasso en París. ¿Ningún legado está a salvo? ¿Qué papel juega la cultura en un proyecto político?
–En Francia y España, donde ha habido estados, monarcas, repúblicas, gobiernos, dictaduras o democracias, siempre ha habido un apoyo al arte. Sin la corte de Felipe II o la de Luis XIV habría muchas obras intelectuales o artísticas que no hubieran sobrevivido; o artistas oficiales o 'ayudados', que fue el caso de Velázquez o Molière. En Francia, el papel del estado -más que en España, donde existen las autonomías- ha sido muy importante, con presupuestos y ministros de Cultura muy influyentes, como Jack Lang. De forma general, la cultura tiene que ser un elemento importantísimo de las políticas públicas o de la relación entre lo público y lo privado. Tiene que haber políticas culturales a todos los niveles y en el sector privado (las fundaciones tienen un papel importante), en los museos nacionales, autonómicos o locales; políticas de patrimonio, pero también para apoyar, ayudar o descubrir los nuevos talentos. Y deben estar fuera de fuentes ideológicas porque la ideología, o lo que es solo político, encierra el arte. Hoy no se puede juzgar el genio de Picasso solo por su relación con las mujeres, como no se podría borrar a Dalí por sus declaraciones sobre Franco, no tendría ningún sentido visto su genio (y eso no quiere decir que no se pueda hablar de eso). Es muy importante que haya políticas públicas para que todo el mundo tenga acceso a la cultura, a la música, a la lectura, a la poesía, a las artes. Y eso pasa en la escuela. Y España y Francia, creo que estamos en retraso respecto a lo que podríamos hacer en el tema de la música. Estudiar la música -arte, pintura oescultura- o el acceso a un instrumento tendría que ser tan importante como aprender a leer o las matemáticas.
–El cincuentenario de la muerte de Picasso ha unido a Francia y España en un gran proyecto cultural, pero ¿es una colaboración abundante?
–Son dos países que comparten los mismos objetivos estratégicos a nivel europeo. Pero es verdad que siempre hay una forma de competencia, y por eso era importante unir a los dos países respecto al artista (se ha hecho también con Velázquez, Goya o El Greco). Pero siempre he pensado, como hijo de español, como francoespañol, que se puede hacer mucho más. También tiene que ver con que las nuevas generaciones ya no hablan francés –cuando los franceses hablan mucho más español–; las élites españolas hablan más inglés que francés, y las referencias culturales ya no son tan francesas, cuando ha habido generaciones que consideraban que Francia, sobre todo durante la dictadura de Franco, era espacio de libertad. Pero bueno, esta relación es bastante suave, bastante natural. ¿Que me gustaría que fuera más fuerte? Por supuesto.
–No dudo que sigue precampaña electoral española. ¿Qué opinión le merece? ¿Cree que se habla de los temas que le importan a la ciudadanía?
–La sigo, por supuesto, pero no me meto. Primero, es una elección en un gran país de la UE y eso nos interesa a todos. Hay elecciones en España y en otoño habrá en Polonia, y todo lo que pasa en un país de la UE es importante para el futuro, sobre todo, por los retos que tiene Europa y cada país: la guerra de Ucrania, el cambio climático, la energía, la inflación, los tipos de interés que golpean a las clases medias; temas de seguridad, inmigración, la relación con África, la lucha contra el terrorismo... Hay muchos temas, y lo más importante para mí es que haya una continuidad europeísta. No se ha vuelto a un bipartidismo, pero los dos grandes partidos que han gobernado España desde el principio de la democracia tienen más fuerza que hace unos años, y eso es garantía de estabilidad. Mi único comentario –ya lo hice como concejal en Barcelona– es que sobre Europa, la guerra, el presupuesto de defensa, la unidad del país, el reto catalán, la justicia y la igualdad... los dos grandes partidos, sin participar en una gran coalición –ese es un tema demasiado político–, tienen que pactar. Tendría que haber más centralidad en la vida política, y en eso coincido con lo que dice Felipe González: los dos partidos tienen que ocupar más el centro. No soy naíf, sé que es complicado, pero cuando los partidos centrales, por obligación, tienen que pactar con partidos extremistas, de izquierda o derecha, eso siempre presenta un peligro de inestabilidad.
–Joaquín Almunia ha dicho en la UIMP que los populismos o la extrema derecha pueden poner en riesgo el proyecto europeo.
–Vivimos un momento un poco extraño o contradictorio. La UE ha salido reforzada de las crisis que hemos conocido, como la crisis del covid, con ayudas masivas; ayudas para la vacuna, a las empresas, a las personas, y con una visión de autonomía estratégica en el tema de la sanidad. Y sale reforzada también porque está muy unida frente a Rusia y apoyando a Ucrania dentro de la OTAN. Y la política monetaria del BCE y las políticas económicas, que son más flexibles que las que conocimos en los años 2000, también ayudan. Pero en cada país, en cambio, hay más polarización y lo que pasa en cada país tensiona la UE. Porque hay crisis, hay miedo. Y hay partidos de extrema izquierda o derecha, hay populismos –en Francia, claramente, los dos extremos son antieuropeos– que pueden poner en peligro la estabilidad europea. Por eso necesitamos, primero, a grandes partidos de gobierno, y segundo, que se unan sobre lo que es más importante.
Por ejemplo, hay un debate muy importante en Europa: es importante que los socialdemócratas, el PP europeo, los liberales y también a veces los ecologistas sean capaces de unirse en lo esencial, y que unos y otros no dependan de los extremos. Espero que, por ejemplo, el PP europeo, sé que hay un debate, lo tenga muy claro respecto al futuro de Europa. Yo confío en el PP español como en el PSOE sobre esa capacidad en los temas más importantes.
–Usted fue claro hace años sobre la posibilidad de que Cs se aliase con Vox, no estuvo en la foto de Colón, y, de alguna forma, puso una línea roja...
–Pienso que se tiene que ser muy claro respecto a la extrema derecha, aunque en cada país tiene su propia historia, por supuesto. Pero también por mi actitud personal tuve muy claro que dando mis votos a Colau impedía [el paso] a los independentistas. Y eso se ha repetido cuatro años después, cuando se ha dicho que el PP de Barcelona ha hecho 'un valls'.
–Ha estado usted presente en la campaña catalana sin presentarse.
– Y sin vivir en Barcelona... Considero muy peligroso cuando el destino de un país cae en manos de los independentistas por una razón obvia: el separatismo y el independentismo no van hacia los intereses de la unidad de España. Espero que los dos grandes partidos sean capaces de entenderse en los temas importantes, y creo que será, de todas formas, una de las consecuencias tras las elecciones.
–Lo que ahora ocurre en Francia hunde sus raíces en la desesperanza y desafección. ¿Es estructural? ¿Qué lectura hace?
–Lo veo con mucha inquietud y entiendo que muchos franceses lo ven con miedo porque se repiten los acontecimientos, pero con más violencia de la que tuvieron en el pasado, y no solo en 2005. Ha habido una causa, que es la muerte de un joven, y eso ha llevado a una violencia inaudita. Es un momento en el que, aunque haya paro y desigualdades en varios barrios, se ha invertido mucho dinero y el desempleo ha bajado mucho en Francia, también en esos barrios, aunque menos que en otros sitios. En la región de París casi no hay paro y hay mucha movilidad.
Eso quiere decir que hay una crisis que no solo es económica y social; no se puede entender lo que pasa solo a través del ámbito puramente social (que no digo que no exista). Pero quiere decir que hay un fracaso identitario, cultural, de integración de parte de una juventud que es francesa; es un fracaso de la inmigración que viene, en su gran mayoría del Magreb y del África subsahariana, poblaciones pobres, culturalmente muy lejanas de lo que es Europa y eso necesita un trabajo de integración aún más importante. Vienen de regiones pobres, a veces de zonas con guerras muy duras, como en el Sahel o el Congo; y poco a poco y durante años acumulamos esas poblaciones en guetos urbanos, sociales, étnicos y religiosos, y eso provoca una ruptura progresiva con el resto del país o las instituciones. La respuesta no es fácil, necesitará mucho tiempo, pero es una respuestas de mano dura en seguridad y justicia –no puede ser de otra manera–, y de revisión del papel de la escuela, del de las familias (la edad media de los que han sido detenidos es de 17 años). Más laicismo, escuela, políticas sociales, y más seguridad. Necesitamos todo. Ha habido mucha renovación urbana, pero si no cambias la población, si no reequilibras los barrios, se fortalece el gueto. Preocupación, pero necesidad de levantar Francia respecto a un proyecto para esos barrios.
-Más estado social.
-Más estado social, pero estado también. Se tiene que apoyar a la policía y la justicia. Y no tenemos que olvidar que uno de los temas importantes que hay es el tráfico de droga, no se habla mucho de eso, pero es un tema que permite entender lo que pasa, y que no es un problema francés, sino de Europa, el Mediterráneo y el mundo.
–Sobre la guerra en Ucrania, usted apoya el envío de ayuda hasta, ha dicho, el final.
– Tenemos que apoyar a Ucrania y tiene que entrar con plazos y metodología en la UE y en la OTAN. Los ucranianos están muriendo hoy para defender su país, pero también nuestras libertades, y no podrá haber paz y estabilidad hasta que Rusia no entienda que tiene que retirarse y abandonar esa actitud y ese discurso que ha llevado a que la guerra vuelva a Europa. La UE y la democracia espero que salgan más fuertes de este terrible episodio, pero esto no ha acabado y tenemos que ayudar económica y militarmente a Ucrania. La guerra está aquí. Lo habíamos olvidado. Vivir 70 años en paz en Europa, de forma general, es un lujo que nunca la humanidad había conocido. La guerra ha vuelto en Ucrania y nos involucra de una forma casi directa. Hay una parte trágica de la historia, no lo tenemos que olvidar.
-Usted ya volvió una vez a España como candidato a la Alcaldía de Barcelona. ¿Habrá una segunda?
-No, estos tres años han sido muy interesantes y ha sido una experiencia única: un exprimer ministro cruzando la frontera y volviendo a su país de nacimiento, pero que tampoco era su país; vivir una experiencia política y social muy interesante, y además he conocido a mi mujer, que es lo más bonito que puede pasar: el amor. Pero también me he dado cuenta cuánto era francés: mi pensamiento, mis referencias históricas, culturales. Pero vengo a menudo España, me encantan este país, sigo la actualidad, doy conferencia y España es parte de mi vida, de mis raíces y mi cultura, pero me va bien esta vida entre vivir en París y pasar tiempo en Menorca, en Barcelona y mucho en Madrid, donde tengo muchos amigos. Es la vida de un europeo convencido.
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