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Carlos Andradas se declara genuinamente contento de estar en Santander, en la casa de verano de la UIMP, con su equipo y más de cien cursos por inaugurar. No esconde el rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo que ha sido un año «duro» y de «intensas zozobras», en el que de nuevo ha tenido que hacer frente a problemas presupuestarios, de personal y de intendencia. Porque la singularidad de la UIMP es una fortaleza indiscutible, pero a nivel administrativo lastra muchas veces los contratos, los proyectos, las ideas. «Nosotros no tenemos ningún interés en convertirnos en una universidad convencional», asegura Andradas, que para reimpulsar la UIMP pide una cosa aparentemente sencilla: «Que la dejen volar».
Anticipando que las jornadas serán largas y ajetreadas, con el foco puesto en la atracción del público más joven, y convencido de que la UIMP cumple el papel para el que fue creada, Andradas da por inaugurada la temporada académica en el Palacio de La Magdalena. Se abre la sesión.
-¿Qué dificultades sigue afrontando la UIMP, que se evidenciaron en la presentación tardía de la programación?
-Este año hemos aprobado el Plan Estratégico en el Patronato. Y ahí, aparte de otras medidas concretas, como mejorar la digitalización o los aspectos de matriculación, señalábamos tres grandes problemas que teníamos que afrontar. Por una parte, la naturaleza jurídica, que nos crea muchos conflictos. Dentro de ese estatus híbrido, nosotros, y yo personalmente como rector, nos centramos más en el aspecto académico; es nuestro papel. Pero la Administración General del Estado, dice: «Esto es un organismo autónomo». Ello nos crea tensiones y aquí se depende mucho de quién esté al otro lado. Porque sí, esto es un organismo autónomo, pero tiene una finalidad concreta, tiene un estatus concreto y una historia detrás.
La naturaleza de la Universidad es organizar cursos, traer a profesores visitantes que sean lo más internacionales posible. Y en ese sentido, pretender que nos ajustemos a un régimen que está pensado para funcionarios públicos es algo que encaja difícilmente. Pero sorteamos las dificultades y, afortunadamente, aquí estamos.
El segundo gran tema encima de la mesa es el personal, la renovación del personal, sus condiciones, es algo en lo que hemos tenido dificultades. Porque, ¿en qué condiciones se traslada el personal que está en Madrid? Aquí la jornada empieza a las nueve de la mañana y termina, entre atender a la gente y unas cosas y otras, en algunos casos cerca de la medianoche. Eso afecta a todos los trabajadores, hay que entenderlo y reconocerlo. Y, además, el personal se va jubilando. Hay que reponerlo. Es uno de los problemas que tiene que resolver la Administración General del Estado: la captación y retención del talento es una asignatura pendiente desde hace muchos años en la Administración, y en particular, en la Universidad.
Y el tercer problema es el presupuestario. Y ahí hemos mejorado un poquito respecto a cuando empezamos. Este año contábamos con mejorar otro poquito, pero la política es como es, ha habido prórroga de Presupuestos Generales del Estado y nos hemos quedado como estábamos.
-Como mencionó el pasado año, ante el por entonces ministro Joan Subirats, ¿la UIMP corre el riesgo de perder su identidad?
-La pregunta que está detrás de la elaboración del Plan Estratégico es qué debe ser la Universidad ahora. No queremos vivir de la nostalgia del pasado, sino que queremos que la UIMP sea grande y represente un papel en la sociedad actual. Al mismo tiempo hay que ser consciente de cuál es su origen y su identidad para no perderlos, y la UIMP tiene que seguir siendo, fundamentalmente, un lugar de encuentro interdisciplinar e intergeneracional. Esas son las señas de identidad.
El gran reto que tenemos es volver a atraer a los jóvenes. Hay que hacer un esfuerzo especial, pero creo que no es algo exclusivo de la UIMP. Y hay que hacer también un esfuerzo importante en el relato. Aunque a partir de una edad a nadie hay que explicarle lo que es la UIMP, con los más jóvenes no es lo mismo. Hay que encontrar los canales para llegar a ellos, para que las universidades también hablen de ellos, por ejemplo, a través de las redes sociales. Y ahí estamos trabajando: este año hemos incrementado en un 20% el presupuesto de becas dirigidas a los estudiantes universitarios -también ha subido su demanda-, estamos apostando mucho por las Escuelas, que son un formato muy querido porque tienen un enfoque académico, van dirigidas precisamente a estudiantes universitarios de los últimos años o de los másteres, formación o del doctorado; suelen ser internacionales; y son un espacio de convivencia y entroncan perfectamente con el espíritu fundacional de la UIMP.
-¿El plan estratégico tiene una periodicidad concreta?
-El Plan Estratégico es por tres años, lo que dice la ley. Es trienal, de 2024 a 2026, y en ese 2026 habrá que elaborar o renovarlo para los siguientes tres años.
-¿Y es un plan independiente de su continuidad al frente del Rectorado de la UIMP?
-Independientemente de que siga. El Plan Estratégico no es del rector Andradas, aunque lo haya puesto en marcha, sino que es el plan de la UIMP aprobado por su Patronato.
-Trae a colación las Escuelas. Este curso se proponen cuatro nuevas: Neurotecnología Geografía, Ciudadanía y Economía.
-Hay Escuelas nuevas y consolidamos otras recientes, como la de Estudios Clásicos. La de Economía, por ejemplo, es un formato especial. En él intentamos combinar la Escuela de Cenfi dirigida a estudiantes, que luego participan en la presentación del informe del Banco de España. Es un formato muy interesante.
-¿Qué les ha llevado a elegir estas nuevas temáticas?
-En contra de la visión que muchas veces se tiene de que la UIMP está más orientada hacia las humanidades y las ciencias sociales, lo que nos encontramos es que entre las Escuelas había mayoría de ciencias. En el área de humanidades estaba esencialmente la de Gramática, que es histórica. Hemos querido ir reforzando temas fundamentales y de actualidad y equilibrado las áreas. Empezamos el año pasado con la de Estudios Clásicos, y este año vamos con geografía -entendida desde un punto de vista global, relacionada con las migraciones, la despoblación, el desarrollo económico-; vamos con economía -yo me preguntaba: ¿cómo es posible que no haya una Escuela de Economía?-; y vamos con Neurotecnología, una iniciativa que surgió en 2022, cuando la lección inaugural la dio Rafael Yuste. Él, que se sintió muy a gusto, nos contó el gran proyecto de Neurotech Spain y así surgió este proyecto.
Y es fundamental la Escuela de Ciudadanía. Empezamos este año de la mano de Fernando Vallespín y esperamos consolidarla.
-¿Qué puede hacer la UIMP por aliviar este clima de desafección, de polarización?
-La Escuela de Ciudadanía es una de las apuestas. Y lo que tenemos muy claro es que somos una universidad que tiene que ser el espacio de todos. Queremos dar voz a los distintos puntos de vista y que la propia UIMP sea un espacio donde la polarización no exista. Junto con esto, nos preocupan los grandes temas y, dentro de ellos, el año pasado y al anterior dedicamos tiempo al conflicto bélico que tenemos en Europa, la guerra de Ucrania. Este año nos preocupa la situación que hay en Israel, en Gaza. No hemos organizado un curso sobre ello porque nos parecía que, seguramente, no era el momento adecuado, en plena escalada. Tendremos que ir avanzando también en ir dando voz a los distintos enfoques, que se pueda hablar. El disenso es estupendo porque, a partir de ahí, se construye. Pero hay que saber escuchar, si no es imposible.
-Además de las Escuelas, los cursos magistrales con figuras conocidas y de referencias parecen el otro gran pilar de la programación académica.
-Les damos mucha importancia. Este año también hemos implementado más cursos magistrales y es una modalidad que nos gusta. Además, son una propuesta en la que, de manera muy directa, podemos incidir porque son por invitación: nosotros nos dirigimos y queremos que esté presente la filosofía, la sociología, la literatura, el arte, etc.
-¿Se han planteado incorporar nuevos formatos?
-Estamos siempre abiertos, como con ese formato híbrido que mencionaba antes: combinar un encuentro con una parte de escuela y formación. De hecho, ayer mismo (por la semana pasada) comentábamos con los directores del encuentro de Hispasat que había cobrado ya la fuerza para constituirse en el lugar de encuentro de todas las empresas nacionales e internacionales -estaba, de hecho, la directora comercial de SpaceX, lo cual es síntoma de que va cobrando importancia-. Aunque ahora ya ha pasado un poco de moda el 'slow food', creo que hay que apostar en estos tiempos por que este sea un espacio donde uno pueda llegar y quedarse.
-¿Cómo son las relaciones con el Ministerio?
-Las relaciones con todo el organigrama son buenas. Ahora hemos tenido un cambio en la Secretaría General de Universidades, y me he reunido en varias ocasiones con el nuevo secretario.
Lo que sucede, por una parte, es que el propio Ministerio es nuevo, que ha tenido que con formarse y su Real Decreto de estructura es de abril. Pero ahora mismo estoy esperanzado. Hemos pasado a integrarnos en un Ministerio de Ciencia mucho más amplio y, por lo tanto, nuestro lugar es menos preponderante que antes, pero, al mismo tiempo, estamos en un Ministerio con mucha más presencia. Esto me hace estar esperanzado; pienso que, de la mano del Plan Estratégico, nos van a ir ayudando en los tres problemas que tenemos: la naturaleza jurídica -el Ministerio tiene ya una propuesta encima de la mesa de redacción, modificación, disposición de la LOSU; y eso tiene que ir acompañado de la redacción de nuevos estatutos, ya que los que tenemos son de 2002 y necesitan una actualización-; los presupuestos... Tenemos que caminar juntos. La interlocución, afortunadamente, es buena.
-Enfila el último tramo de su primer mandato. ¿Qué balance hace de su relación con la UIMP?
-Cuando asumí este reto, entonces estaba el ministro Castells, pensé ¿qué hace una persona como yo metiéndose en esto? Pero me resultó atractivo y me animó mucho que me acompañaran personas importantes en esa aventura. Ahora mismo estoy contento con lo que hemos hecho. Ese reto que teníamos de dar visibilidad, esplendor y calidad a la Universidad creo que, modestia aparte, lo hemos logrado. Estoy convencido de la importancia del papel que tiene la UIMP, y hay que construir ese relato para los más jóvenes, para quienes no la conocen, e intentar evitar que parezca un producto más o menos nostálgico. La UIMP tiene que jugar un papel, puede jugar un papel, y hay que cambiar el relato. Y se le debe dejar volar. La UIMP es maravillosa, pero hay que dejarla volar. Y dejarla volar significaba reunir los instrumentos para que pueda explotar su singularidad.
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